Prologo

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¡Buenas! Por estos lares no me conocen mucho, pero he publicado varios fics en fanfiction ambos como Luna G. Por otro lado, decidí traer este aquí. Es un fic delirante que surgió entre un grupo de amigas que no sabían que hacer en sus vacaciones y durante la pandemia.

Prologo:

—Chicas, miren —señaló Emilia, curioseando por su ventana para ver a la distancia.

Melani se asomó a su lado también y Yaci levantó la cortina de la suya para hacer lo mismo. Las dos soltaron jadeos y exclamaciones de emoción al ver que, a lo lejos, ya podían divisar la isla de Corea. Les llevó unos segundos darse cuenta de que faltaba alguien en su mini griterío.

—¡Julieta, despertate que enseguida llegamos! —demandó Yaci sacudiendo a su compañera de asiento.

Ella se movió adormilada y, luego de un largo bostezo, se asomó por la ventana también.

—Ay, qué exageradas. Si todavía falta —se quejó intentando regresar a una posición cómoda.

—Minutos faltan, Julieta. ¡Minutos! —respondió su compañera, exasperada.

—Tal cual —agregó Melani—. Llevamos años esperando esto y ahora estamos a minutos de llegar. ¡Despertate ya!

Ella empezó a golpear a su amiga, quien acabó desperezándose tras muchas protestas. Su avión iba casi lleno y, aunque comenzó como un viaje poblado por personas de su misma nacionalidad, luego de sus escalas ya tenían a varios asiáticos a su lado. Los que estaban cerca intentaban esconder sus expresiones de confusión ante las conversaciones llenas de risas que no comprendían.

Las cuatro chicas trataron de ser tan sutiles como podían, pero les costaba esconder su felicidad por haber conseguido ese viaje, además de su interés en varios de los pasajeros a su alrededor. Fue un vuelo largo y agotador, aunque nada les quitaba la alegría de estar allí.

Un poco más de una hora después, su avión al fin aterrizó y ellas ya estaban sujetándose de las manos, impacientes por salir a su destino.

—¿No se olvidan nada? —verificó Julieta, buscando entre los asientos de las cuatro para ver que ellas tenían razón al decir que no. Como imaginó, no fue así. Se agachó y no tardó en encontrar una pequeña libreta en el suelo. No necesitaba preguntar de quién era para saberlo.

—Ah, sí —se rio Yaci tomándola.

—Qué raro, ¿eh? —comentó Melani.

—¿Tienen sus pasaportes y documentos a mano? —preguntó Julieta y, esta vez, todas los enseñaron para comprobarlo.

Con eso, al fin las puertas se abrieron y ellas intentaron contener sus gritos de emoción. Por dentro, el aeropuerto de Seúl no se veía tan distinto del resto. Además, todas estuvieron un poco nerviosas a la hora de pasar la aduana y esperar por sus valijas. No obstante, el tiempo pasó y de pronto se encontraron dentro de un autobús camino al centro de la ciudad.

—Ahhh, los lugares de comida —exclamó Emilia, entusiasmada.

—¡Y mira todos esos cosméticos! —agregó Melani.

—¡Y la ropa, me muero! —siguió Julieta.

—Y los coreanitos, por favor —dijo Yaci, con lo que todas se voltearon a regañarla por miedo a que alguien cerca llegase a entenderlo.

—¡Ay, Tiffany! —protestó Julieta.

—¡Tú lo pensaste!

—¡Pero tú lo dijiste!

Just One DayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora