Dos semanas después...
Caminamos a ciegas, recorremos las calles sin saber cómo mover un pie delante del otro. Pasamos junto a otros como si de objetos inanimados se tratara y después, al ver las noticias, nos molestamos porque la crisis de violencia va en aumento.
Somos monótonos e insensibles, sumamente egoístas y a pesar de ello tenemos el descaro de quejarnos de las cosas que hacemos.
El sábado por la mañana Namjoon no dejaba de quejarse por un dolor increíble en la parte superior de la espalda aunado a unas intensas ganas de permanecer en casa todo el día.
Apenas a las siete de la mañana su alarma le había indicado que debía levantarse y aguantar el día con apenas una hora de sueño mínimamente decente.
Un olor putrefacto llegó hasta sus fosas nasales, el tic tac del reloj de pared que su padre le había regalado de niño y el ruido de botellas en la planta baja de la casa le hicieron fruncir el ceño y sentir de nuevo aquella presión en su pecho tan conocida.
Sin poder controlarse a sí mismo, un par de lágrimas rodaron sobre sus mejillas resecas abriendo de nuevo el hueco dentro de sí.
Pero Namjoon no podía hacer más que secarse las lágrimas y enfrentarse a su realidad, pues no le quedaba nada más que aquella vieja libreta en donde dejaba plasmadas las notas de sus letras, melodías y ritmos que aún no eran audibles para el mundo sino para él mismo.
Y esa era la manera más efectiva para saber que él mismo estaba vivo.
La imagen que proyectaba el espejo se distorsionaba, cambiaba constantemente y en ninguna de ellas se encontraba. Reprimía todo lo que podía las ganas de quebrar aquel frágil artefacto apretando los puños y haciéndose daño a sí mismo.
¿Todo eso valía la pena? Se preguntaba a sí mismo mientras tomaba sus cosas con furia y las echaba dentro de la mochila que cargaba consigo a todos lados.
—Muchacho —llamó uno de los vecinos apenas le vio cruzar la reja
—Buenos días, ¿le importa? Voy tarde a mi trabajo —mintió
—Tus asuntos son importantes, ¿verdad? Pero también lo es la convivencia de los vecinos, seguro que para esto tienes unos minutos
—Vaya al punto si no es mucha molestia
—¿Cómo está tu mamá esta vez? ¿La has estado cuidando como es debido? —el hombre sonreía haciendo que Namjoon apretara los puños dentro de los bolsillos de su chaqueta— Ayer salió durante la tarde y la encontré intentando abrir la puerta
—¿Cuánto fue esta vez? —sacando la cartera— ¿1,000 wones?
—El dinero no es lo que me preocupa, muchacho, guarda eso, pensarán mal —su tono era gentil pero no dejaba de ser entrometido— ¿Qué tan pendiente estarás de ella los próximos días? ¿Sabes? Vendrán a ver la casa los de bienes raíces la próxima semana y de verdad quiero vender la casa, realmente es urgente y yo no quisiera entrometer a las autoridades en esto, ¿verdad?
Con la cabeza señaló hacia la casa en donde había comenzado a sonar música algo estridente para la hora en la que se encontraban.
Por supuesto, Namjoon sabía lo que estaba insinuando ese sujeto, siempre sabía lo que debía hacer sin que tuvieran que señalarle absolutamente nada, pero no todo el mundo entendía que debía encargarse de sus propios asuntos.
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ミSTREETSミ Yoonnam
Fiksi PenggemarLas calles son un campo de batalla en donde todos luchan por sobrevivir día a día. Un desafortunado encuentro sin trascendencia es tan sólo una de las tantas historias que se resguardan en la memoria del asfalto. ◍ Yoonnam ◍ angst ◍ lenguaje explíci...