Verdad

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¿La estaba besando? El chico que le gustaba desde hacía años, la estaba besando después de que unos locos los persiguieran por la carretera. Esto no se parecía nada a las fantasías que había tenido al respecto y él ni siquiera le preguntó su parecer. Su mano voló por voluntad propia y se estrelló en el rostro de su protector. ¡Eso tampoco formaba parte de sus fantasías!

—¡Lo siento! Yo... No sé...

—Tranquila, fue mi culpa.

Se quedaron en un silencio incómodo por unos momentos, hasta que ella recordó lo que había dicho. ¿Alguien quería hacerle daño? ¿Su padre lo sabía? ¿Jason lo sabía? ¿Habían hecho un plan para enviarla a quién-sabe-dónde para esconderla? ¡Esto tenía que ser una broma!

—Supongo que entiendes que antes de avanzar un kilómetro más, quiero respuestas.

Lo vio soltar el aire con desánimo.

—Si, pero no aquí.

Puso en marcha el auto de nuevo y condujo despacio hasta un pequeño hostal en una casa estilo Tudor, en las afueras de la ciudad.

—De todos modos, había que parar para comer.

Descendieron y al entrar pidieron una mesa. No era temporada de turismo y el local estaba un poco vacío, perfecto para hablar.

Después de ordenar, Ariana apoyó su rostro en sus manos entrelazadas.

—Soy toda oídos.

—Tienes que entender que tu padre me ordenó no decirte nada.

—¿Te ordenó? ¡No estamos en la edad media, por Dios! Tal vez sea tu jefe, pero no implica que pueda decirte si hablar o no, especialmente conmigo.

Volvió a suspirar y Ariana se preguntó a qué venía tanto suspiro.

—Lo sé. Pero me dijo que si sabías todo esto no te haría ningún bien, sólo quería protegerte.

—Si me hace bien o no, es algo que yo decido. Habla.

—Bueno, tu padre no tiene pruebas, pero sospecha que alguien ha querido adueñarse de las acciones de tu madre desde hace mucho tiempo, no sabe quién...

—¡Alto! ¡Alto! ¡Alto! Las acciones de mi madre se repartieron entre todos los accionistas cuando ella murió.

—Eh, no. No fue así. Se suponía que eso pasaría, pero ella te las dejó a ti.

Ariana tomó un sorbo muy grande de agua. Se concentró en respirar despacio y profundo.

—¿A mí?

—Como te decía, piensa que hay alguien entre los accionistas... Bueno, que la muerte de tu madre no fue un accidente. Pero no contaban con que tu madre las hubiera blindado y legado a ti. Cuando cumplas veintiún años, o sea, el día de la próxima reunión de accionistas, tú tendrás poder absoluto sobre ellas.

Al otro lado de la ventana, Ariana sabía que había un mundo que seguía su camino. Aves volando en un infinito cielo azul, niños riendo, parejas haciendo planes para un futuro, nubes que se deslizaban perezosas hasta desaparecer. Un mundo que ella siempre había imaginado hermoso y prometedor. Pero, para ella, ese mundo estaba muy lejano. Ella vivía en uno donde había perdido a su madre a los doce años por la simple razón de una lucha de poderes. Uno donde alguien quería quitarle la vida y donde su padre la había apartado para protegerla, uno donde ya no podía salir sin alguien que custodiara sus pasos por temor a la maldad de gente sin escrúpulos. ¿Qué clase de maldito mundo era ese? ¿Por qué no nació siendo solo una niña común en un barrio cualquiera? ¿Por qué la fortuna de su familia tenía que ser una condena para ella?

Se puso de pie, no sabía por qué o a dónde iba. Quería desaparecer y dejar de ser quien era. Caminó y caminó. Por una vereda en medio de un verdor que brillaba bajo la luz del sol como una hermosa esmeralda. No sabía a dónde, pero seguía caminando. Se paró a la orilla de un pequeño estanque, a lo lejos el sol se metía entre las siluetas de la ciudad que parecía tan lejana: su hogar, un hogar emponzoñado. Se sentó, sin importar que iba a embarrar de lodo sus jeans de marca y sus lindas botas, y se abrazó las piernas.

Una chaqueta negra de cuero apareció sobre sus hombros. Se sentó a su lado, en silencio, como había estado toda la tarde mientras ella trataba de entender en lo que se había convertido su vida.

—¿Y ahora? —preguntó y miró al chico a su lado.

—¿Quieres volver? —Ariana lo pensó. Supuso que si volvía le causaría problemas a su padre.

—¿Mi padre me quiere lejos, cierto?

—¿Quieres ponerte a salvo?

—¿Dónde?

—¿Conoces un lugar llamado Oakham?

No sabía dónde quedaba eso, pero daba igual. Si ella era el centro de todos los problemas de su padre, al menos le haría el favor de quitarse de su camino.

Era de noche cuando emprendieron la marcha de nuevo. Ariana no habló el resto del camino y tampoco volvió a poner música.

Más Allá del Tiempo [TRONDHEIMERS EXTRA #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora