Capítulo 15

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Tierra de nadie

Lágrimas adornaron su rostro aquella noche en la que después de haber dejado a Serkan dormir en el sofá de su casa con las palabras atoradas en su garganta. Ella estaba un poco achispada con el vino hasta la madrugada en donde la sobriedad y la claridad de la situación llegaron a Eda como un boomerang. Pensó durante horas, en la búsqueda de una solución que no los terminará dañando a ninguno de los dos aun con el dolor de las palabras dichas quemando su corazón, convirtiéndolo en cenizas.

Adelaide y Alessia se irían al dia siguiente en un vuelo privado pues desde la muerte de Aleksander, el señor Heinrich no confiaba en nadie más que su propio piloto para transportar a su esposa e hija.

«No me casare con Selin»

Aquella oración la confundia y sin embargo su conciencia vago por el recuerdo del año en el que rememoraba los dos años de la muerte de su mejor amigo. Cuanto necesitaba un abrazo como los que él solía darle para animarla un poco, transmitiendo un poco de su optimismo hacia la trágica Eda Yildiz.

A la mañana siguiente despertó temprano, sacando sus maletas del armario junto a las prendas de ropa que usaba constantemente con una decisión aclarada en su mente. Espero lo suficiente para salir de su habitación lista encontrando a Serkan con un desayuno para dos preparado, quien observó las maletas a sus lados con curiosidad.

—Estás despierta—dijo dejando un vaso de agua en la isla de la cocina con lentitud.

Ella asintió.

—Tenemos que hablar—espetó seriamente caminando hasta la mesa principal para sentarse e indicarle con una mirada que también lo hiciera.

Serkan lo hizo extrañado y un poco asustado con la convicción que denotaba.

—Pensé demasiado en la madrugada—inició mirándolo fijamente—, pensé en nosotros y en lo que nos pasaría. Hace poco más de un año llegué aquí a Estambul con la intención de descubrirme, de explorar a profundidad mis raíces y también de escapar de Alemania porque me sentía asfixiada por los recuerdos de mi niñez—prosiguió expandiendo su suéter para cubrir un poco sus manos. —Lo negué por mucho tiempo excusándome con la idea de que venir aquí no fue por un simple impulso.

» Aun tengo heridas que sanar, Serkan. Fue incorrecta la idea de avanzar mientras tengo pesos en la espalda que no se irán si no hago nada por ello.

—Volverás a Alemania—susurró sabiendo a dónde se dirigía su mensaje.

—Lo haré—confirmó, —y debo decir que no lo hare solo por nosotros. Serkan, yo puedo perdonar pero no es sencillo olvidar y al volver de Eslovenia perdiste la memoria no la amabilidad. Hace meses sentí que finalmente pertenecía a un lugar—soltó—pero volviste y siento que los amigos que parecía tener no hicieron un gran intento por demostrar que estabas equivocado cuando me gritaste en la oficina o cuando le pediste matrimonio a Selin.

» ¡Dios! Piril y Melo aplaudieron la noche en la que ustedes se comprometieron como si yo no estuviera ahí. Meses atrás me ayudaron con la boda y tomaron mi mano con cariño tantas veces diciendo que si seria tu esposa entonces era como una hermana para ellas.

Serkan se mantuvo en silencio escuchándola con atención.

—Entiendo lo que paso, entiendo que estuviste en un gran accidente. No es tu culpa haberme olvidado, sin embargo no fue justo que me trataras de esa manera—explicó exponiendo su punto—y dolió como un infierno porque nunca me habías gritado de esa manera.

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