Kageyama Tobio
Me desperté pensando que todo fue una simple pesadilla, estábamos llegando a casa, papá estaba concentrado en el volante y mamá tenía los ojos en mí.
-Tobio, no te preocupes, fue un gran partido.
Mi madre me sonrió. Confirmé que no se trataba de una pesadilla, sino de una realidad. Me pusieron en la banca, gracias a esa maldita ira que me surge en momentos de presión.
Realmente, no recuerdo mucho del partido pero si de un chico, un chico con cabellos anaranjados, unos ojos grandes, una pequeña estatura, él estaba convencido de que ganaría ese partido. - No me preocupa -. Alguien así de pequeño jugando voleibol, jamás ganaría. Cuando estábamos en combate, este dió su mejor esfuerzo, pude ver, como él hacía casi todo para ganar y como animaba a sus compañeros a seguir en el partido, en un momento, él dió un remate grandioso, fue veloz, y para ser tan pequeño hizo un gran salto.
Desde ese momento, me presione demasiado en ganar, en ganarle a ese chico.
Aunque nosotros ganamos ese partido, me sentía como si él me hubiese ganado de alguna manera, para este momento, ya había entrado en prisión.
Le exigí de más a mis compañeros de equipo, y éstos me abandonaron. Me pusieron en la banca, es lo que recuerdo, todo lo demás es borroso.
Cuando llegué a mi casa, no sentía nada, ni furia, ni tristeza. Lo único que pensaba era en mi estómago, éste, se sentía como un vacío.
Mis amigos no me dirigían la palabra desde aquel partido, me sentía solo y vacío, ya que ellos ─ me abandonaron ─.
No conocía mucho mis emociones y sentimientos, realmente, es imposible para mi expresarlos, o bueno, algunos de ellos como, por ejemplo, la tristeza, ¿cómo se supone que debo expresar mi tristeza? Tal vez llorando, pero no me salen lágrimas porque realmente no quiero llorar, así que, para evadir mis emociones, lastimo mi cuerpo, de cualquier manera, eso me merezco por no saber algo tan sencillo que puede hacer el ser humano.
Después de ello, me siento tan bien, la primera cortada es la que libera todo.
─ Es tan satisfactorio.
Esto lo hago desde los 15 años, desde que me comencé a sentir de esta manera tan extraña.
Jamás he buscado la salida de éste, porque sé que algún día se irá solo, ─sin necesidad de que yo me preocupe.
Pero pueden durar estas emociones hasta semanas, no se van rápido. Quería contarle a alguien pero no podía, ¿que tal si les cuento a mis padres y me abandonan o me dejan por lo que siento y creen que estoy loco?
Fui a un doctor porque no solo sentía ese vacío en el estómago, también sentía mucho cansancio, casi flojera. No pensaba mucho, solo en el volley y en qué escuela entraría, fue ahí donde conocí a mis "monstruos".
─ Usted está muy sano. Este problema yo no lo puedo ayudar, soy un doctor en cuanto a la medicina, no a la psicología.
Me paralicé, ¿psicología?
─ No estoy loco, doctor.
─ Claro, como usted ha dicho, no está loco pero, necesita ayuda psicológica ya que este problema es mental, cuando vayas a un psicólogo y un psiquiatra, vienes conmigo, te estaré esperando.
Me levanté de la silla en la que me encontraba sentado y salí de inmediato, mi corazón latía demasiado, no sabia que hacer con lo que había escuchado. Estuve fuera del consultorio entre unos 10 a 20 min, hasta que decidí qué hacer, fui de nuevo al consultorio con el doctor. Pregunté al doctor en donde encontraba una psicóloga, él me dio indicaciones de donde encontrar una, le di las gracias y me fui. En el transcurso, pensaba en lo que sentía, era ¿vergüenza? - No lo sé -.
Pasaron los meses y yo ya estaba en preparatoria, no en la que yo quería por mis bajas notas pero no podía hacer nada.
Era el primer día y ya me encontraba en el club de voleibol, realmente me quería unir, hasta que llegó un chico y me interrumpió, yo estaba practicando con unos de los balones. Me enojé al ser interrumpido pero, me di cuenta de que era aquel chico de cabellos anaranjados, lo notaba sorprendido y molesto.
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Después del atardecer
FanfictionCon mis grandes manos, comencé a tocarlo. Su cuerpo y el mío comenzaron a fusionarse, era la sensación más excitante que había tenido y, aunque mis caderas sangraban, no me importaba, lo disfrutaba.