𔓕 Único

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Extasiados, cansados, con el pecho subiendo y bajando rápidamente debido a la respiración agitada. Los corazones golpeando con fuerza, el sudor resbalando por cada poro de piel. Cabellos desordenados, ceños fruncidos, sangre adornando ambos pares de labios, ropa desordenada, nudillos morados...

Así estaban ese par de chicos. Mirándose con una mezcla de odio y amor que cualquiera pudiera descifrar como una contradicción enorme. Se odiaban y se amaban al mismo tiempo.

El escenario era desastroso. La mesa de cristal estaba hecha añicos en el suelo. Los trozos de cristales brillaban con aquella lámpara tirada en el suelo, alumbrando a la pareja. Algunos cuadros tirados por el piso, junto a varios muebles. Una silla rota, un espejo a medio colgar y a punto de caer. Aquel lugar no era la mejor escena para una conversación civilizada.

Scaramouche encima de Tartaglia, con ambas piernas a cada lado de la cadera del ajeno. El pelirrojo clavaba sus dedos a la defensiva en las piernas de él. La cabellera morada tomaba el cuello de la camisa del hombre que le hizo la vida imposible, con sus puños. Se miraban, se fulminaban con la mirada. Y si eras atento, en ese brillo de odio podías descubrir como un mar inquieto, un brillo de amor innegable.

El labio de Tartaglia estaba partido y sangrando, el de Scaramouche no se quedaba atrás. Aunque en la mejilla del último había un corte y un hilo de sangre caía por su mejilla. No sabría decir si el corte fue ocasionado por algún puñetazo o un trozo de cristal.

—Te odio... —las lágrimas empezaron a salir con rapidez de los ojos del chico de luceros electrizantes— Te odio tanto que podría morir. —sollozó con el ceño fruncido y apretando la mandíbula— ¿Por qué tú? Maldita sea. ¿Por qué?

—Creo que el sentimiento es recíproco... —contestó, la luz mirándolo con el ceño fruncido, pero con más parsimonia— El mundo es un pañuelo —soltó una carcajada aunque al instante se arrepintió; le dolió el labio en un dolor jodidamente punzante—. Me sorprendiste... Eres más fuerte que hace años atrás.

—Y tú sigues siendo un imbécil...
—apretó sus puños en la camisa manchada de sangre y acercó mucho más su rostro— Cuando me dijeron quién sería mi próxima víctima y leí tu nombre... Pensé que por fin podría vivir sin el tormento que eres en mi miserable vida. —Tartaglia apretó los labios cuando varias lágrimas tibias cayeron desde arriba sobre sus mejillas— Pensé que si te mataba con mis propias manos saldrías de mi jodida cabeza. Dejarías de ser una puta obsesión. Dejarías de hacerme sufrir —sollozó y lo zarandeó con la poca fuerza que le quedaba—. Pero...

—No puedes... —acabó por él. Scaramouche lo miró más enfadado— Te comprendo... Al ver tu nombre en mi lista de próximas víctimas también entendí que quizás era lo que necesitaba para que salieras igualmente de mi cabeza... Y de mi vida. —clavó aún más sus dedos en los muslos del otro. Si llegaba a apretar más, podría rasgar su ya estropeado pantalón—. Desde que te marchaste te has convertido en otro tipo de obsesión.

>> Tu obsesión por mí es puro odio, pero la mía por ti es amor. ¿Sabes? Y odio también, amor porque nunca dejé de estar enamorado de ti, cuando te marchaste ese día dolió como mil puñaladas. Y odio por eso mismo; te odio porque jamás dejé de amarte, porque investigué cada paso tuyo. Cada respiración que dabas. Investigué a donde ibas y con quién... <<

Ahora era él el idiota que también lloraba, sentía su garganta seca y el corazón latiendo insoportablemente.

—Y cuando te veía con otro chico, el dolor en mi corazón era tan grande...
—su mirada se oscureció y terminó por arañar la piel de esos muslos que alguna vez llegó a acariciar con tanto anhelo, Scaramouche ante aquello profirió un gemido de dolor pero no lo soltó—. Que maté a cada amante tuyo. Eres una obsesión. Eres lo peor y lo mejor que me ha pasado... Te odio, Kunikuzushi.

Gone » chiscara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora