CAPÍTULO 5 - SOFÍA

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Salgo del piso tarareando la canción que lleva toda la mañana en mi cabeza: "Happier" de Oliva Rodrigo.
Enseguida mi atención viaja a mi móvil que vibra dentro del pantalón. Antes de compobrar mis mensajes, observo el reflejo que me ofrece la pantalla: llevo unas ojeras horribles y apenas he tenido tiempo de peinarme en condiciones.
Sin darle más importancia, refresco la bandeja de entrada de mi Instagram y compruebo que tengo un mensaje de Cristina.
Veo que es una reacción a mi historia:

—Preciosa👑
Te echo de menos, estoy contando los días para que llegue el VERANO🌴✋

—Yo tengo unas ganas tremendas de verte, pero...¿¡¿cómo que estás contando los días si aún ni entramos en mayo?!?😂

—Eso pasa en un suspiro. Son 53 días exactamente, vamos, 7 lunes😝

Cristina es mi mejor amiga, nos conocemos desde preescolar. Nos costó separarnos cuando yo me vine a Madrid y ella se quedó en el pueblo. Pero eso no repercutió para nada en nuestra relación. Voy cuando puedo al pueblo, los veranos obviamente son sagrados,  y me quedo en casa de mis abuelos o incluso en la suya. Nuestra casa la vendimos porque al principio cada vez que volvíamos sólo nos traía malos recuerdos, no obstante, para mi madre y mi hermana el pueblo en general es el que trae malos recuerdos.
Voy a escribirle de vuelta a Cristina cuando al salir del edificio Álvaro aparece en mi campo de visión y lo primero que hago es mirar en otra dirección.
—Por fin apareces, llevo rato esperándote. No sabía a qué hora salías a trabajar.
—¿Y ahora qué quieres? —digo con la esperanza de que me deje en paz pronto, no entiendo qué más le queda por decir.
Lleva una sudadera multicolor de Rick & Morty combinada con unos pantalones deportivos grises. Algunos rizos le caen por su rostro mientras que los laterales los lleva ligeramente rapados. Marcas de acné se mezclan con pequeñas heridas causadas por una barba recién rasurada.
—¿Estás bien? Tienes mala cara.
—Estoy genial —bufo con desgana.
—Pues no pareces genial.
—A veces las apariencias engañan.
No pienso confesarle que estuve desvelada por una de esas pesadillas.
—Sube, te llevo al trabajo —dice señalando su scooter.
Yo parpadeo un par de veces.
—¿Qué suba en moto con un pirado que practica vandalismo? No, gracias.
No confío en esta nueva versión de Álvaro, por no hablar de que me irrita demasiado. Pero la idea de subir en su moto no me desagrada por completo. Lástima que sea él el conductor.
—Eso me va a perseguir siempre, ¿no?
—Lo dices como si formara parte de un oscuro pasado, sin embargo pasó hace un par de días.
—Pero eso ya es pasado, ¿no? Bueno el caso es que no he ido a la Uni por estar aquí, no me hagas semejante desplante.
—¿Has estado aquí para llevarme a la cafetería que queda a 15 minutos andando? Ja, no me pongas de escusa para escaquearte de los estudios.
—No sé dónde trabajas. ¿Tanto te cuesta aceptar que he tenido una buena intención? Siempre tienes una respuesta para contraatacar, ¿puedes dejar de estar a la defensiva?
—¿Y tú puedes dejarme en paz?
—Si, lo puedo intentar —dice caminando hasta su scooter.
—Es el King Coofee.
—¿El qué? —él se vuelve confuso. Su gesto ahora es muy mono, arruga la nariz y achina los ojos. Espera, no es mono. Y tampoco lo es la forma en que se aparta los mechones de pelo que siempre tiene revuelto.
—La cafetería donde trabajo.
Sin añadir más me monto en la parte de atrás. Cuando él reacciona me tiende el casco colgado del manillar derecho.
Se abrocha el suyo y sube lentamente en la moto. Yo me agarro de la parte trasera de su sudadera.
—Terminarás enamorándote.
—¿Qué?
—Que terminarás enamorandote de mi scooter.

En poco más de cinco minutos llegamos.

—Gracias. Siempre es un lujo tu compañía —digo con tono sarcástico y le tiendo el casco.
—De nada. Es un placer trasportar a chicas tan amables como tú. Pero no te hagas demasiadas ilusiones.
—No tienes de que preocuparte, ni que estuviera tan necesitada.
Álvaro suelta una bocanada de aire, como si lo hubiera herido.
—Qué cruel, Sofía. Ese mal humor es propio de una Aries.
—Soy Piscis.
—Piscis...—sisea mientras saca su móvil— Afronta el día con optimismo, pues hoy sentirás un flechazo. Interesante, claramente yo soy tu flechazo.
—¡Qué chorrada!
—Oye, no critiques los horóscopos. Vamos a ver, ¿qué hay más fiable que el hecho de que tu personalidad, tus dichas o desdichas sean por la posición de los astros y los signos en un momento dado?
Él empieza a reír y yo niego con la cabeza mientras pongo los ojos en blanco.

MIENTRAS HUIMOS DEL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora