Capítulo 2.

0 0 0
                                    

11 de agosto, 2019

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

11 de agosto, 2019.

El portazo resonó por la pequeña casa.

El escalofrío subió por mi espalda, los golpes regados por mi cuerpo ardieron y dolieron como presagio de lo que vendría está noche no sería bonito.

- ¿DÓNDE ESTÁ LA COMIDA EN ESTA CASA? ¡INTENTA SER UNA ESPOSA POR UNA VEZ EN TU VIDA Y SIRVEME!

Temblaron en mis brazos y los apreté aún más contra mí.

- Shhh, tranquilos quédense aquí abrazados, yo voy abajo y vuelvo ahora ¿De acuerdo?- la mirada asustadas de sus rostros abría un hueco en mi corazón.

- Ten cuidado está vez mami- respondió cristal con su voz entrecortada, la bilis subió por mi garganta. Cada noche era lo mismo, siempre me decía la misma frase y yo siempre la defraudaba al volver con ellos más golpeada que cuando me iba. Aunque ellos no lo notarán porque intentaba limpiarme y ocultar mis heridas. Solo las veían cuando estaba muy cansada para levantarme. Tristán solo se abrazo a su hermana y sus párpados se apretaron fuertemente.

A diferencia de su hermana que era de carácter más temple y de convicciones que ya veía muy formadas, Tristán por otro lado era más sensible, mi bebé tenía un corazón dulce y su timidez muchas veces era la causante de que a pesar de su corta edad su autoestima se viera afectada.

Caminé por el pasillo cojeando levemente, cortesía también de mi marido.

Se enojo porque sus zapatos estaban sucios del día anterior y yo no sé los limpié. De una bofetada me tiró al piso y allí me utilizó como alfombra. Me piso con los mismos zapatos sucios por los que se quejo y se fue.

Dejándome en el piso llorando por dos horas. Mi tobillo izquierdo se llevó la peor parte.

De él crecieron dos pelotas de béisbol. Dos pelotas de colores peculiares.

Me lo vende y con ayuda de un bastón, busque a los niños al colegio. Lo usé por una semana y aunque ya ha bajado la hinchazón aún siento como si estuviera apoyando algo que no es parte de mi cuerpo.

No fui al hospital porque preguntarían, llamarían a la policía para investigar y aunque eso es lo que quiero la verdad es que estoy aterrada. Siempre tengo miedo, tengo miedo de que algún día me golpee tan fuerte que no despierte y deje a los niños solos. Con él.

Tengo miedo de dejarlo y quedarme sola, porque no sabría que hacer.

Mis padres dejaron de hablarme cuando decidí casarme con Phill a los 18 y a petición de él no estudie ninguna carrera porque el me mantendría y no me faltaría nada, yo no lo hice por ambición, si no más bien por amor o eso creía. Creía que nuestra relación podría funcionar perfectamente bien mientras el trabajaba fuera y yo en casa, siendo ama de casa. Una buena esposa.

Y sí, funcionó por un tiempo disfrutamos nuestro matrimonio solos por seis años y a los 24 salí embarazada de los mellizos, fuimos tan felices. Los primeros cinco años de los niños fueron igual de ideales que los anteriores.

La metamorfosis de la princesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora