THEA — SIETE AÑOS.
Me gustaba mucho estar en casa de la abuela Anne porque siempre me pintaba las uñas aun cuando a mamá no le gustaba.
—Que lindas — dijo la abuela sonriente mirando mis uñas moradas.
El abuelo Richard, el padre de papá había fallecido hace algunos años. Por lo que mi padre y la abuela Anne estuvieron solos algún tiempo. Yo jamás llegué a conocerlo.
—Ahora es turno de la abuela — extendió sus manos hacia mí para que las pintara.
—Color verde — sonrió tomándolo.
Ella me miró con una cara extraña.
— ¿Por qué verde?
—Ah... porque es tu color favorito abuela — dije un poco extrañada.
— ¿Mi color favorito? — comenzó a mirar por toda la habitación.
Los pesados pasos de papá se escucharon llegar hacia la sala.
— ¡Pa!— grité alegre.
Él sonrió, abrazándome.
— ¿Acaso están teniendo un día de chicas? — preguntó mirándonos.
Pero la abuela no contestó.
— ¿Mamá? — papá miró a la abuela con preocupación.
Lo miró y sonrió espléndidamente — Oh Martin, ya llegaste — luego me miró y sonrió — lo siento, no te escuché llegar, por aquí estamos teniendo un día de chicas.
—Mira pa — le mostré mis uñas
Él asintió — A mamá no le va a gustar eso.
La abuela hizo un ademan con las manos — Luego las despintaremos.
—Te traje tus galletas — dijo papá dejando aquel bonito empaque color dorado con negro tan lujoso sobre la mesa. Esas eran las galletas favoritas de la abuela.
THEA — EN EL PRESENTE.
—Gracias — le di el dinero al chofer y bajé del taxi.
Aprecie el enorme e imponente hospital lleno de paredes de cristal que estaba frente a mí. Caminé hacia la entrada y respiré ese aire que tanto odiaba, la muerte.
—Hola — una chica me sonrió.
—Hola — dije, devolviéndole la sonrisa — estoy buscando a la doctora Meredith.
Miró un pizarrón que estaba colgado en la pared y se dirigió nuevamente hacia mí.
—La doctora en este momento está haciendo un trasplante de corazón, y no creo que vaya a salir del quirófano pronto. Lo siento.
Negué y asentí — Gracias.
—Puedes esperarla en la cafetería si quieres.
—Iré ahí — y comencé a caminar por los pasillos del frío hospital.
Me detuve frente al elevador de puertas plateadas y miré hacia ambos lados, asegurándome que nadie me viera. Presioné el botón y como si la suerte estuviera de mi lado, no tardaron más de cinco segundos en abrirse las puertas. Presioné el botón del piso que quería y esperé, sosteniéndome de las barras.
—Hola cómo estás. Bien, todo bien — comencé a practicar — entras, saludas, y te vas. Seguramente no sabe quién eres — mi corazón dolió al decirlo.
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Until Youu
Teen Fiction¿Crees en el amor a primera vista?, ¿el amor simplemente nace y se queda ahí? No. Luck y Thea, dos personas con conceptos muy diferentes de cómo es el amor. "No te equivoques, lo que es para ti, sí puede dejar de ser para ti, si no lo cuidas, si no...