The midnight

230 9 2
                                    



Hace ya un tiempo, en mi memoria a quedado grabado, la presencia de un ente que por los lugares anda deambulando...

Muchos años atrás, vivía una joven inteligente de apariencia delgada y pálida piel; una persona bastante buena, ponía a todos antes que a ella y retenía lo que sentía o pensaba por miedo a preocupar a los demás, aunque ni siquiera se llevaran bien, pero, ¿Quién se preocuparía por ella? La mayoría de personas en ese poblado la veían extraña por ser diferente, ella no decía nada de lo molesta y horrible que la pasaba. Dedicaba su tiempo a estudiar y experimentar, pues su padre era fiel creyente de lo sobrenatural al igual que ella, estaba convencido de la existencia de diversos seres mitológicos y la magia más allá de lo que se conocía; cosa no muy bien vista en esos momentos.
Para la gente, ellos eran considerados "brujos", arriesgando a todos con tal de descubrir algo que a nadie ahí interesaba

Por más que quisieran irse de allí no podían, no tenían a donde ir, en un mundo repleto de peligros y seres peligrosos la noche era aterradora. Además, no se podía explorar muy lejos.
Por eso lo más que podían hacer era tener su casa más apartada del resto.

Se encontraba un día caminado, cuando en eso, vió como su padre era golpeado por tres personas debido a sus opiniones bastante diferentes a las del resto de personas y que, según ellos, solo ponían a todos en riesgo. Tras repetidos golpes y forcejeos para que pararan, su padre no resistió. Había muerto la única persona del lugar que consideraba que era amable y respetuosa, además de que a nadie parecía importarle y ver mal lo qué pasó ¡¿Por qué nadie decía nada?! ¡¿Por qué nadie hacía nada?!
Una de las cosas que más odiaba eran las injusticias, sin embargo en muchas ocasiones no hacía nada al respecto. Aquella vez no pudo resistirse, intentó interferir, pero nadie apoyó, la echaron del pueblo amenazando con hacerle lo mismo que a él ¡¿Es que acaso realmente era humana esa gente?!

En lágrimas, salió corriendo lo más rápido que pudo, sin mirar atrás, solo pudiendo llevarse consigo una capa negra perteneciente a su padre.

Estando ya a una distancia razonable de aquel cruel pueblo se puso la capa y empezó a recolectar materiales lo más rápido que pudo, pues podía ser víctima de algún zombie o esqueleto.

Se sentía fatal, demasiado. No, no solo demasiado, ¡Quería ir ahora mismo con su padre y abrazarlo! El saber que ya no podía hacerlo la estaba llevando a la locura.
Decidió entonces detener su recolección de materiales y recursos para su vivienda temporal, era totalmente inútil...

Ya no tenía ganas de nada
Ya no podía hacer nada
¡Ya no quería seguir!

Por más que lo intentase, el recuerdo de su padre la mataba cada vez más, no tenía cabeza para hacer algo. Tampoco es que quisiera, por ello es que ya estaba decidida, iría a hacerle compañía a su padre.
Quería pasar sus últimas horas en compañía de la naturaleza, solo caminando caminando y caminando, mirando los alrededores mientras que las lágrimas caían por sus mejillas. La luna cada vez se alzaba más, anunciando la llegada de la oscura noche y, con ella, sus peligros, que ahora no le importaban ni preocupaban en lo absoluto.

Su piel era casi idéntica al blanco de la luna, por eso su padre solía decirle de tal manera.
La luna le gustaba, era tan misteriosa y tan linda. La luna tenía un trabajo difícil y solitario, ¡Nadie sabía apreciarla! Sin ella la ceguera abundaría, sus enigmas infinitos y sus mentira piadosas, ah, si, ¡La luz no era propia! Su llanto silencioso y su ser callado, prisionera de sus sempiternos secretos.

MidNight Mëtztli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora