3| Chupa-chups de fresa y una zorra que no es Santana

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Correr descalza y en mitad de la noche detrás de una preciosa rubia no era como Santana lo imaginaba. En las películas el protagonista está motivado, luce perfecto y siempre tiene zapatos para correr; ella llevaba su pijama más cómodo, estaba sudando y le dolían los pies. 

—¡Britt! ¿puedes parar? —gritó la latina. —por favor. 

San tomó una bocanada de aire frío y cogió carrerilla intentando alcanzar a Britt, logró tocar los dedos de ella y se prendió de su mano, haciéndola frenar de golpe y caer al suelo que estaba incluso más frío que el propio aire. La rubia se quedó allí de pie, no volvió a intentar correr, se le quedó mirando y finalmente se acostó en el suelo junto a Santana, quien tenía los ojos cerrados por el dolor. 

—Perdón por intentar huir. —dijo Britt en un tono muy suave. 

Santana no abrió los ojos, con su mano intentó buscar la de ella y la tomó sintiéndola cálida al tacto, luego sonrió y giró su cabeza para abrir los ojos y mirarla. 

—La escena en la habitación no dejaba mucho que desear. —repuso Santana intentando comprenderla. Abrió los ojos, cansada, y se incorporó en el suelo quedando sentada y con las piernas cruzadas. Britt hizo lo mismo. —Una zorra le ha tirado ponche en su vestido. —dio la explicación más rápida. 

—¿Por qué le has tirado el ponche? 

San iba a ofenderse, de un modo indirecto su novia le acababa de llamar zorra, pero luego recordó que eso era exactamente lo que era, lo que fue y lo que tanto extrañaba, y que Britt aun lo viera le dio una pequeña dosis de alegría. 

—Yo no, otra zorra. Una no muy guapa. 

—No lo dejas muy fácil, es complicado ser más guapa que tú. —San asintió dándole la razón. 

Se deslizó para estar más cerca de ella y poder abrazarla. 

—¿De verdad has creído que te engañaba?

—Eso o que la pobre chica había perdido su ropa. Jamás contemplé la opción del ponche, ha sido un giro inesperado. —Britt dejó caer su cabeza en el hombro de San. —Lo siento. —dijo finalmente. —Tina empezó ha hablar y ha decir muchas cosas, y estas lejos, estoy lejos y... 

San la sostuvo por las mejillas y le miró a los ojos. La luz de las farolas dejaba que el azul de los ojos de Britt conservaran su color intenso y brillante, pudo notar cómo tenía sus mejillas y la punta de su nariz rojas gracias al pálido de su piel. De pronto el rostro de la rubia cambió, expresando pucheros y dejando caer lágrimas sobre sus mejillas ahora enrojecidas. 

—Lo siento, de verdad. —volvió a repetir.

Britt iba a volver ha hablar pero antes de que pudiera hacerlo, San se acercó bruscamente y la besó. El impacto al principio dolió un poco, pero en cuestión de segundos pudo sentir el tibio de los labios de su chica, moviénose sobre los suyos de manera suave y correcta, nada torpe. Britt la conocía profundamente, sabía como besarla, que hacer y que no hacer para que cada beso fuera perfecto. Pudo sentir un pequeño sabor a sal, lo cual supuso que era por las lágrimas, y a fresa, posiblemente habría comido un chupa-chups de dicho sabor. De hecho apostaba todo a que había sido así. 

Ambas se separaron y quedaron a milímetros, sonrieron y antes de separarse por completo Britt le dio un pico fugaz. Más de uno en realidad. 

—¿Te has comido un chupa-chups? —Preguntó San cuando ya estaban separadas del todo. 

Britt abrió los ojos, como si hubiera recordado algo de repente, se echó un poco para atrás y metió la mano en el bolsillo delantero de sus vaqueros, sacó un chupa-chups de fresa. 

—Sí. Y te he traído uno a ti también. —dijo extendiéndolo hacía ella. —A ti también te gustan. 

No tardaron en volver a la habitación pues ya se les habían congelado las manos. Sophia estaba ya vestida y totalmente avergonzada con la novia de su compañera de habitación, en cuanto la vio entrar a la habitación se disculpó con ella y le explicó que era un gran mal entendido y que era completamente heterosexual e inofensiva, San añadió que estaba completamente pillada por Julen, a lo que Sophia le dedicó una mirada de enfado mezclada con vergüenza. 

Pasaron allí la noche (inofensiva mente) envueltas en las mantas y abrazadas como solían hacerlo antes.

A la mañana siguiente San se levantó antes que Britt, su compañera ya se había ido a sus clases pero ella decidió no ir para poder aprovechar la estadía de su novia, aunque realmente esa era una excusa porque de no estar tampoco hubiese asistido.

Se quedó un par de minutos ahí, observando como dormía plácidamente. Se veía tan perfecta, pensó Santana. Tenía los mechones rubios por el cuello y el hombro, sus manos en sus mejillas y la boca ligeramente abierta. De repente fue despertando y lo primero que Brittany vio fue a su chica, San. Esta sonrió inmediatamente.

—Me gusta tu cara. —dijo la rubia y Santana sonrió ampliamente.

La Latina se acercó a ella y la besó.

—A mi la tuya. Muchísimo. —se sentó en el borde de la cama y acarició su mejilla. —el último bus a Ohio es a las ocho. Te he pillado ese.

—¿Tengo que irme hoy? —preguntó Britt en un tono quejica e infantil. —no quiero. Quiero quedarme aquí, contigo.

—Me encantaría que te quedaras aquí, y que durmieras conmigo todos los días. —Britt le dedicó un puchero el cual San imitó. —pero hay que ser responsables. Piensa que al menos hoy pasaremos el día juntas.

En la mañana San le enseñó la universidad y el campus, desayunaron en una cafetería cercana y hablaron durante horas, sobre cómo iban las cosas en Ohio, el Glee club y las porristas. Cuando no hablaban se comían la boca, entre otras cosas, en algún parque o en la calle misma, al fin y al cabo al ser chicas era mucho más discreto.

En la tarde, luego de comer, San la llevó también a un museo que solía ir cuando se aburría, pasaron por Kentucky Kingdom (un parque de atracciones) y finalmente, sobre las cinco y media, la llevó al zoo pues Britt le había mencionado que le aparecía ver jirafas.

Cuando volvieron a la habitación, Sophia no estaba, pero había dejado una nota diciendo que hoy no volvería para dormir, que no se preocupara. San no entendió por qué le avisaba, de todos modos tampoco le importaba desmasido.

—Aun nos queda una hora y media. —avisó Santana dejando la nota de su compañera a un lado. —¿ideas?

—¿Tienes lana? Podríamos tejer algo.

No era la respuesta que buscaba San, claramente.

—Bueno, más bien había pensado en... —San se acercó a ella y la tomó de la mano, estiró y la acercó a ella. —quizás te gusta más mi idea.

Soltó su mano y las puso en su cintura, guiandola por la habitación hasta chocar contra el escrito, haciendo que Britt se sentara en el. Se acercó a su boca sin besarla, sonrió y fue deslizándo su mano en su pierna, llegando a sus vaqueros y desabrochandolo. Metió su mano entre los vaqueros y su ropa interior y la movió despacio, a lo que Britt no pudo evitar soltar un pequeño gemido. Suave.

—V-vale. Sí. —dijo Britt, con la voz entrecortada. —me gusta más tu idea.

La rubia cogió la muñeca de Santana y le hizo moverla aún más rápido, para luego, con la otra, tomarla del cuello y besarla de manera más desesperada. Deseosa de ella. 

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⏰ Última actualización: Dec 15, 2022 ⏰

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dancing on my own  | Brittana |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora