Pequeño mundo perfecto

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Takagi. Sí, ese es mi nombre, no soy una monjita, soy una niña de doce años que según mis hermanos no pertenece a este mundo. 


En mi universo no hay tristezas, sólo alegrías, sueños y suspiros, el romanticismo gobierna mi vida, amo las puestas de sol, el perfume de la hierba húmeda, el azulito del cielo como los ojos de mi príncipe amado, sueño con el momento en que me tome en sus brazos y me lleve a su palacio encantado. Nishikata, el príncipe del vecino reino.


En realidad soy una princesa lo que sucede es que es un secreto entre la reina y yo.


No es fácil comprenderme, por eso Nakai y Takao no juegan conmigo, mamá dice que soy una soñadora y que es mejor que me dejen sola, la única que me entiende es mi nanita Mano, ella me viste y peina cuidadosamente los lacios pelos que caen por mi espalda, después me perfuma entera con el agua de colonia con aroma a lavanda que ella misma usa, así cuando paseo por el jardín me confundo con las flores. 


Por cierto, debe existir una palabra para describir el sentimiento de mi nana cada vez que mi madre me manda de vuelta al dormitorio a tomar un baño para quitarme el olor a sirvienta, lloro de rabia y de vergüenza mientras la pobre vieja me enjabona el cuerpo y solloza en silencio, como sólo los seres humildes pueden llorar sus penas.


Todos los martes tomo el té con la reina Houjou, en realidad ella es mi abuela materna, mamá nunca la visita, no existen lazos de amor entre ellas y ahora que lo pienso... mi madre tampoco los tiene conmigo, ella adora a mis hermanos, a mí sólo me ignora, a veces me duele su indiferencia, pero con mi borrador imaginario hago desaparecer esos pensamientos y prefiero con gran alegría tomar tecito con su majestad.


Me esfuerzo mucho por ser una buena dama de compañía para mi abuela, después del té ella deja que yo manipule el viejo tocadiscos y seleccione los mejores temas de Los gatos y bailamos al compás de la música, luego terminamos la jornada en el jardín cortando todo tipo de flores que llevamos en una canastita, las que lucirán hermosas en los finos floreros de cristal de la sala de estar.


No sé porqué me da tanta tristeza dejar a la bella Houjou, sus ojos se nublan de lágrimas al verme partir, ¿Qué razón habrá tenido el abuelo para abandonar a tan dulce dama? ¿A caso será eterno el amor? No, no lo quiero averiguar, no quiero sufrir como mi abuela, por eso inventé un mundo de fantasías, donde no hay dolor sólo alegrías y suspiros de amor, donde mi abuela puede ser reina y yo una princesa, una dama de honor o sencillamente una flor.


Los fines de semana son fantásticos, pues tengo toda la atención de mi padre, escuchamos música nacional, en un descuido le robamos las galletas de miel a la Takagawa y jugamos ajedrez. ¡Soy tan feliz con mi padre en casa! y esto me emociona mucho. ¿Qué haría yo si me faltaras papito? No imagino tanto dolor, cerraría la puerta de mi mundo con la llave de la tristeza para no salir jamás de allí.


Los domingos vamos todos a misa, por orden de mi madre debo vestir bien y en lo posible mi pelo peinado en un moño para que tenga la cara despejadita, yo pienso que es para que Dios me pueda ver entre tanta gente. Cuando llegamos a la catedral todo me parece maravilloso, cuando sea grande quiero ser artista, quiero pintar santos, en el colegio en las clases de Arte no dejo de dibujar el rostro de Jesús, la hermana Mina dice que si no fuera tan romántica y soñadora sería una buena religiosa.


Hoy no es un martes cualquiera, la abuela Houjou está enferma y debe ser grave, porque mamá la fue a visitar, como no pude ir me quedé en el jardín cortando flores que espero llevarle algún día, se pondrá muy contenta y reiremos tanto que se olvidará hasta de sus dolores.


Se la llevaron a un hospital. ¿Por que no me dejan verla? ¿Es que no saben que yo puedo sanarla? ¡Soy su dama de compañía! Yo sé como le gusta el té, con poca azúcar y unas gotitas de limón, yo sé peinar su ondulado y sedoso cabello, sólo yo entiendo sus rebuscadas frases en alemán, pero parece que no es suficiente, soy sólo una niña que al parecer molesta en todos lados.


En la casa reina el silencio, Nakai y Takao se comportan en forma extraña, la Takagawa me mira con ternura, ¿Qué está sucediendo? El jardín es el mejor lugar para pensar, estoy tan triste, han pasado muchos días desde que la abuela se fue al hospital y lo único que me dicen es que está "estable". ¿Qué significará?


No quiero ver a nadie, no quiero comer, ¡no quiero nada!, ¡quiero que me dejen en paz! Papá golpea insistentemente mi puerta, ¡es que nadie entiende mi pena! Mientras estaba en el jardín sentí un intenso dolor en el pecho que me obligó a caer al suelo, sentí que mi corazón se rompía en mil pedazos, el viento me susurraba algo al oído, todo era tan confuso, hasta que entendí los dichos del viento, que con voz de trueno dio el anuncio... 


"LA REINA HA MUERTO". 


¡Mi reina ha muerto! solita en una sala de hospital...


Ahora en la quietud de mi pieza, ya que papá dejó de golpear mi puerta, puedo llorar tranquila, mañana será otro día y podré besarla por última vez, se llevará mi corazón derechito al cielo desde donde estoy segura me cuidará.


Fui la última en abandonar la tumba de mi abuela, traté de memorizar bien el camino, para volver, sin que nadie ni mi madre me lo impida.


Dejando la idea de un príncipe que nunca llego . . .







































Fragmento de "Abandono". Original de Isabel Muñoz Schulz. Editado y cambiado los nombres por los personajes de la serie. 

One-Shots de KJNTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora