𝙈𝘼𝙍𝙏𝙀𝙎 - 𝐂𝐎𝐌𝐏𝐑𝐀𝐃𝐎.

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𝐃𝐨𝐧𝐝𝐞 𝐇𝐨𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨 𝐭𝐫𝐚𝐛𝐚𝐣𝐚 𝐞𝐧 𝐮𝐧 𝐩𝐢𝐭𝐮𝐜𝐥𝐮𝐛, 𝐲 𝐬𝐮 𝐜𝐥𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐟𝐚𝐯𝐨𝐫𝐢𝐭𝐨 𝐫𝐞𝐬𝐞𝐫𝐯𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐞𝐥 𝐥𝐚𝐬 𝐝𝐨𝐬 ú𝐥𝐭𝐢𝐦𝐚𝐬 𝐡𝐨𝐫𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐭𝐫𝐚𝐛𝐚𝐣𝐨.

Martes por la mañana.

Horacio despertaba con una amplia sonrisa. Amaba los martes, era su día favorito.

¿Que porqué? Simple.

Hoy iría ese rubio de ojos azules como el cielo a su trabajo, y pasaría las dos mejores horas de la semana.

No sabía ni su nombre, ni su edad, ni si tenía o no pareja, pero si algo tenía claro era que ese hombre le traía loco completamente.


Rebuscaba con ganas entre su ropa de trabajo; solo faltaba media hora para que ese hombre se presentase, igual de puntual que siempre y entrase a la habitación para tener un sexo maravilloso.

Al final se decidió por unas botas altas, unas medias de rejilla, junto a unos shorts de cuero relucientes junto a una camisa transparente con la zona del pecho cubierta.

Arregló su cresta, sus piercings y sus pulseras; estaba perfecto.

Ya estaba en su lugar, esperando al dichoso hombre que tan mal le tenía.

Cuando le vió pasar sus ojos recorrieron todo su cuerpo; iba en traje, con una de sus manos en la espalda y sujetando su chaqueta.

– Buenas noches.

– Buenas noches... Hoy vienes... Distinto. Me encanta. – Horacio comenzó a moverse con delicadeza, marcando todas sus curvas en cada movimiento.

– Horacio... Hoy no vengo a eso. – Interrumpió, acercándose al mencionado y sosteniéndole por la barbilla

– Ah, ¿no? – Miró con curiosidad al mayor

– No, em... Verás, conozco tu situación actual, sé muchas cosas sobre tí; tu nombre, edad, donde te alojas, teléfono...

– Sí, ¿y..?

– He venido para que me conozcas tu también – respondió sonriente – para que sepas quién soy – al ver como en el menor sus ojos brillaban con fuerzas continuó hablando – Me llamo Gustabo, Gustabo García. Tengo un año más que tú; 27 – el Olfato de Horacio comenzó a inundarse por un tranquilizante aroma – Y... Vengo a pedirte... – dijo mostrando un ramo de rosas – ¿Quisieras salir conmigo? ¿Vivir conmigo y dejar este lugar?

Horacio quedó petrificado mientras procesaba la información. Al terminar, una amplia sonrisa invadió su rostro.

– ¡¡Si!! – Respondió Abalanzándose a los brazos del rubio. Para luego unir sus labios en un cálido beso.


Así comenzamos a salir tu padre y yo, Riku. Contaba el de cresta, sonriendole a su pequeño hijo; chino, como el rubio quería.

– ¡Qué bonito! Ojalá conocer a alguien que me quiera tanto como vosotros – sonrió, mientras toda la familia se unía en un abrazo.

ꍌ꒤ꇙ꓄ꋬꉔ꒐ꄲ ꅐꏂꏂꀘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora