Todos hemos vivido algo que nos ha dejado tocados, con un trauma.Un momento donde algo dentro de nosotros a muerto. Y esta bien es normal, pero somos nosotros quienes tenemos que decidir como nos afecta y como manejamos ese afecto.
Nunca he sido una persona mentalmente estable, y eso se está viendo reflejado últimamente en mi vida.
Había dejado de ser yo.
Mi luz había desaparecido.
Elegar (mi ciudad de nacimiento) se caracterizaba por sus preciosas cosas, las cuales parecían sacadas de un cuento de hadas, y lo increíblemente bonita que estaba a partir de septiembre.
Y estábamos, 11 del décimo mes, en el otoño del 24.
Los árboles empiezan a teñir las puntas de sus hojas de colores amarillos y la gente está' más feliz que nunca.
Cruzan las calles de Elegar parejas, niños, amigos, familias...
Todos pasean queriéndose.
Me transmite paz ver a la gente feliz.
Un grupo de señoras mayores pasan por mi lado, entre ellas la señora Wilson.
—Hola cariño— me saluda con un simple gesto de mano mientras seguía andando
—Hola señora Wilson, buen día— es una señora encantadora.
Es mi vecina de al lado, y ronda unos 65 años.
Es muy bajita, tiene el pelo canoso y siempre viste con vestidos estampados y chaquetas de puntos
Resultará raro, pero no me sé su nombre, todo el mundo la conoce por su apellido
Me lo dijo una vez hace muchos años, pero la verdad no me acuerdo, digamos que no soy una persona con una memoria espléndida.
Estoy cruzando la plaza para dirigirme a el estudio de baile donde paso la mayor parte de mi tiempo y trabajo algunas tardes.
Bailar es mi vida.
Empecé con el ballet cuando apenas había cumplido los 4 años, y desde entonces tengo una conexión increíble con la música y el movimiento.
Llego al local y me doy cuenta de que esta cerrado, son las 10 de la mañana, pero no había caído en ese pequeño dato.
Rebusco en mi bolso, el cual parece el de Mary Poppins en vez del de una chica de 19 años, y tras mucha búsqueda encuentro las llaves que me dio la encargada de la escuela hace un par de años
Entro en el lugar que he empezado a denominar casa. Es bastante grande. Tiene dos vestuarios con dos baños en cada uno, dos clases más pequeñas y una más grande que la envuelven espejos en los que las bailarinas nos vemos reflejadas.
Entro en el aula y dejo mi mochila al lado de la puerta.
Mi melena pelirroja está recogida en un moño bajo, y me quito los pantalones de chándal negros y la sudadera blanca original de la escuela, quedándome así en un precioso mallot azul claro con tirantes que hacen una forma cruzada en la espalda.
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Nuestros pasos deshechos
DragosteLove de Moor está encontrándose a si misma y superando una etapa muy dura para ella. Tras un accidente de coche está luchando contra la ansiedad que la persigue allá donde vaya. Lo único que la consigue salvar de vez en cuando es el baile. El balle...