CAPÍTULO I

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"El leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del planeta"

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Sus padres le dijeron que empacara algunas cosas, solo lo esencial. A la corta edad de nueve años no lograba comprender lo que sucedía a su alrededor. No entendían por qué dejarían su hogar y no sabía quiénes eran esa pareja de rubios que se encontraban fuera de su casa junto a un globo aerostático.

—Mikasa, ¿ya estás lista? — Le preguntó su madre, su padre se encontraba platicando con la pareja desconocida.

— Mamá, ¿a dónde vamos? ¿Quiénes son ellos?

— Es complicado de explicar. Ellos son los señores Arlert, iremos con ellos fuera de las murallas. Mikasa, fuera de las murallas hay más personas, iremos a buscar al clan Azumabito, al clan de mi familia. Si nos quedamos aquí nos mataran.

Lo dicho por su madre asustó a la niña, sus padres le habían dicho que vivían en la montañas porque gente mala los perseguía, pero nunca pensó que tuvieran que huir de su hogar y mucho menos fuera de las murallas dónde solo habitaban los titanes.

— Hayami, Mikasa, debemos irnos— Les dijo el señor Ackerman.

— Mikasa ve con papá, tengo que ir por algo a la casa. No tardo.

Como su madre se lo pidió, tomó sus cosas y subió al globo. Tras unos minutos su madre regresó con un cofre entre sus manos, pero no notaron la presencia de tres hombres que fueron directo a atacar a Hayami, fue el grito de ella que puso en alerta a los demás.

— ¡Hayami! —Gritó Bernard Ackerman y salió del globo para rescatar a su esposa— Lise, Lucien, cuiden a Mikasa.

— ¡Mamá! ¡No lastimen a mi madre! — Mikasa vio como su padre corría contra esos hombres, su padre trató de deshacerse de los hombres pero uno de ellos sacó una navaja y lo apuñaló— ¡Papá! ¡No, por favor!

Lucien abandonó el globo y fue en ayuda de los Ackerman. Hayami tomó unas tijeras del cofre, pero antes de que pudiera usarlas uno de ellos la apuñaló y aventó la navaja al suelo. Lise rodeaba a Mikasa en su brazos para evitar que ella fuera con sus padres, pero en un momento Mikasa se escapó de su brazos. El señor Arlert esquivaba con dificultad los ataques, si seguían así todos morirían.

— Los dejaremos vivir si nos dan a la niña— Le dijo uno de los hombres— Su madre nos era de más utilidad, pero la perra no quiso cooperar.

— ¡No van a tocar a Mikasa!

— Con que su nombre es Mikasa. Bueno, creo que la niña nos ha hecho las cosas más fáciles.

Lucien no se había percatado que Mikasa se había bajado del globo y que se encontraba a un lado de su madre que agonizaba.

— Mikasa, tienes que irte. Sube a ese globo y vete.

— No los dejaré, me quedaré con ustedes.

— No lo harás, subirás con Lise y Lucien a ese globo. Saldrás de está jaula y lucharás por ser libre. Prométemelo Mikasa, promete que nunca dejarás de luchar.

— Lo prometo.

Mikasa lloraba sin poder detenerse al ver como el brillo en los ojos de su madre desaparecía. Escuchaba que Lise la llamaba y también a su esposo; a unos metros de ella, dos de los hombres golpeaba a Lucien y el tercero se estaba acercando a Lise. En ese momento Mikasa sintió una corriente de energía recorrerla por todo el cuerpo, no iba a permitir que esos asesinos mataran a los amigos de sus padres, lucharía como su madre se lo pidió. Tomó la navaja que se encontraba cerca del cuerpo de su madre y fue directo a atacar a los dos hombres que estaban sobre Lucien, no supo cómo lo hizo, pero en un rápido movimiento los había matado. El señor Arlert quedó sorprendido por la hazaña de Mikasa, el tercer ladrón al percatarse de lo ocurrido estaba dispuesto a huir, sin embargo Mikasa lanza la navaja y da justo en el cuello del hombre.

Efecto MariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora