Capítulo 30

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Canción: "Sweater Weather" - The Neighborhood.
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Capítulo 30
Un amor.

Amor, un juego de dos personas, un juego donde alguien siempre termina perdiendo. El amor es tan doloroso, te lastima desde adentro, desde lo más profundo de tu corazón, de tu ser, de tu alma. Muchos dicen que aquel sentimiento es como estar en las nubes, algunos dicen que es como estar sumamente drogados, otros piensan que solo es una pérdida de tiempo.

El amor realmente es muchas cosas y a la vez es nada, lo puedes encontrar en todas partes, en distintas formas y tamaños aunque uno no lo crea. Hay millones y millones de libros expresando lo que es aquel tan hermosamente doloroso sentimiento; nos hablan de lo cual maravilloso es y los miles de síntomas que podemos adquirir cuando lo sentimos. Hay canciones con letras tan románticas, escritas con tinta, lagrimas, dolor, felicidad, enojo, tristeza; sí, muchos se sienten identificados con esas canciones, realmente ¿quien no?

Amor es para dos, amor es un juego de dos, amor es algo que todos debemos expresar en voz alta, amor es lo que debes de sentir por alguien, por algo y por uno mismo. Amor, el sentimiento más destructivo y doloroso, magnifico y maravilloso. Amor es lo que se siente en el aire según escritores y autores desde hace miles de años atrás. Como el sol y la luna, siempre unidos por la fuerza gravitacional; como el bien y el mal, uno no puede existir sin el otro; como la primavera y el invierno, siempre son polos apuestos; el amanecer y el anochecer, el principio y fin de un día, de una historia; el amor muchas veces es un perfecto balance cuando es con la persona correcta, lamentablemente hay casos donde no pueden estar juntos, pero siempre se encuentran y están para el otro.

Si, el amor es algo confuso, pero siempre llegaremos a sentirlo.

...

La noche se apoderó del cielo, las estrellas y las magníficas constelaciones que crean, la luna y su deslumbrante brillo, salieron a relucir esa noche en especial. Hace unos días atrás el colegio Hogwarts de magia y hechicería había recibido con las puertas abiertas a sus nuevos y antiguos alumnos; aquellos estudiantes con un futuro ejemplar en el mundo mágico y tal vez algunos en el mundo muggle. Nuevas clases, nuevas bromas, risas y diversión, como todos los inicios de clases, como si no ocurriera nada, como si todo estuviera bien.

Las escaleras cambiantes, los largos pasillos, los secretos pasadizos eran recorridos por un joven azabache, el cual tenía intención de encontrar a alguien. Con su varita en una mano, el mapa del merodeador en la otra y su capa de invisibilidad cubriendo su cuerpo, el Gryffindor no se daba por vencido en hallarla. Solo le faltaba un último lugar en el cual buscar.

—¡Así que aquí está, joven dama! —exclamó cuando estaba cerca de ella en la torre más alta de la escuela, la Torre de Astronomía. La encontró sentada cerca del balcón mirando a la nada, su mirada se veía apagada y supo que su misión esa noche era hacer que se iluminara de nuevo.

—Me hallaste —dijo la chica pelirroja dirigiendo su mirada al muchacho el cual se sentaba a su lado —¿qué necesita, oh gran caballero? —pregunto tratando de imitar la voz de un hombre haciendo reír al de lentes.

—Nada, la vida me susurro que alguien necesitaba unas cuantas ranas de chocolate —de la bolsa de su suéter saco cuatro de estás logrando que la sonrisa de Diane se agrandara y sus ojos azules brillaran como las estrellas aquella noche.

—¿Cómo lo supiste? —inquirió tomando una.

—¿No quedó claro? La vida me lo susurro —contesto James. Ella lo miro con una ceja levantada —Bueno, Regulus me dijo que no estabas de buen humor.

—Traidor —artículo mientras mordía la rana de chocolate —siempre funcionan —dice recargando su cabeza en el hombro de James.

—¿Mal día? —interrogó jugando con el cromo donde aparecía Morgana le Fay, una bruja oscura poderosa de la Edad Media.

—Desde el inicio. Parece que hoy me levante con el pie izquierdo —comenzó a relatar —no dormí bien, no encontraba mi zapato izquierdo, casi me quedo sin desayunar, por poco pierdo la primera clase, la tinta se regó en mi mochila manchando mis apuntes, me quedé dormida en la clase de historia de la magia y el profesor lo noto —suspiro cerrando los ojos —entre muchas otras cosas más pero, no es una mala vida, solo es un mal día —agregó tratando de convencerse a sí misma y dando otro bocado a su rana de chocolate.

—Si, definitivamente no fue tu día. —recargó su cabeza encima de la de ella.

—Gracias, no me había dado cuenta —dijo sarcásticamente.

—De nada —la pelirroja bufó y él rió. El de ojos cafés se levantó y extendió su mano para ayudarla a levantarse —¿traes tu radio? —Diane le pasó su mochila. James sacó el aparato, lo encendió y colocó en el piso a un lado de la mochila, pronto comenzó a sonar una canción, se acercaron al balcón y apreciaron el cielo.

—Es mi favorita —mencionaron al unísono ambos al reconocer la melodía, sus miradas se unieron y rieron.

All I am is a man, I want the world in my hands. I hate the beach but I stand in California with my toes in the sand —cantó el azabache.

Use the sleeves on my sweater, Let's have an adventure. Head in the clouds but my gravity's centered —siguió la pelirroja.

—Touch my neck and I'll touch yours, you in those little high-waisted shorts, oh. She knows what I think about, and what I think about —él entrelazó su mano con la de ella.

—One love, two mouths. One love, one house. —ella lo miró.

—No shirt, no blouse. Just us, you find out —sus miradas se conectaron.

—Nothin' that i wouldn't wanna tell you about, no. —las mejillas de Diane se tornaron del color de su cabello.

—'Cause it's too cold for you here and now —James con su otra mano acomodó un mechón pelirrojo de ella.

—So let me hold both your hands in the holes of my sweater. —el espacio entre ellos era cada vez más corto, miraban los labios del otro y sus respiraciones chocaban, sus latidos se aceleraban y el amor florecía una vez más aquella noche.

Los labios de ellos se fusionaron en un incontenible y largo beso, desde hace tiempo descubrieron que sus manos combinaban bien juntas, que sus labios encajaban perfectamente, sus sonrisas iluminaban el día del otro y su simple compañía transmitía paz, tranquilidad, serenidad, cariño y atención a ambos. Las manos de ella rodeaban el cuello de James y, las manos de él bajaron a la cintura de ella; la melodía seguía sonando y el beso fue separado por la necesidad del aire.

El azabache se abrazó al cuerpo de ella y en su oído tarareaba la melodía de la canción logrando ruborizar a Diane, la cual, escondió su rostro en el espacio qué hay entre el cuello y el hombro de su acompañante.

La luna, las estrellas, la noche y el frío viento fueron testigos de una declaración sutil por parte de ambos en aquellos versos cantados, y sellada con un beso que nunca antes habían apreciado. La vida sabía que el amor es un juego donde alguien siempre termina perdiendo, ¿será el caso de ellos? No, la vida no es tan cruel, pero el destino ¿quien sabe?

The Black Shadows - James Potter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora