Capitulo I: El Chico tras la máscara

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La guardiana del Gato

Capitulo I: El Chico tras la máscara

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Si a Marinette le hubieran dicho que Adrien Agreste estaba tras la máscara de Chat Noir, seguramente se hubiera carcajeado imaginando la hilarante escena, pero ahora que la había visto con sus propios ojos, ni siquiera podía emitir un sonido. Mientras caminaba hacia donde estaba su grupo escolar, no podía sacar su mirada del chico, sin importarle si estaba siendo muy obvia para Adrien, quien no podía quitar la sonrisa de sus labios.

—¿Me veo mejor ahora que soy el héroe de Paris? —soltó, casi en un susurro, como para que solo Marinette pudiera escucharlo y hacerla salir de sus pensamientos.

—El Ego de París, dirás —pero la respuesta que recibió la hizo detenerse— ¿Qué?

—Es que... —Adrien llevó el puño a su boca, para cubrírsela —... es que siempre quise que seas conmigo como eres con Chat Noir, así que estoy gratamente sorprendido.

Ahora fue turno de Marinette de sorprenderse por las palabras del chico, que de repente parecía algo tímido al respecto. ¿qué rayos pasaba?

—Por cierto... —dijo Marinette, tratando de calmarse cuando llegaron cerca de donde sus compañeros esperaban por ellos, notándose claramente que la profesora estaba molesta por su desaparición —... creo que tenemos un problema en puerta.

—Pues... —Adrien la miró de arriba abajo y sonrió —... creo que tengo una idea.

—¿Cuál?

—Confía en mí— le dijo, tomándola en brazos.

—¿Qué demonios haces? —dijo, sorprendida por la hazaña del rubio, que solo le sonrió moviendo el hombro para que ella se acomodara y lo tomara del cuello.

—Tú solo déjamelo a mí —caminó hacia el grupo y cuando los vieron, Alya y Nino corrieron hasta ellos, asustados.

—¿Qué les pasó? —preguntó Alya.

—Marinette se lastimó el pie —respondió Adrien, con una voz tan llena de preocupación, que hizo que la chica tuviera que esconder su rostro contra el cuello del rubio para no morir más de vergüenza—. Traté de masajeárselo, ya que sé algo de eso por el tema de las pasarelas, pero solo puede pisar a duras penas, así que decidí cargarla y traerla para que ya no se preocupen por nosotros. Lo lamento.

—Debieron llamarnos —le regañó la profesora, haciendo que Adrien bajara a Marinette de sus brazos—. Marinette, ¿estás bien?

—Sí... —respondió, cambiando su semblante a uno adolorido —... digo, dentro de todo, sí, pero me molesta algo... Y lo siento, dejé mi teléfono en el bus.

—Yo también —agregó Adrien, inmediatamente.

—Ayuden a subir a Marinette al bus y llévenla al asiento de adelante, junto al mío —informó la profesora, haciendo que Adrien y Nino la ayudaran.

Marinette sabía que podía subir sin problemas, pero siguió fingiendo, luego miró a Adrien que seguía con una sonrisa en sus labios y se preguntó si el que ella conocía era el real. Eran tantas las cosas que tenía en su cabeza, que le estaba dando una jaqueca que no era para nada fingida.

Durante el trayecto de regreso, Adrien se sentó solo ya que Nino fue junto con Alya, así que aprovechó y le mando un mensaje a Marinette.

«¿Cómo va tu pie?», preguntó, acompañado de un emoji que sonreía cubriéndose la boca con la mano.

La Guardiana del GatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora