Prólogo

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Maxine Miller

Me encontraba, en el coche, mirando por la ventana como nos alejábamos cada vez más de mi casa, o más bien mi antigua casa.

Lo único que podía pensar en ese momento era en cómo papá parecía querer salir huyendo de ese lugar. Lo vi mirando por el retrovisor varias veces mientras aceleraba un poco más, parecía inquieto, pero conociéndolo no me dará explicaciones, nunca lo hace.

No lo culpaba, después de la muerte de mamá no era el mismo hombre. Intentaba aparentar serlo, pero no engañaba a nadie. Desde aquel accidente todo le recordaba a ella, esencialmente nuestra casa, la veía por todas partes. La dulce, pero amarga esencia de sus recuerdos rondaban la casa, estaba entre las flores, las sábanas, los muebles, etc.

Supongo que con el tiempo hay que dejar ir a esa persona que tanto amamos, seguir con tu vida y saber que el mundo no se va a acabar por su ausencia. Ojalá pudiera decir eso de papá.

...


—Llegamos— dijo antes de aparcar enfrente de una casa bastante lujosa al parece.

Cuando llegamos a nuestro destino, en la entrada de nuestra nueva casa nos esperaba una señora. Sus ojos verdes eran casi como esmeraldas que destacaban junto a su cabello rizado y rojizo. Al vernos se le dibujó una gran sonrisa y nos recibió con los brazos abiertos.

—¡Maxine, cuanto tiempo!—dijo entusiasmada mientras caminaba hacia mi para abrazarme.

—Hola...

Recibí su abrazo algo confundida por su entusiasmo. De mientras vi como papá se reía ante mi notable confusión.

—¿No te acuerdas de tu tía Roxanne?— preguntó papá burlón mientras claramente se aguantaba la risa.

Suspiré aliviada, ya a que pensé que la pelirroja era su nueva novia o algo así. Sinceramente, aún no me sentía lista como para que papá estuviera con alguien más, sobre todo porque ella es muy diferente a él. A diferencia de papá ella es mucho más elegante y bueno... papá es papá.

—No— Me rasqué la nuca incomoda por la situación.

—Entremos ya, queridos— agregó Roxanne tras tomarme del brazo y comenzar a caminar hacia la puerta.

Por dentro, la casa tenia un acabado minimalista, del cuál no era muy fan. Estaba acostumbrada a que mi casa estuviera llena de colores, en mi opinión lo hacía más acogedor.

Recuerdo que papá me dijo que mi madre fue quien eligió todo el decorado y los muebles de mi  casa, cosa que me hacía sentir más cercana a ella.

—Tengo que hablar sobre algo con tu tía. Ves a tu habitación a desempacar de mientras.

Asentí con la cabeza sin rechistar, subí por las escaleras de mármol blanco y llegué a mi habitación. Una de las paredes estaba inclinada, abajo de esta estaba la cama y a su derecha un escritorio con algunas estanterías  vacías.

La habitación se sentía solidaria, puedo decir que jamás me había sentido tan representada con una simple habitación, tal vez estoy comenzando a volverme loca. Suspiré sabiendo que me esperaba una larga tarde desempacando mis cosas.

Más tarde en la cena volví a notar cierta actitud rara en mi padre, pude ver estaba algo impaciente por la forma en la que repiqueteaba su pierna contra el suelo y en cómo miraba hacia los lados de vez en cuando. Intuí que la causa de su ansía era por la mudanza, a lo mejor también se sentía como yo, queriendo volver a casa.


...

Hace 1 mes

Alec

—¡Ya estoy harto!— grite mientras lo miraba con furia— ¡Me voy de aquí! ¡Me largo de este mundo tan miserable lleno de sufrimiento!

—¡Como te atreves a hablarme así!¡Yo te cree!— sus gritos hicieron que la sala temblara.— ¡Sin mi no serias nada!

Sin decir nada me di media vuelta y caminé sobre aquella larga alfombra, de color vino tinto, dirigiéndome hacia la salida.

—¡Si te vas, nunca volverás a pisar este catillo!— dijo sentado en su trono mientras yo me alejaba y desaparecía detrás de la gran puerta en rumbo a una nueva vida... un nuevo comienzo.

Entre Dos MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora