Alan:

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Hoy fue un día difícil en clase, fue mi primer día en la universidad, sabía que sería duro pero no tanto, aunque era de esperase la medicina no tenia buena fama, demasiadas materias y cosas que memorizar.
—Rayos, debo dejar de pensar en ese lugar una vez que e logrado salir —dije con mal humor.
—No fue un buen día verdad.
Justo estaba por irme a casa, cuando escuché esa voy tan familiar, no lo pensé y me giré rápidamente y si, ahí estaba ella.
—¡Andrea! Pensé que habías descartado esta universidad como una opción.
—No pensaste que te librarías de mi tan fácil o si —dijo con un cariño tan de ella.
Andrea había sido mi mejor amiga desde la infancia. Primaria, secundaria y prepa juntos, pensaba que la cadena se rompería con la universidad pero al parecer continúa.
—¿Quieres ir a casa? Mis padres se alegrarán de verte aquí, también tengo un hambre fatal —hice un gesto exagerado y ella trató de imitarlo.
—Claro, será bueno verlos de nuevo y también muero de hambre —soltó una risa pegadiza y empezamos a reír juntos mientras caminábamos a casa.

Llegamos a casa y había un silencio mortal, algo que no era normal en casa, mamá al parecer había ido de compras, sabía que mi padre si estaba ya que estaba su camioneta donde siempre. Cuando Andrea entró junto conmigo, nos percatamos de unos golpes acompasados en el piso de arriba, al instante nos hicimos una idea de que pasaba, desafortunadamente acertamos, era mi padre en la cama con la compañera de trabajo de mamá, esa mujer con la que mi madre estaba diariamente en ese momento estaba encima de mi padre.
—¡Papá!, Acaso estás mal de la cabeza —grite tan fuerte que debieron escucharme los vecinos—. De esta no sales, mamá lo sabra!
—¡Hijo puedo explicarlo! —se notó la desesperación es su cara—. Si tú madre se entera...
—¡Si se entera que! —lo interrumpí, tratando de controlarme y no golpearlo hasta que se arrepienta de verdad—. No lo espere de ti, la relación entre tú y mi madre eran de las que solo se encuentra una en un millón, eras mi ejemplo a seguir, pero todo eso se fue a la mierda por esto.
—Alan... vamos a otro lado, podrás pensar mejor las cosas y con claridad —dijo Andréa y la obedecí.
—Más te vale no estar aquí para cuando regrese mi madre y tú Marisa que poca de tu parte la verdad —Andrea me tomo del brazo y me saco de ahí.

Fuimos a comer y hablamos sobre todo lo sucedió, Andrea también había vivido una situación parecida, pero al revés, ahora solo vivía con su padre, lo cual es en lo que más pienso en este momento, quedarme con mamá y no volver a ver a ese sin vergüenza en nuestra casa.
—¿desde cuándo te mudaste a la Ciudad de México?
—tengo dos semanas aquí, el proceso de mudanza salió perfecto, yo y papá teníamos el temor de que algunas cosas se extraviaran —hablo muy pensativa y con la mirada hacia abajo.
—Lo siento mucho, fue una pena que tuvieras que ver todo eso.
—No te preocupes, sino hubiera estado ahí, nose que tontería habrías echo —dijo muy seria.
—Es cierto, gracias por siempre estar ahí.

Pedimos la cuenta y nos despedimos en la salida del restaurante con un abrazo.

Corazón anónimo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora