P R O L O G U E

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En medio de la bruma matutina y el creciente ruido de la calle, Min Yoongi despertó con un insoportable dolor de espalda al último timbre de su alarma, molesto por haberse quedado dormido diez minutos más que le costarían una carrera insoportable hasta su trabajo.

—Maldición —lanzando lejos la cobija que le cubría apenas las piernas sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo

El camino que había elegido le exigía más de lo que un humano convencional considera sano y sus prioridades no estaban puestas en una larga noche de sueño.

A los pies de su cama estaba una vieja publicidad de un torneo local en el que había participado hace mucho, donde, en términos estrictos, todas sus esperanzas habían iniciado. Pero claro, antes de preocuparse por sus metas necesitaba sobrevivir y para ello, aunque después de muchos tropiezos, sabía que necesitaba dinero como todo buen sujeto que quisiera al menos respirar en el seno de una urbe contaminada.

Rodó sobre su costado e intentó incorporarse tan pronto como su espalda le permitió. Encontrar la razón de su dolencia física era tan sencillo como mirar a su alrededor y mirar el sitio sumamente deplorable en el que había habitado desde su llegada a Seúl. Tenía que cambiar de lugar, pero sus opciones eran limitadas, es decir, ¿podía mudarse? ¿valía la pena quejarse de ello?

Hacía tiempo que las quejas habían sido solo un desgaste mental que no podía permitirse a esas alturas. Por ello decidió tomar un simple analgésico y salir directamente hacia el baño al final del pasillo, antes de que cualquier otro estúpido decidiera apoderarse de la regadera y dar un concierto.

La mañana era gris, ruidosa y para Yoongi carente de un distintivo que la hiciera especial a la precedente e incluso la subsecuente. Dentro de ese pequeño espacio dedicado a su privacidad como persona todo era burdo, su vida entera se llevaba a cabo en las calles.

Sin detenerse a pensar, tomó la llave del agua y la abrió recibiendo el agua helada que azotaba su cuerpo y quitaba parte de la suciedad adquirida en su trabajo tampoco era novedad.

Ni siquiera recordaba la última vez que su piel había tocado el agua tibia y tampoco le importaba recordarlo. El chorro de agua fría era parte ya de su rutina y le preparaba para el número de hazañas que debía enfrentar en su jornada.

Apenas diez minutos después de haber entrado al baño, salió corriendo en dirección hacia su cuarto para vestirse con lo primero que encontrara.

Un pantalón de mezclilla desgastado, una playera negra y una gorra con la cual pasar inadvertido de camino hacia allá, lo básico para evitar problemas que malgastaran su tiempo.

Tomó todas sus pertenencias en el pequeño y viejo bolso que acostumbraba a llevar consigo, su móvil vibró dentro de este anunciando la llegada de una notificación, con un tono especial que había colocado para todos sus correos.

Pero no tenía tiempo de revisarlos en aquel momento, debía apresurarse para llegar temprano a su trabajo y poder dar una vuelta al estudio. Cerró la habitación con llave y revisando la hora se percató de que tenía el tiempo justo.

El maldito tiempo que siempre le estaba pisando los talones amenazando con devorarlo.

—¡Ey! ¡Min! —oyó una voz irritante y muy conocida— ¿Qué demonios es esto? ¿Qué hace ahí tirado?

—¿Su maceta? No tengo idea qué pasó con ella —habló frunciendo el ceño con tono cansino, mirando a la mujer que dejaba a la vista las profundas arrugas de su rostro debido a los gestos que hacía—. Y realmente no tengo tiempo para esto señora, Lee

ミSTREETSミ YoonnamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora