Día 2

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   La primera vez que recibió un gran desplazamiento por parte de su padre, fue a su tierna edad párvula. Trece Colonias, como le explicó muy posteriormente México, era un "criollo", producto de una pareja puramente europea, pero nacido en tierras conquistadas. Su padre, Reino Unido, dijo que un Alfa no se acomedía por los indios pieles roja, pues el cachorro trató de darles a los nativos la mitad de su alimento. No tenía mucha hambre, de todas formas.

   El británico lo llamó marica cuando éste lloró, resultado del golpe en las manos que le habían propinado.

   La próxima vez que lo estaban juzgando duramente, fue cuando se cambió de nombre e inició una revolución por su independencia personal. Una bazofia más predicada por su mayor y sus pelotas estallarían en una de ésas. Francia irguió el mentón, airada, insinuándole despectivamente que sin su poderoso padre no llegaría algún lado. ¿Eso era un reto? Porque Estados Unidos de América —sí, no fue muy creativo—, USA para los cuates, lo tomó obstinadamente. Con las maletas en las manos, a su mayoría de edad, yéndose a zancadas. Su padre le gritó, sin molestarse en soltar su taza de té, que su rabieta estaba llegando muy lejos y que dejará de ser ridículo. "Nos estás avergonzando" chúpala, les respondió y se fue.

   Su padre no estaba en la locomotora como para ver el incesante llanto de su hijo.

   En la tercera ocasión en que fue agudamente estudiado, estaba entrando a la universidad de sus sueños, completamente becado. La novedad era que, en esta ocasión, la sociedad es quien le apuntó con las cámaras. No es como si USA no fuera el hijo prodigo de dos potencias globalmente reconocidas —USA solía hacer papada, disgustado, al  recordarlo. Envuelto en un revuelo mediático, las premisas amarillistas especulaban sobre el inusual desligamiento del heredero a una fuerte suma de capital. Sus contemporáneos en la facultad tampoco se recataron, quejándose de haber ingresado por palanca o una tontería por el estilo. Dude, ¿de qué le estás hablando? Si sus padres fueron los primeros en llamarle para hacerle saber que él no gozaría del patrocinio de sus progenitores —quién lo necesitaba, los mandó al carajo.

   Ingenuamente creyó que salir del cascarón sería un paso a la libertad, dándose de bruces con la decepcionante realidad. El rechazo estaba a la orden del día, porque, para todos en la universidad —así es, te hablo a ti, catedrático de gramática y escritura creativa—, no importa cuánto se esforzara en demostrar lo contrario, las acciones de un pasado que no le pertenecen hablan por él.

   Azota estrepitosamente la puerta metálica de su casillero. Las víboras, que casualmente mencionaron un chisme en el que se ponía en tela de duda su esplendido promedio final de una materia particularmente difícil, donde se le implicaba a él entre las piernas del profesor; saltaron del susto al ruido y sus rodillas temblaron cuando dos luces, azules y mortíferas, les fulminaron con toda la rabia de un sabueso de caza. Las Betas salieron huyendo cuando la gruesa voz del animal —y no de USA— les ordenó que se largaran. La cínica sonrisa asentada en sus colmillos y las reglas rotas para llevar los lentes de Sol en el salón de clases le valieron el título de provocador, un gordo culo ególatra. Era muchísimo mejor que ser apodado "Delta".

𝙳𝚎𝚏𝚒𝚗𝚎: 𝙱𝚘𝚢   ||  𝚄𝚜𝚊𝙼𝚎𝚡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora