Dos

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“Amarse a uno mismo es el comienzo de un romance de por vida”

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2


Entreabrí los ojos sintiendo mi boca seca. La luz que provenía de algún lado, irradiaba y me molestaba en la cara. Apreté la sabana que sentía en mi mano, con un dolor punzante en la que cabeza.

¿Sabana?

Me senté sobre mi lugar espantada. Estaba en una habitación desconocida, con las paredes negras, bastante limpia.

Bajé la mirada a mi cuerpo con el corazón martilleando. Ya no estaba utilizando el traje que antes tenía, en su lugar se encontraba una camiseta blanca que me quedaba grande.

¿Qué mierda pasó?

Y como si de una señal se tratara, jalaron la cadena del baño y del lugar, salió un hombre con una toalla rodeando su cuello. Con el torso desnudo y un pantalón oscuro. El chico se sentó sobre el colchón con tranquilidad, tenia su cabello negro hasta arriba de los hombros, en un corte en capaz que lo hacía ver fresco y muy atractivo. Respingué sorprendida en cuanto sus ojos azules voltearon a verme de reojo, tenía una mirada cansada pero también un brillo notable en los ojos.

¿Me lo cogí y no recuerdo?

La camiseta blanca no podía significar otra cosa.

—Ahí te dejé pastillas para la jaqueca —apuntó por detrás de mi, me voltee buscando las susodichas que estaban encima de la mesita de noche —Tu ropa está en el baño.

—¿Qué fue lo que pasó?

El chico me ignoro poniéndose sus zapatos. Se levantó de la cama y tomó una camisa negra que estaba encima de uno de los muebles. Ni siquiera intente no verle la espalda en cuanto tuve la oportunidad, su cuerpo estaba trabajado y era todo un deleite de admirar.

—¿Quieres saber que sucedió? —se volteó ya con la camisa puesta. Frunció las cejas y me apuntó de mala gana —Vomitaste toda la habitación, arruinaste el único encuentro que al parecer tenía por primera vez y cuando me acerqué a ayudarte me vomitaste encima. ¿No conoces los límites?

Suspiré tocándome la sien.  No recordaba nada y eso me dejaba aún peor.

—Solo me estaba divirtiendo, no creí que haría todo un espectáculo.

—Beber como loca no es divertirse. Solo le haces daño a tu cuerpo.

—¡Claro, abuelo! —sonreí saliendo de la cama —No necesito tus consejos.

MI DULCE APRENDIZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora