HOME : bienvenidos al infierno

Parte dos

La policía acudió a la casa, revisaron todo el terreno pero no vieron nada fuera de lo normal, lo único que podían hacer por la familia era dejar a un guardia por la noche, pero sólo por esa noche

La familia estaba aterrorizada, sabía que alguien entró en su casa y que las cámaras de seguridad no captaron nada, eso era lo más extraño.

"Faltan dos días para Navidad" dicen en la televisión. El esposo tuvo que ir a trabajar aunque le disgustara la idea de dejar a su familia sola. La madre no sabía qué pensar, ni en su propia casa podía estar tranquila, ya que la sensación de miedo estaba presente siempre. Uno de los niños, el mayor, le comentó a la madre que cree haber visto un perro en el jardín trasero, que lo miró fijamente y que levantó la cabeza en forma de saludo, y él solo cerró la ventana para no verlo más.

El vecino de al lado, a pesar de saber qué pasaría si hablaba con la familia, decidió dejarle una nota a la madre, porque temía por los niños.

"No debería decirte esto pero tienen hijos y eso es algo que nunca pasó en este vecindario. Cada año llega una familia, siempre de personas adultas, a la casa en que están viviendo. Se comenta que el dueño de los terrenos realizó un pacto con el diablo, para ser millonario y que sus terrenos estén siempre ocupados. Pero a cambio de esto, él atrae cada año a una pareja joven, ingenua, que compra la casa por su bajo precio.

Seguro vieron un gran perro en su jardín trasero, es el encargado de revisar que la familia continúe en la casa. Es la mascota de un demonio, quien se hace pasar por un hombre alto, con capucha y lleva un cubrebocas puesto.

Es tarde para decirles esto, van a recibir regalos este día y en navidad seguro que no estarán más por aquí.

Temo por los niños, y lamento decirles esto ahora pero el demonio cuida cada casa, y se encarga de que cada uno tenga trabajo. Si desaparezco, ya sabrás qué pasó"

* * *

Es 24 de diciembre, un día antes de Navidad. La familia estaba aterrorizada, no querían salir de casa, no querían dormir o estar solos en la parte de arriba de la casa. Noche buena no se sentía como años anteriores en que pasaban la festividad reunidos con familia y amigos.

Alguien tocó a la puerta, era el cartero, el esposo recibió el paquete y llamó a su esposa.

No querían abrirlo, desde que recibieron aquel gato muerto no volvieron a recibir otro. Temían lo peor, ya que por la mañana en las noticias apareció que un hombre falleció por razones desconocidas, y era uno de sus vecinos.

- Huele mal -comenta la mujer. Después de tomar una bocanada de aire, el esposo abre la caja y gritaron horrorizados por su contenido

Había una mano humana, no un maniquí ni un muñeco, era una real. Llena de sangre y espinas de rosas alrededor. La sensación de vómito se hizo notable en ambos, la mujer salió corriendo a la cocina para vomitar en en cesto de basura.

Como pudo, el esposo agarró la caja y la tiró en la calle. Llamaron a la policía pero nadie contestaba, intentaron llamar al 911 pero tampoco atendían. Para aumentar su horror, las luces comenzaron a parpadear hasta dejar de funcionar.

Empezó a sonar una canción de navidad y las luces volvieron a encenderse. La mujer se aferró a su marido en cuanto vieron que el árbol de navidad se empezó a mover, y comenzaron a caer los adornos de navidad, rompiéndose en el suelo, y cuando cayó el supuesto regalo que le hicieron los vecinos, el muñeco de nieve, de él salió una cámara pequeña, la cual ayudaba al dueño de los terreros a observar cada movimiento que hacían sus inquilinos.

Lo último que vieron fue a una especie de hombre, con rostro desfigurado y ojos brillantes, saliendo de detrás del árbol con un arma entre sus manos apuntando directamente al esposo, quien no pudo ni moverse antes de que una bala atravesara su cabeza. La mujer gritó e intentó correr hacia las escaleras, en busca de sus hijos.

No alcanzó a poner un pie en el primer escalón cuanto una bala le atravesó el pecho. Se desplomó en el suelo y con su último aliento, dijo: deja en paz a mis hijos

Los pequeños se encontraban abrazados debajo de la cama, esperando que sus padres llegaran, pero en su lugar se les apareció un perro, aquel animal que noches atrás el más chico también visualizó en el patio trasero. Ambos intentaron no hacer ruido, pero fue en vano, ya que el perro podía olerlos y con una fuerza sobrehumana alzó la cama para tirarla contra la pared. Los niños gritaron horrorizados y corrieron fuera de la habitación, en donde se encontraron con aquella persona que terminó con la vida de sus padres.

Se frenaron en seco cuando vieron que no tenían por donde escaparse. Miraron a aquel hombre y en sus ojos solo vieron maldad.

Antes de que ese hombre pudiera hablar, una luz me cegó, una luz tan blanca que me impedía mantener mis ojos abiertos. Unos segundos después me alejaron aquella luz de los ojos, era un doctor; traté de moverme pero no pude, no sentía mis extremidades, mis músculos no funcionaban. Y en ese momento caí en la realidad. Desperté, recordando que todo lo que pasó en el sueño fue solo la versión que conozco.

Todo lo sucedido en esa noche pasó tan rápido que cuando intenté recordar qué ocurrió después que ese hombre me apuntara con el arma en la cabeza, desperté en una camilla de hospital después de haber estado un largo tiempo en coma. Que ironía que tuve que haber revivido aquellas semanas en esa casa en que viví un verdadero infierno, para poder despertarme.

La policía no me creyó cuando les describí a la persona que mató a mis padres, y me tildaron de loco cuando les dije que a mi hermano se lo llevó un perro que tenía una fuerza sobrehumana, y mucho menos me creyeron cuando les dije que aquel hombre me imploró que lo matara para salvarlo de aquel infierno en que él era prisionero.

Sólo era un niño cuando los hechos pasaron, y puede ser que algunos recuerdos se borraron de mi mente, pero como quien dice: las mejores historias son las que uno se imagina cuando todo parece perdido; y yo, conté la versión que creé, la única versión más coherente para mí, pero llena de incoherencias para los demás.

Fin.

* * *

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