Antier - El cementerio Akira
Giovanni se colocó las palas al hombro y pasó con reserva por encima de una tumba vieja, semi-sepultada. Su abrigo se inflaba ligeramente y rozaba la lápida mientras atravesaba el Cementerio Akira, canturreando con el paso. El sonido se extendía en la oscuridad como el viento.
Hacía temblar a Eider, quién lo seguía pesadamente con su saco demasiado grande, sus leggins con los colores del arcoíris y sus botas de invierno. Ambos parecían fantasmas mientras zigzagueaban por el cementerio, ambos tan rubios y de tez blanca que podían pasar por hermanos, o quizá padre e hija. No eran ninguna de las dos cosas, pero el parecido resultaba muy conveniente, ya que Giovanni no podía decirle a la gente que había encontrado a Eider unos días antes, al lado de una carretera empapada por la lluvia. Él acababa de escapar de la cárcel. A ella acababan de dispararle. Sus caminos se habían encontrado, o al menos, eso parecía.
De hecho, Eider era la única razón por la que Giovanni empezaba a creer en el destino.
Dejó de tararear, apoyó un pie con cuidado sobre una tumba y examinó la oscuridad. No tanto con los ojos como la piel, o mejor dicho, con aquello que se arrastraba por debajo de su piel y se enredaba en su pulso. Aunque dejó de canturrear, la sensación nunca se fue: prosiguió con un ligero zumbido eléctrico que solo él podía oír, sentir e interpretar.
Un zumbido que le indicaba que había alguien cerca.
Eider lo observó fruncir un poco el ceño.
—¿Solo somos los dos? —le preguntó.
Giovanni parpadeó, el ceño fruncido desapareció y en su lugar quedó la serenidad que siempre estaba. Retiró su zapato de la lápida.
—Solo nosotros y los muertos.
Siguieron avanzando hasta el centro del cementerio; las palas golpeaban con suavidad el hombro de Giovanni al caminar. Eider pateó una roca suelta que se había soltado de una de las tumbas más antiguas. Vio que, en un lado, tenía grabadas letras, partes de palabras. Quería saber qué decían, pero la roca ya había caído entre la maleza, y Giovanni seguía caminando con prisa entre las lápidas. Se apresuró para alcanzarlo, y varias veces estuvo a punto de tropezar y caer al suelo helado antes de llegar hasta él.
Giovanni se había detenido, y estaba observando una tumba. Era reciente; la tierra estaba removida y había una lápida provisional hasta que se pudiera cortar de una piedra.
Eider emitió un leve gemido de incomodidad que nada tenía que ver con el frío cortante. Giovanni volteó hacia atrás y le ofreció un asomo de sonrisa.
—Ánimo, Eid —le dijo, en tono ligero—. Será divertido.
A decir verdad, a él tampoco le gustaban los cementerios. No le gustaban los muertos, más que nada porque no les podía hacer daño. A Eider, en cambio, no le gustaban por el marcado efecto que producía en ellos.
Mantuvo los brazos fuertemente cruzados sobre el pecho, y su pulgar enguantado acariciaba el punto en su brazo donde le habían disparado. Empezaba a convertirse en un tic.
Giovanni se volvió y hundió una de las palas en la tierra. Luego le arrojó la otra a Eider, que abrió los brazos justo a tiempo para atraparla. La pala era casi tan alta como ella. Faltaban poco días para que cumpliera trece, pero incluso para alguien de doce años y once meses, Eider Rinaldi era menuda.
Siempre había tenido poca estatura, y desde luego no le favorecía el hecho de que apenas había crecido un par de centímetros desde que había muerto.
Levantó la pala e hizo una mueca por el peso.
—Es broma, ¿verdad?
—Cuanto más rápido cavemos, antes nos iremos acá. Y nos podremos ir a casa.
En realidad, solo se irían a una habitación de hotel donde no había más que la ropa robada de Eider, la leche de cacao de Sahani y los archivos de Giovanni, pero esa es otra historia. De momento, ir a casa habría sido ir a cualquier lugar que no fuera el Cementerio Akira. Eider observó la lápida y sus dedos aferraron con fuerza el mando de madera de la pala. Giovanni ya había empezado a cavar.
—¿Y si...? —preguntó, nerviosa—. ¿Y si los demás despiertan por casualidad?
—No lo harán. —Giovanni la tranquilizó—. Solo concéntrate en esta tumba. Además... —Levantó la mirada—. ¿Desde cuándo le tienes miedo a los cadáveres, justamente tú?
—No les tengo miedo —replicó, demasiado rápido y con toda la fuerza de quien está acostumbrada a ser la hermana menor. Porque lo era. Solo que no de Giovanni
—Míralo de esta manera —bromeó él, al tiempo que tiraba una pila de tierra sobre el pasto—. Si los despiertas, no pueden ir a ninguna parte. Ahora cava.
Eider se inclinó hacia adelante y empezó a cavar; el cabello rubio y corto le caía sobre los ojos. Los dos trabajaban a oscuras, y solo se oía el tarareo ocasional de Giovanni y los golpes sordos de las palas.
☪
Nota de la autora:
wolisssss
aki escribiendo pura locada
¿De dónde saco tanta mensada?
Sinceramente, no sé.
El día de hoy conocimos a 3 personajes, bueeeee
conocimos a dos
A Giovanni y a Eider; aunque iwal se mencionó a Sahani
De los personajes con los que se interactuó hoy, cuál fue su favorito?
re loka JAKJAJJAKJAJAJSJKAJSA
*no sabe que escribir*
Supongo que eso es todo por hoy🤪
-
—Vivan, no sobrevivan<3
*lo dice la que tiene la misma rutina todo los días*
ora si:
baiii
» Isa ☪
ESTÁS LEYENDO
Monstruos que juegan a ser humanos
Mystery / ThrillerDos estudiantes universitarios brillantes pero arrogantes que reconocían, el uno en el otro, la misma agudeza y la misma ambición. Uno escapa de la cárcel, decidido a encontrar a su antiguo amigo, con la ayuda de una muchachita cuyo carácter reserva...