Lágrimas de hielo

Auto compasión y Auto engaño

Desde el inicio su vida no fue más que tormento, ver a la persona más importante dormir bajo el cristal de hielo no puede ser signo de felicidad. Aunque cada día le busques, aunque cada día desees que aquello no hubiese pasado, no puedes hacer nada para cambiarlo, el destino está marcado, jamás serás feliz. Él lo entendió desde una temprana edad, su vida estaba supeditada al sufrimiento, pero quería tener un rayo de esperanza, algo que lo hiciera pensar diferente.

Cuando lo conoció creyó que aquello que tanto anheló por fin estaba sucediendo. Era un hombre guapo, el más guapo que vio jamás, aunque su mirada era cruel y su actitud lo fue más, pero no lo descubrió en aquel momento, solo pudo estar cegado por el amor, porque se enamoró profunda e intensamente, como cuando has decidido entregar toda tu vida a una persona, sin importar las consecuencia.

Siempre lo supo, su amor era correspondido, cruel y frenéticamente, como se quiere a un objeto que se posee y se desea con todas las fuerzas, hasta agotarse en sí mismo, hasta que lo terminara agotando, sumido en la cruel ignominia. Perdió todo, pero no le importó, lo tenía a él, aunque el maltrato nunca fue físico, le consumió la mente, le ahogó el corazón. Nunca prometió cambiar, pero sus profundos ojos le suplicaban perdón cada vez, él en silencio lo aceptó, porque lo amaba hasta el punto de ya no sentir odio ni rencor, aunque quizás se mentía, tal vez lo que realmente deseaba era terminar con todo, acabar con la vida que estaba ligada a la suya.