Unidos por el destino

3

“No todo lo malo dura para siempre”
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Observó la habitación, las pequeñas niñas de ojos blancos se habían ido hacía ya algunos minutos dejándolo ahí.

Las palabras de aquel viejo hombre aún resonaban en su cabeza, y aunque doliera, esa era su realidad, Itachi había destruido su hogar por su estúpida ambición de poder, lo arrojó a manos de un clan que siempre los había menospreciado.

Suspirando entrecortadamente debido al llanto de hacía poco, recostó su espalda en la puerta, escondiendo su rostro entre sus piernas.

No quería estar ahí.

Quería de vuelta su hogar.

Quería su habitación.

Quería a su familia.

Quería su clan…

En silencio nuevamente los sollozos regresaron, y no se acomplejó de su llanto, simplemente lo dejo fluir, lloraría solo por esa vez, no dejaría jamás que nadie viera su debilidad, y como el único sobreviviente del clan Uchiha, le regresaría la gloria a su clan.

…

Observó la puerta cerrada frente a ella con algo de pena, los sollozos eran audibles y en ellos gran tristeza y dolor se hacían notar, tanto que hasta ella sintió un nudo en su pecho.

Miró la ropa en sus manos y nuevamente la puerta cerrada, no creía que interrumpir fuera apropiado, por lo que simplemente se acercó hasta ella y recostó su espalda, esperaría pacientemente hasta que él terminará.

…

Desde la cima de lo más alto del edificio de Konoha observó la mansión de los Hyuga, ahí había dejado a Sasuke, y no se arrepentía de su decisión, con aquel clan de ojos blancos Sasuke estaría a salvo de las garras de Danzo y Raíz, bajo la protección de Hiashi Hyuga recibiría entrenamiento y sería un Shinobi digno de admiración, sabía que su pequeño hermano había quedado en buenas manos, con el corazón roto y desecho, pero aún así protegido, Sasuke no estaría solo nunca.

Y dedicándole una última mirada simplemente desapareció, con la tranquilidad de que su hermano estaba seguro.

…

Unos suaves toques en la puerta esa mañana lo hicieron despertar notando que había dormido en el frío suelo y recostado a la puerta. Los golpes se hicieron escuchar nuevamente, y recordando su situación y donde estaba suspiró.

—Uchiha-san…—susurro una suave voz y el frunció el ceño cuando el recuerdo de la niña de ojos blancos y kimono se presentó en su cabeza.—Uchiha-san a…

—No quiero ver a nadie.—gruño.—No saldré de aquí.

—H-hoy es el entierro de los miembros del clan Uchiha, Hokage-sama solicita su presencia.—susurro aquella voz suave con incomodidad.

….

Observó nuevamente la puerta cerrada y luego las ropas negras en sus manos, su padre le había ordenado llevarlas, por lo que sabiendo que aquella puerta no sería abierta decidió que lo mejor que podía hacer era colocarlas en el suelo frente a la puerta.

—Las dejaré a…—pero entonces antes de que terminara su acción la puerta frente a ella se abrió lentamente y entonces la figura derrotada de aquel niño de ojos negros se hizo presente frente a ella.

Sus ojos estaban rojos, al igual que su nariz y sus mejillas nuevamente húmedas, él la observó y ella le devolvió la mirada con infinita pena y tristeza.

—En honor a los Uchiha se hará una ceremonia a la que todos los clanes deben asistir, y como último representante de los Uchiha y próximo Hyuga su presencia es indispensable para darle el último a Dios a su antiguo clan.—susurró las palabras que su padre le había dicho.

—No quiero ir. No iré.—dijo y de un manotazo tiro las ropa negras que ella aún tenía en sus manos, sacándole un pequeño jadeo.