Zane es el chico tranquilo y calmado de su familia, hasta que sus temores y recuerdos del pasado comienzan a atormentarlo cada vez más. Pronto se da cuenta que sólo vivía una mentira y todos lo sabían. ¿Querían hacerle daño? ¿Por qué lo harían?
Poco...
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Nuestras miradas se conectaron un par de segundos, parecía que quería decirme algo.
— Ella es Jenkins.
— Emely —Lo corrigió — Jenkins es mi apellido.
— Nunca te he visto en las fiestas de Aiden.
En verdad me extrañaba, conozco a cada persona que viene a la casa. Claro que no sé sus nombres.
— Es la primera vez que vengo a una.
Sus manos estaban muy inquietas, jugando con una de sus múltiples pulseras. Su apariencia me parecía familiar en todos los aspectos, esos rizos remarcados y la mirada oscura que te dirigía.
— Bueno, tengo que dormir. Mañana tengo escuela y no quiero desvelarme de más.
— Claro, entonces te veremos ahí. Vamos en el mismo colegio.
— Oh, está bien —Me dirigí hacia Emely — Fue un placer conocerte.
— Igualmente —Supongo que su actitud <<demasiado>> cortante fue solamente porque es muy tímida o simplemente no me quería hablar.
Con ese pensamiento me fui a dormir, esperando que ningún mal sueño interrumpiera de nuevo.
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Zane...
<< Gritos >>
Zane...
<< Escapa >>
— ¡Zane! —Sentí un golpe en mi estómago. Suave, pero aún así dolió.
Logré vislumbrar una silueta que se movía desesperadamente.
— ¡Dios! ¿Qué te pasa?
Cuando abrí los ojos en su totalidad, Aiden estaba justo al lado de mi cama con una almohada en sus manos
— Mamá me pidió que te despertara, mira la hora.
Rayos, es muy tarde. Apenas podré desayunar.
— Si... —Titubeo un poco — Gracias, creo.
— ¿Y ese milagro?
— No sé a qué te refieres.
— Pues, eres el rey de la puntualidad en esta casa y en definitiva, hoy no estuviste tan temprano que digamos.
— Ah, eso —Rasqué mi cabeza un poco — Últimamente he tenido problemas con mi sueño y... Te molesta si... —Señalé la puerta con la cabeza dándole a entender que necesitaba que saliera de la habitación.
— Claro, ya estaba por irme —Justo antes de cerrar la puerta, se volvió hacia mi — Deberías contarle a mamá, ya sabes, para que esté enterada de todo.
