Nos conocimos en un campo de margaritas negras.
Tu eras brisa y yo era tierra.
Sobre mí crecian problemas. Tu los alejabas con sonrisas.
Yo te miraba y me creía perdida,
Y en tus ojos planeaba mi huída.
Tu me mirabas y solo veias tierra.
Tierra inútil y cargada de hierba.
Me enamoré de ti, como el sol de la luna.
Tu me rechazaste, creyéndome inoportuna.
Aquí estoy otra vez.
Queriendo que me recuerdes.
Mis intentos son inútiles, estás tan lejos que no me ves.
Quisiera decirte por última vez:
Gracias por ser mi brisa,
Y perdón por no sacarte una sonrisa.
Le dedico este primer capítulo a mi gran amiga Agus, que incluso estando a muchos kilómetros me aconseja y apoya siempre. Gracias por todo. Te quiero mucho.