1.

9 0 0
                                    

Algunas personas piensan que mi trabajo es sencillo y que cualquiera podría hacerlo. Para ellos ser la cabeza de una gran empresa significa una vida sin preocupaciones y llena lujos, así como en las películas y series de televisión.

Hasta yo quisiera que esa fuera la realidad, sin embargo ambas situaciones distan mucho una de otra para decepción de todos.

Ser la cabeza de una empresa es poco de vivir una vida fabulosa y llena de derroche, o mandar a cada uno tus empleados a tu santa voluntad y porque si, y más en ser detallado, cuidadoso, atento, supervisar y revisar cada puesto, cada trabajo y cada mandado sin importar cuán pequeño sea, además de coordinar absolutamente todo lo que suceda dentro de la compañía porque si algo sale mal es tu responsabilidad a fin de cuentas.

Si tomamos en consideración que son más de 2000 empleados y alrededor de 10 edificios, distribuidos estratégicamente alrededor de cada una de las 8 ciudades en las que tenemos sede, podemos darnos cuenta que todo menos sencillo es.

Por otro lado y una de las respuesta que me han dado muchas personas es que nada es sencillo en la vida y que mientras te guste lo que haces la carga nunca será pesada. Vaya sorpresa para ellos sería saber que mi trabajo es duro porque yo no estoy aquí por un amor a la empresa, o porque me gusten las finanzas o el dinero, sin embargo es debido a un castigo, una sanción y no precisamente hacia mi persona, sino hacia mi medio hermano Mikel.

Si, ojos castaños, piel morena y cabello oscuro color petróleo, bastante guapo como para ser el crush de media ciudad, tambien tan inteligente y hábil como para salir con honores de la universidad, aunque todo eso se va a la basura debido a su mayor característica,porque es lastimosamente muy irresponsable, eso sin mencionar el nulo juicio en todo lo que respecta al día a día.

Habían pasado meses desde que lo había visto, la última vez todavía me culpaba por cosas que no estaban en mi poder y de las que era también victima, mamá aún no me interesaba explicarme o excusarme con él, esa ya era agua pasada y tenía otras cosas más importantes de las que preocuparme, además no lo vería hasta dentro de otro par de meses.

O eso yo creía.

Un alboroto se escucha fuera de la oficina sacándome del mundo de las cuentas y números en él que me escondo al menos catorce horas diarias. A través del vidrio polarizado que separa mi oficina del recibidor donde se debería encontrar únicamente mi secretaria Georgina, un montón de gente se agrupa de espaldas a mi y no puedo evitar preocuparme.

Se supone que los chicos de seguridad no deberían dejar pasar a nadie que no tenga credencial de trabajador o cita previa, y podía apostar una buena suma de dinero a que ninguna de las personas de esa multitud poseía una.

Al salir de mi oficina noto las cámaras y luces portátiles propias de periodistas, lo cual me irrita de golpe.

Eran augurio de drama y honestamente no tengo paciencia para ello.

Como sintiendo mi molestia, Georgina hace contacto visual conmigo al otro lado de la sala y de inmediato trata de llegar a mi lado pasando a través de la masa de periodistas que ni se dan cuenta aun de mi, ya que están muy ocupados entrevistando a Jorge, el vicepresidente de la compañía.

¿Qué había hecho ahora este tipo?

Jorge podrá ser un hombre rico, muy apuesto a sus 45 años, muy inteligente y sagaz, una pieza fundamental para el crecimiento en los últimos años de esta empresa y todo lo demás que mis padres quieran decir, pero nadie (incluso ellos) pueden negar que fuera de el ámbito profesional su vida sea un completo desorden lleno de escándalos de aquí para allá, y que de cierta forma afecta la imagen de la empresa. No me sorprendería que todo esto se tratara de alguna fechoria reciente.

Liberando nuestras almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora