𝑨 𝑭𝒂𝒄𝒆 𝑶𝒇 𝒂 𝑳𝒐𝒗𝒆𝒓...

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23 de diciembre de 1980

El día empezó bastante agitado. Después de haber arreglado el asunto del alojamiento de los gatos de Freddie, por fin lograron descansar con algo de paz. 

Cuatro niños corrían de lado a lado, jugaban ante la supervisión de la madre de uno de ellos. Sus risitas iluminaban la vida de cualquiera, así que las sonrisas de Chrissie Mullen le llenaban de ilusión el corazón, irradiando al punto en el que su mirada destilaba un brillo hermoso. Imaginaba ver a su segundo bebé jugando con ellos, pero a la vez observaba por ocasiones a su esposo, quien se encontraba entre risas con los demás. Dios, esa sonrisa acolmillada perfectamente afilada la tenía por los cielos.

Y no era la única.

Por otro lado, se encontraba Roger comía algunas galletas de jengibre, observando cada delicado movimiento que aquel hombre realizaba para alistar una mochila que llevaría al bosque. Deseaba desde lejos poder dejar de ser disimulado con las sensaciones en su abdomen que insistían en sacarle un suspiro por ese muchacho, rogaba por aniquilar por completo los deseos de ser un esclavo en condena de ver aquellos ojos avellana achinarse por cada vez que carcajeaba. Adorar eternamente el calor que generaban en sus mejillas al ruborizarse e hincharse, eso era algo que trataba de esconder sin ser una tarea relativamente fácil. ¿Por qué ese hombre debía ser una debilidad para la barrera de heterosexualidad que había creado él mismo? Y lo peor de todo era que parecía encantarle sonrojarse ante su simple presencia.

—¿Están tan deliciosas esas galletas? ¿O babeas por el trasero de Brian frente a ti? —Dijo con sorna aquel persa, quien recibió un golpe en el brazo por parte del rubio. La novia de éste último volteó a ver a los chicos con una mala cara y el menor se disculpó con una mueca. —Lo digo porque ambos paquetes están vacíos.

—Bueno, lo último que quiero hacer es siquiera verlo, Fred.

—No le hagas caso, Dom. Desde ayer lo único que parece cambiarle el humor a tu novio son los besos que le manda su madre por teléfono. —Dijo el rizado con tranquilidad en su tono, refiriéndose a cierta llamada que escuchó del rubio haciendo por la noche. Y no hablaba específicamente de su mamá. —¿No es así Rog?

May volteó ligeramente su cerviz, para poder tener en frente al ojiazul. Le sonrió levemente, insinuando que hablaría de más sobre aquella amante con la que salía desde hacía un mes desde su gira en Estados Unidos, por lo que el contrario decidió no armar más lío.

—Ten cuidado...

—Cariño, ¿por qué no me avisaste que llamó? Quería saludarla, hace tiempo no vamos a visitarla. —Comentó la morena ingenuamente, a lo que el semblante bien actuado de Roger cambió instantáneamente con una sonrisa y un apretón en la cintura de la chica, secándole un bello sonrojo en sus mejillas. 

—Era de madrugada... Por el cambio de horario y no quería despertarte.

—Que raro. Entre Suiza y Londres sólo hay una hora de diferencia. —Agregó John, ganándose una mala mirada del rubio. —Olvidaba que... Tu mamá madrugaba para ir al doctor... —Terminó por decir algo nervioso y una risa del mismo tono.

—Am... ¡Queridos!, dejando de lado las adivinanzas para Dominique. Me parece prudente pedirles de favor que se apresuren, o se hará tarde para ir por leña y el árbol.  Las caminatas por los senderos nevosos rejuvenecen el cutis y a las cuatro reinas nos hace falta algo de colágeno.

—Freddie tiene razón, chicos. Cuando vuelvan puede ser muy oscuro. —Agregó Veronica, levantándose con elegancia hacia un perchero y proceder a colocarle todo tipo de abrigo a su marido. —Cuídate, ¿si? 

—Por Dios, Vero. Lo tratas como a un niño, pero si te preocupa su bienestar: "Yo, Roger (segundo nombre no me gusta) Taylor. Prometo traerte a John Richard Deacon sano y salvo de vuelta contigo". —Prometió el rubio con un tono sarcástico y haciendo una reverencia, la cual todos tomaron con gracia y les permitieron el paso hasta la puerta que los dirigiría al frío bosque.

𝐋𝐚𝐬𝐭 𝐂𝐡𝐫𝐢𝐬𝐭𝐦𝐚𝐬✨ [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora