𝓹𝓻𝓲𝓶𝓲𝓼

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Faltaban pocos días, esta vez, visitantes y aliados de clase alta en todo el mundo se reunían para el baile en festejo de año nuevo en el Imperio Oriental.  La pareja imperial estaba más ocupada con las preparaciones del banquete y baile, no había tiempo para pensar en nada más. Pero algo preocupaba al emperador, era su relación con la joven emperatriz, que iba rompiéndose poco a poco.

Si bien siempre pensó en ella a su lado hasta el fin de sus días, parece que ese camino empezó a desaparecer desde la llegada de una pequeña presa. Una joven albina de nombre Rashta y gran belleza que rescató de una trampa de caza. La puso al cuidado de la emperatriz como una de sus criadas, pero algo no cuadraba más, la pequeña que hablaba en tercera persona siempre permanecía cerca de su esposa, persiguiéndola y admirándola. No había problema con ello hasta que una noche, preocupado por la repentina forma en la que su esposa le evadía a menudo, se decidió ir a sus aposentos para hablar con ella, sin embargo lo único que encontró fue a la albina en los brazos de esta repitiéndole cuanto le adoraba.

Desde entonces comenzó a mirar precavida y ansiosamente a la albina.

Preparaba sus papeles esperando la llegada de la emperatriz, discutirían sobre los invitados para el banquete, fue una reunión que la emperatriz pidió personalmente. En unos momentos la rubia entró cargando unas invitaciones y arregló su vestido al sentarse junto al emperador.

— Majestad, he preparado las invitaciones como se ha solicitado. Pero tengo una petición que realizar.

— Claro, ¿de qué trata?

— He pensado que la asistencia de Rashta al baile de año nuevo sería una ayuda si deseamos que aprenda sobre la etiqueta en los nobles, ya que es una de mis criadas principales. — La reciente mención de la albina puso nervioso y enfadado a Sovieshu.

— Ella irá en posición de tu criada, ¿no es así? — espetó, lo que causa confusión mostrada en la expresión de la emperatriz.

— Creí haber dado mi punto directamente, lamento si fue malentendido. Deseo que ella asista en posición de invitado.

— Pero las invitaciones ya están registradas.  — trató de modular su voz nuevamente.

 — Así es, mi petición era incluirla en la agrupación de invitados, yo me encargaría de su registro y lo necesario.

 — Entonces haz lo que desees, en su registro de invitados ya que el mío ya ha sido procesado.— quería terminar la conversación de una vez, su pecho empezaba a doler.

La emperatriz asintió y mirándolo con cuidado salió de la oficina. Sovieshu sólo pudo mirar como la persona a la que siempre adoro se alejaba, solo de la oficina fisícamente, pero lejos de alcanzar ese corazón, que sólo era frío hacía él.

Los días pasaron y la noche de la celebración llegó, los invitados llegaron por la mañana y se hospedaban en uno de las alas del palacio. Su deber como la pareja imperial y como anfitriones era dar una cálida bienvenida a todos aquellos, lo que se realizaría en ese primer banquete. Vistiendo cada uno sus mejores ropas y joyas, hacían la presentación de la noche.

La emperatriz llegó junto a sus criadas que se adelantaron a la multitud para que ellos pudiesen hacer la presentación, fijó su vista en la pequeña albina que emocionada vestía un vestido rosa sencillo y una cadena con el dije de la pluma de un ave, lucía poco costoso pero precioso, unos moños decoraban su cabello a los lados, lo que la hacía ver aún más adorable. Alejó su mirada para fijarla en la rubia, lucía elegante y vestía un vestido rojo brillante, estaba embelesado hasta que notó el pendiente que yacía en su oreja, era un pendiente con el mismo dije de la pluma de un ave. Sintió su pecho arder de nuevo, dolía como nunca y destrozaba como nadie. Prefirió no decir más que lo necesario y apuró a presentarse con la emperatriz a su lado.

El primer baile era de la pareja imperial, tuvieron una conversación corta mientras bailaban, halagos y menciones de algunos invitados, era sentir que volvían a ser buenos para el otro, pero al final cada uno debía tomar su propio camino. A otros brazos, a otro amor, o simplemente a saludar a otros invitados.

Al finalizar se acercó a uno de sus secretarios, llevando una copa de champaña consigo.

—  Marqués Kaarl, ¿está disfrutando de la noche? 

— Por supuesto, su majestad. — respondió alegremente, su mirada se dirigió hacía la emperatriz, comentaría algún halago hacía la pareja pero en cambio su expresión fue indecifrable.

— ¿Sucedió algo?

— No es de mi agrado comentar sobre alguna persona, pero, su majestad, creo que sería necesario advertir a su majestad la emperatriz sobre el príncipe con el cuál baila. Rumores le rodean, sobre la infinidad de amantes que ha tenido y mujeres a las cuales ha seducido.

Sovieshu volteó para ver a la emperatriz,  ella bailaba cómodamente junto a un príncipe rubio de órbes morados que lucía alegre de conversar con ella. Eso irritó aún más al emperador, primero una albina le estrujaba el corazón y ahora un extranjero coqueto se encargaba de arrancar nervio por nervio.

— Es uno de nuestros invitados, por favor no siga esparciendo tales rumores. — respondió con una sonrisa a la ves que acariciaba su propia mano con tal de tranquilizarse.

El marqués se disculpó con una reverencia mientras tomaba de su copa apresuradamente y con nerviosismo. El emperador trató de no reír y siguió observando la velada, sus ojos se posaron sobre la albina que charlaba  alegremente con uno de los invitados, un rubio fornido pero de cara delicada y órbes verdes. Lo miraba con dedicación hasta que sus miradas se encontraron, el ojiverde sonrío de lado y el emperador correspondió con otra sonrisa. El conde se acercó por atrás.

— Él es el duque Ergy, según es amigo del príncipe de occidente. Los mismos rumores le rodean solo que a él se le conoce por la miseria que las pobres terminan por encontrar después de él.

— Marqués Kaarl. — le reprendió de nuevo.

— Mil disculpas su majestad. —río nervioso haciendo otra reverencia.

El baile continúo con normalidad, charla tras charla con diferentes invitados. El emperador empezó a sentirse abrumado y cansado, trabajo arduo y desgaste emocional, él sólo deseaba descansar. Salió a los jardines para darse un respiro y poder regresar,  hasta que otra persona se le unía con pasos suaves.

— La luna está hermosa esta noche, ¿no lo cree, su majestad? — el emperador volteó, era el duque Ergy. Sonrió por cortesía, lo único que pedía era un momento a solas.

— Así es, lo está.

— Se encuentra una historia, en la que se habla sobre la luna. Ella escuchaba las suplicas de aquellos con el corazón herido, los confortaba y les ofrecía lo que su corazón anhelaba si su razón era pura y honesta. — El emperador lo miró con curiosidad. — Así que si algo abruma su corazón, no dude en consultarselo a ella, y cuando esté seguro de lo que su corazón anhela, pídaselo. — le giñó un ojo regresando al salón dejando atónito al emperador.








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⏰ Última actualización: Mar 03, 2022 ⏰

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Wolf in sheep's  clothing - Emperatriz divorciada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora