·C·I·N·C·O·

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La mesa quedo completamente vacía reemplazándose por mi cuerpo boca arriba. La mirada de mi chico era tan lujuriosa como me gustaba quizá a veces me aterraba no estar a la altura pero me encantaba la locura, aún no puedo creer lo delicioso que puede ser una mañana a su lado.

Contando el sexo, sí. Pero también contando lo bien que me hace sentir que estemos juntos.

Evidentemente me mostré vulnerable tras el fugaz viaje de su mirada a mis labios, su aterrizaje llegó a mis labios para terminar en un beso rápido, después de todo eso me tranquilizaba a iguales maneras que me ocasionará caos. Creo que después de todo desayunaríamos lo suficiente esta "común" mañana.

Me quite el suéter escolar una vez más, finalmente para esta clase no lo necesitaba.

Tumbada boca arriba, Cole se situó frente a mi, ahí parado con su gesto de superioridad ¡Dios, esta postura tan importante, como me pone! Estoy totalmente expuesta ante él. Mi falda de perfectos tablones esta tan arriba que preferiría que estuviera tirada en algún lugar de la cocina. El chico me toma de las piernas acariciando mis muslos, dejándome la piel ardiendo bajo el recorrido de sus cálidos dedos. Pareciera que sus ojos me fotografían milímetro a milímetro mientas lleva con movimientos seguros mis piernas a sus hombros. Siempre tiene un raro fetiche sobre de las piernas a los hombros con zapatos puestos cuando tenían el tacón exagerado. Me habría regalado en estos meses dos o tres pares que me hacían crecer centímetros. 

Ante mi inmovilidad voluntaria hecha mano al frasco de leche condensada dejándola caer en mi, el pegajoso liquisolido se desliza en una de mis piernas y mi piel caliente. Se incorpora con la cabeza ladeada, me observa y así su lengua recorre el dulce, saboreé sus movimientos húmedos y lentos de su lengua. Esto le gusta. 

¡Dios! Repite la misma acción, una y otra, y otra vez, tan grave es mi estado de excitación que ya explotan fuegos artificiales dentro de mi ser, imagino y fantaseo que aquel dulce blanco y biscozo es un poco de su néctar, una imagen mental que me nubla la jodida razón. Lo necesitó dentro ¡Ahora! Era el deseo natural de dos personas que quieren demostrarse los efectos sexuales de su gusto y amor del uno por el otro.

Sin mucho pensarlo me levantó un poco y bajo sus bóxer de golpe, me dejó caer en la mesa para pegar mi pelvis frente a su sexo, rozo mi feminidad con su pene, gimo, ¡me gusta!

–¿Te gustaría que te lo hiciera aquí- asiento – No te escucho.
–Sí, Cole, debes tomarme ahora.

Cole sopla fuerte dejando su aliento cálido golpeando mi piel desnuda, está tan excitado como yo.  

–Tengo un ángulo bastante interesante

¡Uff! Estoy acalorada. Muy acalorada. Me mira, lo miro y sonrió.

–Te Amo ¿Sabes?
–No tanto como yo a ti, ahora mi vida... – toma su Pene y hace que este se pasee por mi entrada.
–No empieces a jugar con fuego, Sprouse.
–Me encanta quemarme a tu lado.

Me masturba un par de segundos antes de deslizarse en mi interior y colocar esa sonrisa macabra en su rostro. Un endemoniado gesto sexy.

Una vez más en esta mañana Cole Dios Sprousr se hunde en mi haciéndome ver estrellas sobre mi cabeza, mañana me dolería todo el cuerpo; pero sus besos y caricias serán mi mejor analgésico.
Lo hacía despacio, sin prisa, al final de esto va un buen juego.

–¡Dios!
–¿Te gusta? Necesito que lo graves en ti, despacio y poco a poco.

Y así lo hizo un ritmo agonizante, de poquito a lento, pero delicioso; me miraba a los ojos y por instinto los cerré.

–¡Mirame!– me ordena y lo hago, su mirada que comparte a la mía es cómplice.- Quiero que mires si esto es lo que te gusta mirar.

Acaricio con deleite su pecho. Me encantaba su piel sudada, Cole era de esas personas que parecen hechas a mano y detalladas por un artista famoso, de esos peces en el agua que no ves muy a menudo.

De algo estaba segura: no me olvidaría el como se siente la suave y pasiva fricción de sus embestidas.

Era como una sucesión: entrar., salír., entrar., salír. Dejó que se mueva a su antojo, no hay objeción.
Estaba tan delicioso, que fue un viaje al séptimo cielo.

La mesa comenzaba a rechinar, sus embestidas eran mas que apretadas y rápidas, fuertes y profundas.

Me estaba haciendo el amor de una manera más que especial y me sentía dichosa. 

Mi chico me vuelve loca, mi amor es por mucho el mejor del mundo. Es mi fantasía hecha realidad. Y para mi con eso me basta.

Fundimos los cuerpos en un orgasmo.

Lo amo.

–Me encantas, Sprouse.
–Si supieras lo que mi cabeza piensa, ¡oh ___! Eres lo mejor. Me haces volar.

Nos quedamos quietos, la piel me ardía donde la suya golpeaba brutalmente hace unos segundos al entrar y salir.  Nuestros cuerpos siguen juntos y hechos uno solo, en la cocina solo se oye la respiración agitada y eso me aviva.

Sale de mi y gruño, le tomo el pene que ha regresado a su estado natural.

–Jamas me cansaría de tu fabuloso amigo. - lo halago.

Cole se ríe, no pretendía que se se pusiera a reír, buscó su perineo y lo aprieto con los dedos, gruñe. Eso le encanta.
Nos excitamos un rato mutuamente y la mesa vuelve a ser testigo de cuanto nos deseamos Cole y yo...

Después de volver a hacer el amor, me cambio y tras dejar a Freddy en la ducha voy directo al colegio.

Aunque claro, hubiera preferido esperar un par de minutos después de ver que el autobús no pasa tan seguido a esta hora.

--*--

Falta la ultima parte, ¿Que tal si hoy termina la dosis?

-SHS_

Dosis Matutina- [Cole Sprouse y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora