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— ¡Pete!, ¡Pete! ¡Vamos o llegaremos tarde!—
Aquella voz con un acento marcado y entusiasta, además de un ligero empujón accidental por el chico que parecía ser arrastrado en dirección al edificio principal, lo sacaron de la nube de pensamientos en la que se encontraba sumergido, volteó en dirección a aquella escena.
—Lo siento- espetó el chico que jalaba del otro mientras le dedicaba una sonrisa, traía el cabello alborotado y usaba gafas, un joven radiante de clase alta, se notaba en su porte; Él sólo se limitó a asentir mientras sonreía.
—¡Pero James! ¡Es el primer día y Black camina aún más lento que yo!— replicó el más pequeño de la escena con un tono somnoliento y de reproche, no volteó a quién había empujado- ¿Por qué a él no lo apresuras como a mí ¿Uh?
—Black, ¿Podrías hacerle caso a Pete y apresurarte? Puede que estemos en diferentes carreras pero tenemos que llegar a tiempo para explorar el campus ¿No Crees?
—¡Vaya! ¡Vaya! Potter, Pettigrew... ¿Listos para que nuestra generación sea "LA GENERACIÓN"?— resonó una voz entusiasta a las espaldas de aquel delgado chico, al voltear se topó con la oveja negra de la casa Black, no sabía mucho, sin embargo, había escuchado suficiente de las pláticas constantes que tenían sus amistades del sexo femenino, las cuales se reducían a "Vamos Remus, tienes que admitir que es cómo la reencarnación nueva y mejorada del Rey lagarto" y "Estás loca McDonald, sólo es un niño mimado y malcriado".
Y ahi estaba, a unos pasos de distancia, tenía que admitir que las fotos y descripciones tanto de la prensa cómo de sus amistades no le hacían justicia, era atractivo, claro estaba, no tan alto como imaginaba pero eso no era importante a comparación de su cabello largo, su quijada marcada y sus profundos ojos azules, llevaba unos pantalones de mezclilla negra deslavada con corte skinny que hacia juego con una chaqueta del mismo material y color, aunque muy grande para su complexión, una camisa blanca holgada con un par de botones desabrochados dejando ver un par de tatuajes en su pecho, un par de Dr. Martens y llevaba las uñas pintadas de negro, parecía estar posando como un superheroe mientras sonreía triunfante hacia el edificio de la facultad, lo miró con extrañeza atrayendo su atención, provocando que este le frunciera el ceño y le dedicara un rápido y claramente crítico examen de pies a cabeza.
—¿Se te perdió algo, Hippie?— escupió aquel chico que tenía enfrente, sin embargo, no tuvo tiempo de replicar de forma adecuada cuando el chico con el cabello desordenado interrumpió.
—Sirius, déjalo en paz y vámonos que se hace tarde— soltó al pequeño rubio y jalo a Sirius de su chaqueta para que comenzará a moverse— Lo siento— soltó y le dedicó una última sonrisa de amabilidad a aquel chico que terminaron por dejar atrás mientras alegaban palabras que llegaron a ser inentendibles para él.

Volteó a ver su outfit, un par de jeans de pana color marrón y un poco holgados, una camisa sin fajar color beige y un chaleco cerrado color café, se había sentido cómodo con su vestimenta hasta ese preciso momento, recordó la conversación en la mañana con sus amigas sobre su conjunto, no dejó que lo ayudadaran y ahora estaba ahí, recuperándose de lo que parecía una escena sacada de una película juvenil llena de clichés, salvo que él sólo intento cambiar un poco y dejar de lado su etapa donde Mary le decía que era como Sid Vicious pero más atractivo, y bueno, Sirius Black sólo era un tonto intento de abeja reina emergente, el hombre se le hacia tan falso a través de las notas periodísticas y las notas amarillistas de los noticieros, "La oveja negra de la familia Black", aquella familia que había estado involucrada en la política por décadas y ahora encabezada por su temible matriarca, Walburga Black, la primera ministra de Reino Unido, la dama de hierro; Y de ahí provenía este grosero y mimado chico que le había llamado "Hippie" que también le parecía falso ahora.
—Estúpido intento de niño rebelede— gruñó mientras comenzaba a caminar, se molestó consigo mismo al dejar que ese comentario tan despectivo le arruinara parte de su primer día en la universidad.
Era una escuela realmente bonita, conformada por un conjunto de edificios antiguos que asemejaban un castillo "algo realmente mágico" pensaba, tenía islas repletas de césped a pesar de estar situada en el centro de Londres, algo novedoso para alguien que provenía de una pequeña provincia alejada de la ciudad, además de que las facultades que conformaban la institución tenían un diseño arquitectónico bastante sublime para sus ojos, conservaban la belleza de lo antiguo pero estaban lo suficientemente equipadas para brindar una educación lo más sofisticada y actualizada posible; Su favorita era la facultad de artes y humanidades, había visto en los folletos que tenía una torre adicional con escaleras y estatuas talladas en mármol, un verdadero deleite visual para un amante de las artes como él, y ahora se dirigía justo a ese edificio.
Era su carrera soñada en su universidad soñada y definitivamente no iba a dejar que un comentario desagrable de un chico que ridículamente representaba todos los clichés del mundo, echara a perder ese momento; Había trabajado mucho por conseguir una beca, por encontrar un buen lugar donde vivir con sus tres mejores amigas y se prometieron que iba a ser la mejor etapa de sus vidas, y un tropiezo absurdo no iba a interferir con eso.
Se apresuró al edificio principal para escuchar el discurso de bienvenida por parte del rector de la institución y para recibir una bolsa con el escudo de la universidad, dentro contenía una agenda de cuero, un bolígrafo y un mapa del campus, una vez terminado se dirigió a toda prisa al edificio de humanidades y artes, era mejor que en las fotos, se maravilló con las esculturas y las pinturas que lo adornaban, con los estudiantes de semestres avanzados, estaba enamorado de todas las expresiones de arte con las que se había encontrado y de pronto se había olvidado de aquel incómodo incidente; Entró a su aula correspondiente, era un mini auditorio, y parecía estar vacío por lo que se apresuró a tomar asiento en los asientos de en medio en el costado justo a un lado de la ventana, su día iba mejorando y decidió relajarse un poco.
—¿Tú Otra vez? ¡Cielos! Le debo 20 libras a Potter por tu maldita culpa— reconoció la voz que mató el silenció y perturbó su paz, era imposible que de entre toda la matricula de la maldita escuela fuera a caer en la misma sala que ese tipo, miró de reojo y se topó con el semblante de desagrado y cinismo que mostraba siempre a la prensa, optó por ignorarlo.

Pintame bajo la luz de las estrellas | Merodeadores AU |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora