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Nueva ciudad.

Nueva casa.

Mismo infierno.

Así había sido la vida Lilianne durante los últimos años de su vida. O al menos así lo había sido desde que sus padres se habían divorciado cuando la rubia estaba a puertas de cumplir los 13 años. Su madre se había quedado con su custodia, luego de haber llegado al acuerdo de tener que pasar cada verano, o al menos una gran parte, junto a su padre. Así que para resumirlo en pocas palabras, durante los últimos años sólo habían sido su madre y ella, un equipo de dos. Que cortesía del trabajo de Miranda Forbes — su adorada madre —, estaban rumbo hacia su nuevo hogar.

Pero, después de todo lo que había pasado, un nuevo comienzo no parecía ser una idea tan desagradable. Volvería a ser la nueva en una escuela y memorizaría nuevamente una contraseña para su nuevo casillero, pero esperaba que aquello y el ponerse al corriente en las clases, pudieran quitarle la mayor parte del tiempo libre, para que su mente evitase pensar en algo que no fuese la mudanza y adaptarse a su nueva vida en una ciudad ubicada al noroeste del estado de Washington.

No quería pensar.

Porque lo primero que venia a su mente eran él y sus malditos y cautivadores ojos.

Sin embargo era inevitable.

Ella lo sabía.

***


Hizo una mueca al ver el cartel que le daba la bienvenida a la nueva ciudad en la que, con algo de suerte, viviría hasta graduarse. Forks era el nombre de aquella ciudad, un lugar frío y alejado, con una neblina que sólo había visto en las películas de terror que solían gustarle. Y era el nuevo lugar que su mamá había elegido para que viviesen durante una temporada. Eso a Liliane no le importaba, le daba igual, si le hubieran permitido opinar con toda honestidad. Pero sabía que su mamá se había decidido por este lugar en un intento por animarla, y debido a la similitud que esta tenía a ciertas películas y libros que le gustaba ver y leer, pero lamentablemente ya no sentía ni la más mínima emoción por algo como aquello.

Le habían dado de alta hace un par de semanas del hospital y no se había despedido de nadie, simplemente se había ido sin mirar atrás siendo consciente que lo vivido sería difícil de olvidar, pero la idea de comenzar nuevamente en un lugar diferente, dónde no sentiría que era juzgada ni recibiría miradas de lástima era lo que últimamente la motivaban a levantarse por las mañanas. No quería ser la chica que estaba deprimida todo el tiempo y que lo extrañaba.

Ya no.

Algo que era seguro es que extrañaría horrores a las otras personas con las que había llegado a simpatizar en Virginia... así como a cierto ojiazul al que no pudo decirle adiós, pero era lo mejor que pudo haber hecho por ella misma. Si algo había comprendido antes de marcharse, fue que debía preocuparse y cuidar primero a si misma. Lamentaba muchísimo haber cortado comunicación por el pelinegro pero si quería realmente un nuevo comienzo, debía dejar ir el pasado.

0𝙭1=𝙇𝙊𝙑𝙀𝙎𝙊𝙉𝙂 | edward cullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora