Capítulo 3 : llamadas

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Hora y media después, Midori consiguió llegar sana, salva y parcialmente seca a su apartamento, donde Lucy la estaba esperando con un enorme bol de palomitas y una peli puesta en el salón. Pese a sus pequeñas dificultades de comunicación, ambas compartían un gusto por los planes en casa, y les encantaba ver películas y series juntas. La elección de su compañera había sido Love, Actually

-¿No te parece un poco pronto para películas navideñas?- preguntó Midori, quien adoraba un buena comedia romántica, pero es que apenas estaban a mediados de noviembre.

-Nunca es pronto para el amor- respondió la otra chica. Por lo que Midori había podido observar, su compañera era una romántica empedernida, y le había contado que estaba en una relación a distancia con un tal Jackson, su novio del instituto, que vivía en EEUU.

Con una pequeña risa, Midori se acomodó en el sofá, se envolvió en una suave manta, y cogió un enorme puñado de palomitas del bol. Parecía que estaban recién hechas, y tenían la cantidad perfecta de sal y mantequilla. Su compañera era una experta en lo que se trataba de snacks. Al poco de comenzar la película, la chica notó una vibración que provenía de su bolsillo trasero, acompañada de una melodía. Sacó el teléfono de su pantalón, y vio en la pantalla que su amigo Atsumu la estaba llamando.

-¡¡Midorinchis!!- la voz de su amigo estaba a tal volumen que la chica tuvo que apartarse el móvil de la oreja-  Que ya me han dicho el día que voy a Tokio.

-Me alegro mucho Atsumu, ¡pero no hace falta que me revientes el tímpano!-La chica oyó una risa al otro lado del teléfono, y suspiró. Su amigo podía ser infantil, impaciente y un gritón, pero ella le quería muchísimo- El caso, ¿cuándo vienes?

-Suna y yo saldremos el domingo por la mañana, que el campamento empieza el lunes.

Midori se quedó blanca por un instante. ¿Había oído bien? ¿Suna también iba a venir a Tokio? ¿Cómo es que nadie le había dicho nada? Tenía la sensación de que su amigo seguía hablando, pero ella no estaba prestando atención a nada, se había quedado completamente en shock.

-¡Hola!¿Holaaa?¡Tierra llamando a Midori!- la chica salió de su ensoñación, y se levantó del sofá para dirigirse a su cuarto- ¿Pasa algo?

-No, nada...es solo que no sabía que Suna venía contigo.

-¿No te había avisado?- Atsumu sonaba confuso.

-Ya sabes que las cosas entre nosotros han estado medio raras este último año...No tenía ni idea- la joven sacudió la cabeza, no quería rayarse por ese tema en aquel momento-. Por cierto, ¿sabes a quién me he encontrado hoy a la salida de mi facultad?

-NI idea, sorpréndeme.

-A Sakusa Kiyoomi, el de Itachiyama.

 Midoru tuvo que volver a apartarse el teléfono de la oreja ante la reacción de su amigo.

-¡¿Qué?!¡¿Omi!?

Ella le explicó el encuentro que había tenido con el otro chico, y Atsumu parecía bastante sorprendido. En realidad, ella lo entendía, porque con la cantidad de personas que había en Tikio, era prácticamente imposible encontrarse con alguien conocido. El joven le dijo que ellos dos tenían una relación algo especial, pues estaba segurísimo de que Sakusa solo se estaba haciendo el duro y que quería ser amigo suyo.

-Creo que se picó un poco cuando le comenté que ibas a venir a Tokio- dijo Midori-. Creo que quería que le avisaras tú.

-Bueno, bueno, señor Omi, conque quieres verme eeeee- el tono de voz de Atsumu se volvió satisfecho, como si hubiera ganado algún tipo de apuesta sobre la que Midori no tenía ni idea-. No le había dicho nada porque quería que fuera una sorpresa. Seguramente a él también le habrán invitado al campamento, Mister universitaro.

