Charlie

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Los sonidos de los motores y el despegar de algunas naves de comercio despertaron a Rhode, que se encontraba recostada sobre el campo, apoyada en un árbol ; del cual rápidamente se levantó , sacudiendose al instante un par de hojas que se encontraban sobre su ropaje.

Desperezándose giró su rostro al escuchar un pequeño sonido entre los arbustos de la Frontera , concentrando su mente, decidió emprender a la búsqueda de la identidad de aquel ser. Adentrándose en su tiempo de vida, un poder que solamente la Diosa poseía, le quedaba un poco en desuso, no lo ocupaba ciertamente, aquella habilidad era solamente uno de los principales temas causantes de sus desvelos e infortunios de infancia.

El simple hecho de que una persona se atravesace en su camino, era motivo suficiente para que despertace inconscientemente su inutilizado poder, adentrarse en la vida de una persona sin darse cuenta, conocer su tiempo destinado de vida, poderlo cambiar a su gusto, eso era algo que le robaba sus pensamientos.
En sus 18 años de vida, solamente hubo una única vez en la que los hizo caso, cuando su maestro Arthur, le pidió ayuda, para prolongar el tiempo de existencia ; de un gigante de avanzada edad que se encontraba postrado en su lecho. La vida de aquel ser perteneciente a la orden de los antiguos Erium, era la mas protegida de todos, pues pertenecía a la del más sabio y poderoso gigante. Por último el gigante se salvó, pero jamás Rhode volvió a saber de él.

Cerrando sus ojos, intentó conocer acerca de aquella presencia desconocida que la había estado espiando, su mente no logró encontrar nada, aquel ser era muy poderoso y tenía una fortaleza admirable.
Dirigiendo su mirada hacia aquellas naves metálicas que surcaban los cielos , aquellas que servían como medios de comercio con la superficie, pero a su vez también como medio de transporte, en aquellos aparatos los llevarían a encontrar a su dote, en la esfera azul.

Rápidamente avanzó por un camino verdoso, en dirección a la Oficina de Comandos , totalmente alejado de su hogar, en donde sus amigos se encontraban, aquellos amigos entendían sus contínuas escapadas, y se irían directamente a aquel lugar.

El sitio era un enorme aeropuerto, con una oficina que sellaba la entrada a aquel inmenso lugar, un hombre de edad adulta y de cabellos grises la presidía.

-Buenos días, este es mi código, -decía Rhode mientras le entregaba un pequeño reloj de colores fluorescentes, obsequiado en el momento de su llegada.

-La nave número once la llevará a su sitio -respondía el hombre, al momento en el que la dirigía en dirección sur de la plataforma, en donde se encontraban estacionados los objetos metálicos, que la Diosa observó en los campos, -también necesitarás este nuevo reloj, en el momento en el que encuentres a la persona indicada solamente tócalo y te teletransportarás a la nave, y ocupa estos 30 billetes verdes, para algún objeto que desees adquirir, los de la superficie los utilizan como sistema de intercambio.

-Podre comprar lo que desee.

-Sí, solamente algo que verderamente necesites , aprovecha para renovar algo, estas visitas no se dan frecuentemente-alegaba al momento que le daba un paquete de papeles verdes, y abría la escotilla de la nave numero 11, invitándola a pasar.

Le dio las coordenadas expresas al capitán y se alejo del lugar, levantando una mano,despidiéndola.

La nave se alzó en vuelo, Rhode se abrochó el cinturón, la nave tomó velocidad, y despegó; solamente dos personas estaban dentro, el piloto y la joven, nadie más había elegido aquel sitio.
Era muy temprano y casi todas las naves seguían en su sitio.

Atravesando un gran túnel de color negro , la luz se comenzó a ver . La muchacha se acercó a una de las circulares ventanas , admirando un paisaje lleno de montañas ; la felicidad tomó su rostro inexpresivo y la tornó en una enorme sonrisa.

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