Auxilio!

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Esta historia la empecé por Mike, la terminé por mí.

Jesús Ojeda.

¡Auxilio! Necesito sacarme esta daga de mi pecho, arde, me quema, me corta la respiración y siento que me está arrancando uno a uno cada espacio de mi ser… Es un sentimiento por el que pienso que la mayoría (para no decir todos) hemos vivido en algún punto de nuestras existencias… A mis 23 años pensé que ya había superado esa fase de los amores de secundaria… Pero una gran bofetada de realidad me demuestra que no es así… Por cierto, disculpe que no me he presentado, me llamo Seth, y la verdad es que mi apellido paterno me resulta tan desagradable a mis oídos que prefiero omitirlo. Soy un chico “normal” y resalto normal porque este es un tema que últimamente se ha tornado un poco confuso sobre lo que es normal y lo que no, en fin, no me considero alguien extravagante, para nada, suelo ser alguien dedicado a su trabajo, de vez en cuando coquetear con la mirada en la calle, como cualquier persona, no suelo ir a fiestas (me desagrada la idea de tener que vestirte de tal o cual manera para demostrar algo a la suciedad, sociedad) y mi ritmo de vida básicamente se volvió esta rutina: me levanto al igual que todas las mañanas, menos sábado y domingo, a las 5.00am de la cama a la ducha, arreglarme, salir de casa, tomar el primero de tres colectivos que me llevan hasta mi trabajo, llegar al trabajo, dar los buenos días al personal, preparar café para todos, algo que hago cada mañana con mucho amor puesto que mi café es el más rico que alguien pueda preparar…. ¡en mi trabajo! Mientras está listo el café acomodo mis cosas exactamente en el mismo sitio de siempre; Oh! Listo el café, tomo un desayuno, cepillo mis dientes, me perfumo, reviso minuciosamente en el espejo que todo esté bien, hago una pequeña oración, bendigo mi sitio de trabajo y pido a las divinidades que el día sea armonioso, a pesar de saber muy a mis adentros que no sucederá, se abre la puerta, recibo a los pacientes por orden de llegada, termina mi turno a mediodía, caliento mi almuerzo en un horno microondas, y luego de almorzar cepillo mis dientes, vuelvo al espejo cual la bruja de un cuento de hadas, y me retiro, llego a mi casa, me tiro como un vegetal inerte en mi cama, siempre luchando conmigo mismo, diciéndome no te duermas, pero termino haciendo lo contrario, despierto ya de noche, tomo una ducha, por lo general ceno en mi cuarto, pero una vez al mes ceno con la familia, hablando de los mismos problemas de todo el tiempo en el trabajo, los estudiantes de secundaria más problemáticos que nunca, en fin…. Más de lo mismo, me retiro a mi habitación, doy gracias por todas las bendiciones de ese día (los pacientes amargados, el calor en la calle, el cansancio de mi cuerpo, y por tener donde llegar, dormir, cenar, tener una familia que me ama y simplemente ser feliz). Quizás para algunas personas el concepto de felicidad sería tener propiedades envidiables, conyugues sacados de una portada de revista fitness, autos del año, en fin todo lo que el dinero pueda pagar, no digo que ese concepto esté errado, pero mi felicidad la vivo con mi día a día, al sentir el frio que proviene de la madrugada al salir de casa, al ver los primeros rayos del sol, bañarme con esa hermosa luz dorada que produce el sol las primeras horas de la mañana, ir a mi trabajo, llegar, sentirme querido, poder caminar y que sean mis propios pies los que me llevan a mi sitio de trabajo... Ya que como trabajador del área de salud conozco muy de cerca la cantidad de personas que sufren y darían todo por estar en mi posición… En fin, lo que me llevo a este punto de mi vida donde vuelvo a recaer en el sufrimiento por un amor no correspondido no fue algo por lo que yo me propuse a caer… Simplemente de un momento a otro, la verdad no recuerdo que día, fue cuando me di cuenta que en serio estaba enamorado, al necesitar mantenerme en contacto con Mitch (Emmmm si, Mitch, hombre, por lo tanto eso me convierte en gay) necesitar escuchar su voz, pensar en el día a día, su rostro, su mirada, sus tatuajes, esa media sonrisa que esboza cuando me habla de algo que en serio le apasiona, y debería decir que nos apasiona, puesto que tenemos muchas cosas en común, trabajamos en la misma rama, nos gusta el teatro, los ciencias de lo oculto, los hombres, pero solo que él no gusta de mí ya que solo me ve como un amigo; en fin… Es solo algo más que demuestra que el amor sigue siendo la misma mier… sea el género que sea.

Mitch & SethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora