Mis relaciones con las personas nunca han sido muy cercanas, y las que si lo han sido, nunca duraron.
Tengo un miedo incondicional a hacer amigos, más bien es el miedo a perder amigos, las amistades no duran para siempre, eso es claro, pero el sentimiento que te queda cuando te distancias de una es horrible, y por más que lo intente a veces, ya no es lo mismo, para nada parecido.
Conocer gente con la cual realmente encaje es realmente dificil para mi, todos tienen una visión tan positiva del mundo, y otros teniendolo todo creen que su universo se les cae, es egoista pensar que los problemas del resto son menos que los de otros, pero las personas que más ayuda tienen por parte de los demás, viven asumiendo que sus dilemas no le importan al resto, cuando no es así, y me da tanta rabia que teniendo a tanta gente apoyandolos, no cuenten sus problemas, a diferencia a aquellos que no tienen a nadie más aparte de a ellos mismos.
La unica amiga con la que he convivido y mi amistad ha durado ha sido con una chica de pelo castaño y corto, con ojeras en sus ojos, y una vista perdida igual que la mia, mirando hacia el vacio, buscando a una respuesta a todo, irónico a su nombre que a diferencia de ella, radiaba felicidad y una meta hacia el futuro, se llamaba Esperanza.
Junto a ella pasaba la mayor parte de mi tiempo, ambos eramos un apoyo del otro, cuando alguno tenia un problema, ibamos al mismo parque de siempre, y cada uno se sentaba en un columpio, para hablar de este, a veces lo resolviamos, a veces lo recalcabamos, a veces lo olvidabamos, y otras lo empeorabamos, a pesar de ello, ambos aprendiamos de nuestros errores, ayudandonos en busca de un apoyo mutuo.
Un dia en particular, que el cielo se recubría de nubes a su alrededor, grises por contener la lluvia, y ambientando la situación de vacio y tristeza de ambos, nos sentamos como de costumbre en aquellos viejos columpios que estaban ubicados en un ya malogrado parque, que también aportaba un ambiente triste, ambos permanecimos en silencio varios segundos, mirando al suelo, jugeteaba con mis pies esperando a quien dijiera la primera palabra, de cierta forma, ese silencio, compartir ese dolor con otra persona, me sentia sentir aliviado, tener alguien que haya pasado por cosas parecidas a mi, y tener el apoyo de ese alguien, tenernos el uno para el otro mutuamente, de cierta forma me ponia un poco feliz, sonreí suavemente y mis ojos brillaron, me animé a hablar.
-Este mundo es una mierda.
le dije con una sonrisa en la cara, ella me observo fijamente y sonrió ante mis palabras.
-Lo es.
Respondió asintiendo a mi frase. Luego dio una re mirada al suelo y volvio a dirigirse a mis ojos.
-Pero hay gente menos mierda que otras.
Sonrio de nuevo. Yo hice lo mismo y miré hacía el cielo, observando como de a poco las gotas de lluvia que las nubes acumulaba se desenvocaban lentamente para luego caer a el suelo, suspiré al aire.
-Sabes, tu eres mi mierda favorita.
Ella se empezo a reir, genuinamente, ella se estaba riendo, la alegría que irradiaba su risa, hizo que yo también empezara a reir junto a ella, ambos estabamos felices, felices de tenernos el uno al otro, fue en ese momento, que quise progresar, ser algo más, poder sentir mas veces la felicidad que estaba experimentando en ese momento, un sentimiento realmente auténtico, quería ser mejor, que ambos fueramos mejores. Y asi seguimos hablando por mas tiempo.
Después de aquello, nos despedimos ambos el uno del otro, hacía tiempo que una despedida de nuestras conversaciones no se sentia así, por lo general, siempre que teniamos que irnos, ninguno tenia el valor de decir adiós, porque sabiamos que despedirse, significaba salir de esa realidad, una en donde el juicio era solo entre ambos, y nadie más podía opinar, pero esta vez, fue distinto, ahora se sintío como si ambos estuvieramos ansiosos de la proxima vez, ambos queriamos vernos de nuevo tan pronto como fuera posible, y por eso nos deciamos adiós con tanta alegría, porque sabiamos que llegaría otro día.
ESTÁS LEYENDO
Mi propio existir
Teen FictionLa vida puede tener el sentido que tú le des, pero si no le encuentras un sentido, tú existencia se hace insignificante.