Besos con sabor a menta

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Al principio, los dos adolescentes no podían ni mirarse a la cara, ya que si lo hacían sabían que acabarían peleando. Uno era demasiado egocéntrico y el otro alejaba a cualquier individuo que intentara acercarse a él, sin importar si sus intenciones eran buenas o malas. A medida que pasaba el tiempo, y la paciencia de su entrenador en el campamento se agotaba, las peleas fueron aminorando pero su relación seguía sin mejorar en lo más mínimo.

- ¡Miya! Ese pase era demasiado bajo, concéntrate quieres.

- ¿Pero qué dices? Has sido tú el que ha saltado en el momento erróneo.

Komori suspiró por undécima vez en el día. Cuando él y su primo estaban solos, el de pelo azabache no paraba de elogiar al colocador al que supuestamente tanto detestaba, pero cuando estaban cara a cara su actitud cambiaba completamente. Su orgullo no le permitía decírselo directamente.

A la situación no ayudaba mucho el hecho de que a la pareja de adolescentes les tocó compartir habitación. Cuando llegaban a su habitación no se dirigían la palabra a no ser que fuera para iniciar otra de sus interminables peleas, las cuales solían empezar a partir de nimiedades.

- Omi-Omi, te he dicho mil veces que no toques mis cosas.

- Yo no te he cojido nada. Qué, ¿ahora tienes delirios?

Y a partir de ahí no paraban de gritarse hasta que alguien venía a separarlos o hasta que uno de los dos admitiese la derrota, lo cual no pasaba casi nunca. Pero poco a poco, y gracias a la capacidad de adaptación de ambos, dejaron las discusiones al cabo de una semana.
Lo mismo ocurría en el vóley, cuando ambos se ponían de acuerdo eran imparables, incluso había veces en las que a sus compañeros de campamento les daban escalofríos al ver su perfecta combinación.

Durante el mes que duró el campamento, Sakusa y Miya se habían vuelto extrañamente inseparables, más específicamente era Sakusa el que no se alejaba de su "rival", pero a este no parecía importarle en lo más mínimo. Al contrario, siempre entablaba conversaciones con el más alto mientras este escuchaba atentamente, añadiendo algo de vez en cuando.

Y esta nueva relación se hacía más evidente cuando Atsumu había empezado a callar las voces de otros compañeros de campamento que se metían con Sakusa debido a su misofobia. El más alto no le daba demasiada importancia ya que estaba acostumbrado, pero por alguna razón al rubio le molestaba (ya que le recordaba a cuando se metían con él).

El primer campamento que compartieron juntos acabó con menos tensiones que al comienzo, pero su relación no cambió demasiado. Pero esta cambió drásticamente en su segundo campamento. En el año que había pasado entre el primer y segundo campamento se habían visto en varias ocasiones, mayoritariamente dentro de un campo de juego, lo que les había permitido admirar el juego del contrario.

Cuando inició el segundo campamento, los sentimientos de odio habían cambiado por una mezcla de admiración y amor. Sus compañeros suspiraron de alegría al ver que estos dos no se peleaban ni dentro ni fuera del campo de juego.

Una vez más, les había tocado compartir habitación. En esta ocasión tampoco hablaban demasiado, pero esta vez debido a que les daba demasiada vergüenza hablar con la persona que les gustaba, temiendo que se diera cuenta de sus sentimientos. Los gritos de las discusiones fueron sustituídos por cómodos silencios y sutiles miradas que de vez en cuando acababan coincidiendo.

El primero en darse cuenta de que cabía la posibilidad de que ambos sintieran lo mismo fue Atsumu. Llegó a esa conclusión después de haber analizado el comportamiento de Sakusa durante las últimas dos semanas, dejando la última semana de campamento para planificar su confesión, eso si al final se decidía a hacerla.

Dos días antes de que acabara el campamento, y con ello su tiempo juntos, Atsumu le avisó a Sakusa de que tenía algo importante que decirle. Después de desvariar a cerca de cual sería el tiempo y el lugar acertados para mantener la conversación, quedaron en hablar cuando volvieran a su dormitorio esa misma noche.
El día continuó como de costumbre para Sakusa, pero para su compañero de habitación fue una tortura, ya que en su mente se debatía una y otra vez si debía dar el gran paso. Cuando se acercaba la hora, Atsumu lo tenía más que claro. Prefería ser rechazado (seguramente de forma educada debido a la personalidad de Sakusa) que tener que seguir sufriendo por contener su amor.

Atsumu ya estaba sentado en el borde de su cama mientras esperaba a que su compañero saliera del baño. Al verlo en esta posición Sakusa decidió imitarlo, dejando algo de espacio entre ellos. El más alto intentó romper el hielo con uno de sus comentarios sarcásticos, pero no se atrevió a pronunciar palabra al ver el rostro serio del rubio.

- ¿ De qué querías hablarme?

- Más que hablar... quiero confesarte algo - Sakusa asintió levemente - no estoy al 100% seguro de que sientas lo mismo, pero ya no puedo ocultarlo por más tiempo. Me gustas Omi- Omi... mucho. Al principio pensé que solo era admiración, que solo me atraía tu estilo de juego... pero sabía que me estaba mintiendo a mi mismo. Si no sientes nada por mí no te preocupes, pero por favor dímelo directamente, no me gustaría ilusionarme para luego-

- A mi también me gustas Atsumu.

El mencionado miró a su compañero sorprendido antes de postrar una brillante en su rostro. Sus ojos se iluminaron y el rubor, que antes había perdido debido a los nervios del posible rechazo, volvió a su rostro. Sakusa se sacó la mascarilla y le hizo la gran pregunta, a la cual le seguiría una feliz afirmación. Sin darse demasiada cuenta, las miradas de ambos acabaron en los labios del contrario mientras se iban acercando lentamente.

- Atsu, ¿puedo besarte?

- Claro, Omi.

La nueva pareja unió sus labios en un tierno y tímido beso que no acabaría dudando más de cinco segundos. A Atsumu le sorprendió el beso, ya que Sakusa solía utilizar productos de higiene que no tuvieran ningún aroma, pero le llamó la atención el agradable olor a menta que había podido notar en los labios de su ahora novio.

A Atsumu le dio algo de pena que ese primer beso durara tan poco, pero ya tendría el resto de su vida para saborear esos besos con sabor a menta.



Ya estamos de vuelta  😎

Iwaoi & Sakuatsu stories 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora