¡No Era Ron!

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—¡BARBOSA! —gritó el Capitán Jack Sparrow mientras veía a su preciado Perla Negra alejarse, el otro pirata reía mientras lo iba dejando atrás—. ¡Este no fue el acuerdo! Me las pagarás —gritó y el otro le arrojó una botella.

—¡Para que veas que no soy tan malo! —alcanzó a gritarle y su tripulación también comenzó a reír de forma burlona.

—¡Estúpido Barbosa! No puedo quedarme atrapado aquí otros... —hizo la cuenta con los dedos, no había barcos que zarparan en aquella isla tan seguido—. ¡Podría quedar años aquí!

Caminó hasta una palmera, se giró un poco y dio cuatro pasos largos, luego golpeó, por suerte había bajado dos cajas de botellas de ron, suficientes para una semana.

Sacó la primera botella y comenzó a beber, mientras veía a su hermoso Perla Negra perderse en el horizonte.

Bebió otro poco y luego pronunció aquellas palabras mágicas con su carrasposa voz.

—¡Oh, y ahora quién podrá ayudarme! —bebió hasta que el ron comenzó a derramarse por su descuidada barba.

—Yo...

—¡Qué demonios! —escupió el poco ron que aun quedaba en su boca.

—¡El Chapulín Colorado! —respondió el hombre bajito que vestía de color rojo con unas antenas amarillas en la punta, mientras que en su mano sostenía lo que parecía ser un martillo.

Jack Sparrow lo vio de arriba abajo, incluso lo rodeó. Luego olfateó su ron.

—Esto no era ron —arrojó la botella a un lado.

—Bueno, ¿para qué me invocaste? —preguntó el Chapulín.

—¡Yo no te invoqué! —Jack todavía lo observaba intrigado.

—Dijiste «¡Oh, y ahora quién podrá ayudarme!», eso quiere decir que estás en problemas y, a mí me gusta ayudar a la gente en problemas, es mi labor —respondió el hombrecito y también intentó rodearlo, vio su peculiar vestimenta y su sombrero—. ¿Quién eres? —se cruzó de brazos.

—Soy el capitán Jack Sparrow —se quitó el sombrero e hizo una reverencia.

—¿Y dónde está tu barco? —el Chapulín volteó a ver el mar.

—Mi barco se lo llevó el idiota de Barbosa...

—Barbosa, ¿el pirata? —el Chapulín dio un par de pasos atrás.

—Claro...

—¿También eres pirata? —ahora caminaba hacia atrás para tratar de alejarse de aquel hombre.

—¡Pues claro que soy un pirata!

—¡Oh no!, lo siento, tengo mis normas y entre ellas es no ayudar a piratas —dijo el Chapulín.

—Da igual, no veo como alguien como tú me pueda ayudar a salir de aquí —Jack abrió otra botella de ron.

—Alguien... ¿¡alguien como yo!? Soy lo mejor que te pudo haber pasado en la vida —el Chapulín se sintió ofendido.

—Bueno, pues sácame de aquí mientras yo bebo esto —Jack se dejó caer y continuó bebiendo.

El Chapulín comenzó a caminar por la isla, solo tenía que juntar algo de madera, encontrar algo con que unirla y tendrían una balsa. El punto era sacar al pirata de ahí y probarle que él era el mejor héroe de la historia, no como esos tontos Vengadores, que últimamente siempre llegaban antes que él.

—¡Ríndete, hombrecito! No vamos a salir de aquí hasta que llegue otro barco —ya era muy tarde y al Capitán le pareció prudente compartir de su bebida, solo por esa ocasión.

—No bebo, gracias —dijo el Chapulín.

—Como quieras, igual vas a terminar bebiendo, vamos a pasar años aquí —Jack se recostó en la arena mientras el Chapulín recorrió el lugar por sexta vez.

Se tropezó con una de las botellas de Jack.

—¡No debes dejar estas cosas tiradas en donde sea! —agitó la botella y se dispuso a arrojarla al mar, cuando notó que dentro había un pequeño barco—. ¿Qué... qué es esto? —le preguntó a Jack, él se sentó y tomó la botella.

Entrecerró los ojos para distinguir bien el objeto dentro, cuando bebía mucho no era capaz de enfocar a más de cinco centímetros.

—Una réplica del barco de las almas perdidas —respondió y le regresó la botella.

—¡En esto vamos a salir! —se emocionó el Chapulín, puso la botella en la arena.

—¡Eres la primera persona... o Chapulín que enloquece en menos de un día! No hay forma que salgamos de aquí con un juguete —Jack se comenzó a reír por la absurda idea de su nuevo compañero.

Lo vio muy concentrado, haciendo cálculos mientras analizaba la botella.

—¡En serio crees que podemos salir en eso! —se rio, estar atrapado con él en esa isla iba a ser muy divertido.

—¡Te dije, soy lo mejor que te pudo pasar! Ahora a un lado, no quiero lastimarte —lo alejó con el brazo.

—Claro, claro, porque alguien medio metro más bajito que yo me puede hacer mucho daño —se burló Jack.

El Chapulín le pegó a la botella con tal precisión que el barquito dentro de él no se rompió.

—¡Lo logré! Ahora, vámonos Jack —dijo él.

Jack se carcajeó.

—¡Claro! Vámonos —Jack estuvo a punto de poner el pie sobre el barquito, pero el Chapulín lo aventó.

—¿Qué haces? ¡Lo vas a romper, tonto! —lo regañó—. Primero debes comer esto —sacó unas pastillas.

—¿Drogas?

—Pastillas de chiquitolina, cómela —ordenó, pero Jack no hizo caso. El Chapulín decidió comerla primero para probarle que funcionaban, a los tres segundos su compañero se hizo pequeño.

—Definitivamente eso no era ron —dijo de nuevo y se echó la pastilla a la boca, sintió como si hubiera caído de una gran altura.

—¿Qué demonios eres tú? ¿Un mago? ¿Hechicero? ¿¡Un Dios!?

—Ya te dije, soy el Chapulín colorado, y ahora tú eres el pirata, así que debes saber manejar esta cosa —dijo el Chapulín.

—Claro, lo sabría su hubieras dejado el barco a la orilla del mar, ahora parece que vamos a tenerlo que empujar por varios kilómetros —se quejó Jack.

Les tomó toda la madrugada llevar el barco a la orilla del mar, luego Jack se subió dispuesto a manejar el barco.

—¡Salgamos de aquí! —dijo Jack—. Sabes, nos va a tomar una eternidad llegar a tierra firme si seguimos así de pequeños.

—No te preocupes por eso, ya lo solucioné— le dio otra pastilla y el Chapulín tomó otra.

A los pocos minutos (porque esa tardaba más en hacer efecto), ellos y el barco se hicieron grandes de nuevo.

—¡Genial! De ahora en adelante serás mi segundo abordo —Jack vio al frente, no le tomaría mucho alcanzar a Barbosa.

El Chapulín Colorado sonrió, otra persona más estaba satisfecha con su labor. Se dio la vuelta para buscar algo de comer y se topó con un par de espectros, uno a medio decapitar y otro sin brazo...

—Jack, dijiste que este era el barco de...

—Las almas perdidas, una buene réplica, de otro modo no podría manejarlo —Jack seguía con la vista al frente.

—No creo que sea una réplica —el Chapulín le tocó el hombro, Jack se giró un poco, y las almas perdidas que habitaban el barco poco a poco fueron apareciendo.  

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