Aún recuerdo la primera vez que te vi, tu mirada distraída vagaba por el mar. Tus manos jugaban nerviosas, tus hermosos ojos estaban perdidos. Tu cuerpo estaba alli, pero tu mente estaba mucho más lejos. Recuerdo la primera palabra que me dijiste, esa voz que me paralizo, sonaba tan profunda. Recuerdo lo que me hacías sentir. Mi corazón parecía un caballo galopeando para salir finalmente de su corral, mis manos temblaban, y mis ojos no se cansaban de posarse en los tuyos. Tu cabello al viento me hacía sentir mariposas en el estómago. Recuerdo cuando nuestras manos se encontraron, tu cálido tacto me transmitió tanta paz como nervios. Me sonreíste, y me creí muerta, quemada por algo tan ardiente como el sol. Entonces no supe qué hacer, y me fui. Escapé. Ahora que estoy lejos y ya no puedo dar marcha atras, pienso en cuán estupida fui, en marcharme así, sin decirte nada, sin atreverme a conocerte por miedo a enamorarme. Ahora me arrepiento, y me gustaría decirte tantas cosas. No puedo dejar de pensarte, ni en el día ni en la noche, y lloro. Me siento estúpida por llorar por alguien que ni siquiera conocí, pero lo hago, y no puedo pararlo. De verdad te extraño.
Para Rochi, quien siempre ha estado para mí, diría que ella es como el sol, pero me equivocaría, ella es como la luna porque está para mi incluso en la oscuridad. Te quiero mucho.
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