Cenicienta

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Hermione abrió y cerró los ojos con frustración por no conseguir más de una hora seguida de sueño. En Francia como en Reino Unido sus pesadillas eran igual de tormentosas, en principio creyó que siguiendo a sus compañeros al torneo de los tres magos iba a mejorar, mas no, sus pesadillas se intensificaron.

- ¿Otra vez no puedes dormir? -Lorette estaba observándola desde su cama, usaba su pijama rosa pálido con volantes que la hacían ver como una de las ninfas de la Academia Mágica Beauxbatons - murmurabas cosas sin sentido.

- Lo siento - Se disculpó un tanto apenada - Iré a pasear un poco, seguro que el sueño viene a mí - se levantó de la cama, se puso los zapatos y salió tan rápido como pudo del carruaje.

Lorette soltó un par de maldiciones en francés, Hermione siempre olvidaba llevar abrigo y su varita por lo que pasaba la mayor parte del tiempo enferma. Dormiría media hora más y luego le llevaría una capa, porque ese pijama de volantes no iba a protegerla del terrible frío inglés.

Por su parte, Hermione caminaba cerca al lago negro, la luna se reflejaba en sus aguas haciéndolo más hermoso y el barco de los estudiantes de Durmstrang estaba al otro extremo, a pesar de estar lejos seguía siendo imponente, mas no como el castillo, si su madre no fuera francesa seguramente hubiera estudiado y crecido en Hogwarts como su padre deseó en vida. Suspiró frustrada al recordar que las discusiones con su madre eran el principal motivo de sus pesadillas, Jean Granger decía: "Eres una niña, aun no entiendes lo duro que es el mundo sin apoyo masculino en estos tiempos, alégrate de que no te he comprometido con un francés, busca un buen partido como lo fue tu padre"

- ¡No quiero! - pateó una piedrecilla que estaba cerca, usó tanta fuerza que su zapato le siguió al lago. Fue consciente de ello cuando sintió el frío en sus dedos. - Miró el cielo estrellado con frustración, siempre terminaba en medio de accidentes. Buscó su varita, se dio cuenta que no la traía. Miró hacia atrás, tal vez podría ir saltando de regreso al carruaje... Claro, rogando al cielo que ningún alumno o ser mágico la estuviera viendo.

- ¿Cenicienta, perdiste el zapato con intenciones de encontrar un príncipe? - Una voz masculina la sobresaltó. Al girar lo vio salir de entre los arbustos. Qué frase tan cursi, ni sus compañeros la utilizarían para conquistar - No me veas así, quien perdió el zapato fuiste tú.

Lo observó con detenimiento, era alto, de cabello rubio platino, tez pálida y usaba el uniforme de Durmstrang. - No soy cenicienta, Príncipe Encantador.

Él río ante el sobrenombre - Te ayudaré con tu zapato, cenicienta.

Uso su magia para traerlo de regreso, lo secó e hincó una rodilla para colocárselo a la bella damisela que lo veía incrédula, además de que parecía estar avergonzada, no sabría decir si estaba sonrojada o no, la luz de la luna no le dejaba apreciarla bien.

- No soy cenicienta - Dijo tras ingresar su pie en el zapato - Gracias...

- Príncipe Encantador - Dijo él, no le iba a decir su nombre, por lo general el apellido Malfoy hacía que las muchachas quisieran conquistarlo para hacerse con la fortuna familiar

Ella le sonrió en cuanto él se puso en pie. - Gracias, príncipe encantador. - Hizo una reverencia como le fue enseñada en Beauxbatons.

- Cenicienta, no pierdas el zapato otra vez, temo no estar cerca para dártelo. - Uso un tono pícaro y encantador mientas le besaba el dorso de la mano.

- Me aseguraré de perderlo solo en tu presencia - Hermione regresó la broma, estaba haciendo un gran esfuerzo para evitar reír.

Lorette salió a hurtadillas del carruaje, caminó un poco hasta que observó lo que ocurría con su amiga. Al parecer Hogwarts era un buen lugar para hacer migas con los estudiantes de Durmstrang, ¿debía ir o no? Negó con la cabeza, no iba a dejarla en manos del colegio rival, tal vez quería información sobre el torneo ¿y si le pedía que traicionara a Fleur? Se apresuró a interrumpirles y entregarle el abrigo para llevarla de regreso al carruaje.

Tonight © |DraMione|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora