1. Prólogo

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"Diagnóstico: Enfermedad del Hanahaki.

La enfermedad del Hanahaki sucede cuando existe un amor unilateral o mal correspondido y se manifiesta con vómitos y expectoraciones singulares de pétalos de flores. En algunas ocasiones, estos pétalos pueden estar acompañados por sangre. Dependiendo de la belleza o el carácter del afectado dependerá el tipo de flor. Puede suprimirse con medicación y puede erradicarse con un trasplante de corazón, corriendo el riesgo de no volver a sentir otra emoción otra vez. Si no es tratada a tiempo, puede desencadenar la muerte. 

ESTA ENFERMEDAD NO TIENE CURA". 

Ahí se encontraba Seto Kaiba, ingresado de emergencia al hospital tras comenzar a toser flores y desplomarse inconsciente en una junta de trabajo, releyendo los papeles que le había dado el médico hace más de hora y media. 

—Hanahaki... ¡Bah! ¿De quién me enamoraría yo? Kizara es buena amiga, sin embargo es mayor que yo, está casada y tiene dos hijos y... —de manera involuntaria, Kaiba comenzó a toser de forma dolorosa y en cuanto menos esperó; pétalos rosados y blancos salieron de su boca. 

No me malentiendas, Seto Kaiba no es un insensible; pero su círculo social se limitaba a empleados, Mokuba, Yuugi y Kizara.

Tomando uno de los pañuelos desechables que habían sido puestos a su lado, limpió su boca y se recostó nuevamente; reflexionando: "Cuando era niño, a mi madre le gustaban mucho las flores; ella tenía narcisos, tulipanes, girasoles y crisantemos" "Ah, en el jardín también había hortensias, rosas, dalias, peonías y azucenas y... ¡Oh! Cierto, a Mokuba le gusta el olor de las azucenas, dice que es muy dulce, pero yo prefiero las peonías y los lotos y..." Kaiba se levantó de un salto al recordar "peonías", y apretó ligerito el botón que llamaba a un médico o una enfermera. 

Pronto, una joven enfermera entró en su habitación con una sonrisa y pequeños círculos oscuros bajo sus ojos, se veía que había sido una larga guardia. Sin embargo, su actitud era fresca.

—¡Hola señor Kaiba! Me llamo Aoi Kimura. ¿En qué le puedo ayudar?

—Hola Aoi, ¿puedes llamar al doctor Shimizu, por favor? —antes de que la enfermera pudiera irse, Kaiba volvió a toser, nuevamente, salieron pétalos rosados y blancos y sin querer molestar a nadie, sólo alcanzó a susurrar: —¡Maldición!

Aoi miró compasiva al castaño y asintió varias veces antes de darse la vuelta y salir a buscar al doctor encargado de aquel muchacho. Pronto, pasos chiquitos cómo los de un ratoncillo se escucharon afuera de la habitación de Kaiba.

—¡Hermano! ¿Qué te pasó? ¿Estás bien? —en su interior, el corazón de Mokuba parecía querer llorar de preocupación al ver a su hermano mayor postrado en una cama.

—¡Mokuba! ¡Hola! ¡Ven; siéntate, siéntate! —el ojizarco se movió un poco a la derecha y palmeó un sitio en su cama —Momento... ¿No deberías estar en la escuela?

—No, salí temprano, Isono fue a recogerme y me informó lo que te sucedió —lo único que Kaiba pudo hacer en ese momento fue emitir un sonido de "oh". 

—¿Qué fue exactamente lo que te dijo que me pasó?

—Me dijo que te desmayaste por exceso de cansancio. Hermano, sé que la empresa es muy importante para ti, pero no debes forzarte; te hará daño llegar más allá de tus límites.

En cuanto menos cuenta se dieron, el doctor ya se encontraba en la puerta de la habitación examinando si estaba todo en orden.

—Joven Kaiba, señor Kaiba; buenas tardes —saludó y continuó, viendo a Mokuba en un extremo de la cama sentado junto a su hermano —joven Kaiba, ¿Me permite a su hermano un momento, por favor?

Dos corazones en ritmo de valsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora