"Virgilio y Berenice"

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(1ra parte)

La gente se preguntaba por qué Virgilio había arreglado de esa manera a su prometida. Asomarse al féretro daba escalofríos.
La gente podía sentir que algo no estaba bien. Un difunto no podía ser sepultado viéndose así. Parecía que su pobre alma aún no estaba lista para partir.
Eso se reflejaba en todo su cuerpo. Porque la muerta aún tenía una sonrisa en su rostro, no estaba pálida, y sus ojos aún abiertos le daban un aspecto vivo.
Las rosas rojas que decoraban su ataúd desde hace tres días no estaban marchitas.
La gente se persignaba, tan solo al ver a la difunta vestida de novia causaba espanto.

Cuando Virgilio vió que todos se marcharon cerró las puertas, las ventanas, y apagó todas las velas. Se quedó a solas con su prometida. Comenzó a llorar recordando como su madre se oponía a la relación.

-Esa mujer no es buena, Virgilio-le decía su madre. Y le rogaba que se apartará de ella, que una madre sabía lo que era mejor para su hijo.
-¡Hazme caso por favor, hijo mío!- le dijo su madre, cuando se enteró que Virgilio le había  propuesto matrimonio.

Pero Berenice era su primer amor, y no solo eso, incluso las primeras mieles del placer las había saboreado de su cuerpo, lo que ensalzó aún más la pasión en la relación.

Contrario a su madre, su padre lo apoyaba por completo.
-Ese es mi hijo- exclamó cuando se enteró que se casarían. Esa noche lo llevó a beber a la cantina del pueblo.

Mientras tanto su madre, desesperada por la posibilidad que Berenice fuera su nuera, ideó un plan macabro.

Fue donde el santero del pueblo.
Cuando la mujer llegó, él la estaba esperando, vestido totalmente de blanco, en la oscuridad de la noche, listo para empezar el ritual.
El cabello de la pobre Berenice fue quemado sobre palo santo, mientras la mujer y el santero derramaban su sangre sobre el altar dedicado a Oshun.
"¡Oh mi preciosa Oshun, con tu gran fuerza y poder separa a mi hijo de Berenice. A partir de este exacto instante te lo entrego en tus manos, que él obedezca solo a su madre, como si yo fuese la única persona del mundo"
Recitó la mujer, mientras vertían sangre en un agujero de tierra, en donde segundos después sepultó la fotografía de Berenice.

Esa noche el corazón de Berenice se detuvo.
No fue sino hasta el siguiente día, cuando sus padres la encontraron rígida sobre su cama, con los ojos muy abiertos. Su pecho frío sin latidos. Berenice estaba muerta, nunca se despidió, ni dio señal de algún padecimiento. Murió con sus ojos abiertos.

Ahora Virgilio la contemplaba desde la penumbra. Veía viva a su amada, pero su corazón no latía ni siquiera por él. Sentía tan poquitas ganas de vivir. Abrió el ataúd y se recostó junto al cuerpo en busca de consuelo.

Pensaba que ni siquiera con la fuerza de su amor sería capaz de devolverle la vida.
Y mientras esto pensaba, el aire leve de un suspiro le removió el cabello.
Aterrado salió del ataúd. Buscó entre la penumbra una vela que iluminara el rostro de Berenice, quien ahora dirigía su mirada fija hacia él, sonreía, hasta parecía pedir un beso, tal como lo hacía cuando estaba en vida.

Autor: #VladimirAR

(Si quieres leer la segunda parte déjame un comentario)

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