ERES LA LUZ (parte 1)

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Jiang Cheng hijo de la cónsul Yu ZiYuan y su esposo Jiang FengMian fue concebido y criado para enaltecer el legado de ambas familias. Nunca nadie tuvo en cuenta su opinión al respecto, y por mucho tiempo, nadie le preguntó o se interesó por sus deseos. 

El niño creció dentro de una casa solitaria, fría y estéril; criado por innumerables niñeras y niñeros transitorios que en realidad, eran asistentes a las que la cónsul Yu castigaba ordenándoles que cuidaran de su hijo. Cuidar del pequeño Jiang Cheng era motivo de humillación, y la razón por la que éstos suboficiales desahogaban su malestar con una actitud apática, poco paciente y desprovisto  de afecto. 

Muy pronto, Jiang Cheng aprendió que estaba solo, y que al igual que todos a su alrededor, debía mantener a su madre aplacada. Al igual que sus asistentes, él debía esforzarse en cumplir sus ordenes y evitar decepcionarla.

A los ocho años entró a una importante academia para niños de la Federación (1). Aún cuando su hogar se encontraba en la Tierra, sus padres lo dejaron en las residencias de estudiantes para que "interactuara con otros niños", aunque en realidad solo no querían más responsabilidades en sus atareadas vidas. Su actitud defensiva y competitiva no hizo posible que se hiciera amigo de otros niños.

Según la Cónsul Yu, la meta principal de Jiang Cheng debía ser sobresalir en todo. Ser mejor que los demás. Sin embargo, él únicamente quería que lo dejaran solo, porque estando solo no tendría que preocuparse por nada ni nadie. 

En su primer año vio cómo los padres de otros niños parecían alegrarse por los logros de sus hijos, y compensarlos con sonrisas, visitas sorpresas y palabras de afecto. Siendo testigo de algo tan impresionante pensó que para obtener lo mismo, solo necesitaba esforzarse más. 

En su segundo, intentó con esmero alcanzar el mayor puntaje, pero al final del año sólo consiguió un tercer puesto. Cuando las notas de ese año fueron publicadas la cónsul Yu se comunicó con él por primera vez desde que ingresó a la Academia. El pequeño Jiang Cheng se emocionó pensando que tal vez, un tercer lugar no era tan malo y su madre lo felicitaría y lo animaría a mejorar. Eso habían hecho otros padres. Sin embargo, él solo recibió palabras llenas de decepción y regaños. "No vuelvas a decepcionarnos" fueron las palabras de despedida de la mujer. Jiang Cheng terminó la llamada y mordiendo el interior de sus mejillas se consoló pensando, una vez más, que solo necesitaba ser el mejor. 

El siguiente año, estudiando más que nadie y siendo constantemente molestado por otros niños por su malhumor, consiguió el primer lugar. Con una sonrisa de triunfo volvió a su habitación, se vistió bien y esperó una llamada que nunca llegó. Con el pecho apretado y sintiéndose enfadado, la mañana siguiente, llamó a casa pensando que tal vez sus padres no habían sido informados de las calificaciones.

Jiang FengMian estaba en casa y recibió su llamada distraídamente mientras leía unos informes. Jiang Cheng podía verlo sentado de tras de su escritorio mediante el comunicador holográfico.

—Padre, las notas fueron expuestas—su hijo le informó y por el rabillo de sus ojos lo vio de pie en su habitación de la Academia a solo unos kilómetros de distancia.

—Esta bien, ¿Necesitas algo? — dijo tan enfrascado en su lectura que apenas si levantó la vista para verlo. Tragando un nudo en su garganta el niño no respondió de inmediato. Esperó, pero su padre no agregó nada más.

—No necesito nada — respondió y solo recibió un asentimiento.

—Esta bien, te veo luego— su padre dijo finalizando la videollamada.

Jiang Cheng entonces pensó que necesitaba esforzarse aún más. Cada año, con ese pensamiento seguia adelante. Aunque año, tras año, siguió sin ser suficiente.

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