Eso último lo dijo con un deje de burla, pero la chica no quiso preguntar por la razón a la que se debía eso. Sí que le preguntó por su hermano, porque le extrañaba que a él no le hubieran invitado, pero Atsumu le dijo que, aunque sí que le habían invitado, Osamu había rechazado la oferta para centrarse en su formación culinaria. El chico le había dejado claro varias veces a su amiga que, por mucho que le gustara el voleibol, no quería dedicarse a ello profesionalmente, sino que su verdadera pasión era la comida.

-Pues nada, avísame cuando estés por aquí e igual me escapo un rato a verte- Midori se quería referir también a Suna, pero le daba vergüenza admitir que le quería ver. Aunque su relación no volviera a ser como antes, le encantaría recuperar aunque fuera la amistad que había tenido con él. Sin embargo, eso le parecía imposible, y más viviendo a más de siete horas en coche de él.

Una vez se hubo despedido de su amigo, la chica colgó el teléfono y regresó al salón, donde su amiga la esperaba con expresión curiosa y la película en pausa. Midori se volvió a hundir en el sofá, recuperando la posición en la que se encontraba antes.

-¿Y bien?- preguntó Lucy- ¿Qué era tan privado para que tuvieras que salir corriendo a tu cuarto?

-Nada, nada, solo que unos amigos van a venir a Tokio la semana que viene.

-Uyyy interesante, ¿conozco a esos amigos?- Lucy a veces era un poquito cotilla, pero Midori no tenía problema con eso, por que ella misma también era una maruja de cuidado.

-Son dos de mis amigos del instituto, los que jugaban al voleibol... Atsumu y Suna.

Su compañera de piso se quedó pensativa durante un segundo, haciendo memoria para recordar quiénes eran aquellos dos chicos.

-¡Ya sé! Pero ese tal Suna...¿no era tu "casi algo"?

Midori rió un poco, y asintió. Le había hablado de él a su amiga alguna que otra vez, porque quisiera o no, el chico se seguía paseando por su cabeza bastante a menudo. Lucy le dio un poco con el codo y arqueó las cejas.

-Sabes lo que dicen, ¿no? Donde hubo fuego, cenizas quedan.

-¡Serás burra!- Midori estampó uno de los cojines del sofá en la cara de su amiga- Ni cenizas ni ostias, si no hablamos siquiera.

-Pero eso se arregla fácil, con un par de cubatas encima todo el mundo se vuelve hablador- dijo mientras se apartaba el cojín del rostro, solo para recibir de lleno otro en el mismo sitio-. Sí, sí, tú dame todo lo que quieras, pero sabes que tengo razón.

-Sibis qui tingui rizín- la joven se burló de su amiga- . ¡No voy a salir de fiesta con estos dos! Vienen aquí a entrenar, no a vivir la buena vida.

-Mi niña, ¿de verdad te crees que estos no salen de fiesta? Por muy deportistas que sean, seguro que son los primeros que están en las colas de las discotecas los viernes por la noche. Eres tú la que siempre tiene alguna excusa para no salir.

Sí que era cierto que Midori no había salido de fiesta ni un solo día desde que empezó la universidad. No era que no tuviera ganas, a ella le gustaba pasárselo bien fuera de casa de vez en cuando, pero Lucy salía con otros estudiantes de intercambio y a ella le daba mucha vergüenza acoplarse, y además que no se llevaba con casi nadie de su clase.

-Bueno, yo si quieres les digo que si salimos algún día por la noche, pero no te esperes demasiado- dijo Midori-. Te vienes con nosotros, ¿verdad?

-¡Obvio! Sabes que no me pierdo el drama por nada del mundo, y este rollo raro que te traes con ese tal Suna promete.

Lucy se llevó un último golpe de cojín, y retomaron la película entre risas.


¿Volvemos a la fiesta? || 2a parte de "Solo vine a la fiesta por..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora