Adivina cuánto te quiero

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- Bakugō

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- Bakugō

- ¿Hm?

- Te quiero

Katsuki levantó su mirada de su teléfono luego de oír las palabras del contrario, viendo fijamente a su novio pelirojo frente a él dedicándole una mirada tranquila.

Bufó con forzada irritación, virando sus ojos hacia un costado por breves segundos antes de contestar- Ya lo sé, demonios, te la pasas todo el maldito día diciéndomelo -se "quejó"

Y Kirishima, entonces, se río con diversión.

- Es que aveces pienso que no sabes en realidad cuánto es lo que te quiero -se lamentó con dramatismo Eijirō, reclinandose hacía atrás sobre la cama del cenizo

Mismo quien soltó una risa corta, pero estruendosa luego de sus palabras.

- Seguramente no más de lo que yo te quiero a ti, ShittyHair -respondió con burla, también inclinándose hacia atrás, chocando su hombro con el del teñido

Kirishima elevó una de sus cejas con incredulidad- Nah, estoy bastante seguro de que yo te quiero más -insistió con tono relajado

Tono contario a la expresión de Katsuki, quien, poco a poco comenzó a frustrarse.

- ¿Insinuas que no te quiero lo suficiente? -preguntó con sus rubias cejas fruncidas con fuerza hacia abajo

Pero Kirishima le sonrió, tomando su mano a un lado de la suya para calmarlo- Nop, insinuo que aún no sabes que te quiero tanto que la palabra "querer" comienza a sentirse pequeña -finalizó el pelirojo, acercando su rostro al del contrario hasta que sus narices se rozaron en un suave beso esquimal

Y el rubio tragó saliva con dificultad ante aquello. Sonrosandose casi imperceptiblemente ante las palabras y acciones del pelirojo, golpeando a este con su hombro que se pegaba al suyo.

Pero no demasiado brusco. Solo como un pequeño berrinche.

- No te pongas tan cursi, maldito -murmuró Katsuki, escuchando de fondo la risa complacida ajena, quien se oía deleitado por haber logrado emocionarlo

Porque, a pesar de tratar de negarlo y lucir irritado, Eijirō era completamente capaz de captar el brillo inquieto de la mirada ajena, mientras la mano que sostenía con la suya propia comenzaba a sudar cada vez más y más.

Por lo que, luego de volver a rozar su nariz con la del otro, dejó caer su cabeza en el hombro del cenizo y suspiró calmado antes de cerrar sus ojos.

Por lo que, luego de volver a rozar su nariz con la del otro, dejó caer su cabeza en el hombro del cenizo y suspiró calmado antes de cerrar sus ojos

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