Voz

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Notas: Luca no me pertecene. Este es un AU donde los chicos tienen entre 17/18 años de edad. Es omegaverse, lo que significa que hay alfas, omegas, aromas, mordidas y todo lo propio a ese universo. Es respuesta al #omegacember que lanzó la página de fb #Esdefanfics.

Y no, no habrá escenas sexuales, me centraré más en otras cosas pero iguales para mayores de entre 15. Pero puede contener OoC. 

Espero terminarlo esta misma semana para estarlo publicando día a día como marca el reto. Ah, también lo estoy poniendo en Amor::Yaoi bajo el mismo nick:) 

Ahora, a leer!

Voz

Alberto era un pescador que solía trabajar solo; diario al amanecer se dirigía al mar con un bote medio reparado, una red con muchos parches y una cubeta vieja. Ni siquiera usaba sombrero para protegerse del sol y aún así, regresaba con una cantidad considerable de peces.

Entonces el Sr. Marcovaldo salía de casa para ayudarle a descargar.

No había intercambio de palabras sino un par de miradas y sonrisas tímidas que ambos sabían interpretar.

Su jornada laboral terminaba al refrigerar la pesca ya que limpiarlos era una labor exclusiva de su jefe. Principalmente porque no quería que él manejara cuchillos por temor que se lastimara.

Así que resto del día salía al pueblo, andaba por ahí caminando, mirando los aparadores de las tiendas, saludaba a algunos conocidos y terminaba comiendo un helado sentado en la fuente del centro.

Las gotas de agua apenas mojaban su ropa, así que no tenía nada de qué preocuparse.

Ocasionalmente se quedaba a esperar el atardecer para regresar a casa del Sr. Marcovaldo, otras veces hacía trabajos de reparación pequeños, como cambiar tejas o macetas para las señoras, incluso había aprendido a pintar letreros para pequeños locales.

Apenas entraba, era recibido por un saludo y el anuncio de la cena.

Alberto subía a la habitación de Giulia, se preparaba a tomar una ducha, acariciaba a Machiavelli y finalmente tomar asiento en el comedor.

-¿Fue un largo día? -preguntó el Sr. Marcovaldo.

-No -contestó pasando su mano por la cabeza del gato-, cuando menos esperé ya se estaba poniendo el sol.

-¿Sabes qué día es hoy?

De inmediato el teléfono sonó, provocando que Alberto saliera disparado.

El aroma a sal comenzó a inundar la habitación a la vez que él se reía, enredando su dedo en el cable del teléfono o gesticulando lo que hablaba.

Esperaba toda la semana para escuchar la voz de Luca un par de minutos en los que le contaba de sus aventuras en la escuela, la comida o tareas que debía realizar.

La misma ansiedad la compartía Luca, quién deseaba escuchar más de Alberto, más que risas, sorpresas o respuestas tan cortas que no le dejaban apreciar su tono de voz.

-Por cierto Alberto -dijo nervioso, cuidando de estar solo en la habitación desde Génova-, ¿aprendiste la canción que te mostré?

-¡Por supuesto Luca! -contestó sonriendo- Soy un experto en música.

-¿Puedo escucharla?

-Sólo la escuché una vez, estoy trabajando mucho para comprar un radio también y poder escucharla todo el día juntos.

-Yo todavía no me la aprendo -confesó Luca-, pero la siguiente vez que vaya a Portorosso la cantaremos juntos. Giulia dijo el que Sr. Marcovaldo tiene un radio.

-¿Tiene uno? -preguntó mirándolo probar la cena aún en la estufa -le preguntaré para tenerlo listo cuando vengas.

-Me apresuraré para aprendérmela.

-¿Pero no estás muy ocupado ya con la escuela?

-No para ti -ambos se sonrojaron dando espacio a un silencio ligeramente incómodo ya que Alberto no encontraba alguna buena respuesta mientras Luca era observado por la madre de Giulia, que sonreía divertida por ese romance adolescente. 

Side to SideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora