Prólogo

215 66 78
                                    

Con cada latido de mi corazón, mi rabia aumentaba. La adrenalina corría por mis venas y mi sed de sangre se manifestaba en mi alterada respiración.

Dos gruesas lágrimas empezaron a descender por mis mejillas hasta aterrizar en mis labios, el sabor salado de mi llanto se mezcló con el metálico de la sangre.

Mi corazón latía desenfrenado y mis ojos solo podían observar el cuerpo inerte que yacía en mis brazos, mi vida se estaba desvaneciendo entre mis brazos.

Me aferré a su cuerpo como si mi vida dependiera de ello e intente protegerla en vano de los disparos que retumbaban a nuestro alrededor, estaba muerta.

En el intento de cargarla en brazos, sentí como una bala a toda velocidad se enterraba en mi estómago. Un grito desgarrador salió de mi garganta y me aferré a su mano, haciéndome creer que eso me salvaría.

Mi cabeza chocó contra el suelo y mi mano cada vez tenía menos fuerza para sostener la suya, pero jamás la soltaría.

Con mi otra mano presioné la hemorragia e intenté mantener los ojos abiertos, no podía morir, tenía que salvarme por ella.

Acababan de matar a mi madre frente a mis ojos, no podía permitirme déjarla ahí, tenía que levantarme y luchar por las dos.

Lo intenté, pero no podía, a mi cuerpo ya no le quedaban las suficientes fuerzas para levantarse. 

Sin poder evitarlo, mi mano soltó lentamente la de mi madre, y pude notar como mi cuerpo cada vez se quedaba con menos energía. Me negaba a cerrar los ojos, tenía que mantenerme despierta, pero mi respiración cada vez se notaba más débil y mis ojos se cerraban solos. 

A lo lejos divisé como unas botas negras caminaban en mi dirección con una torturosa lentitud, elevé la mirada hasta los ojos del propietario de éstas y me encontré con la mirada más peligrosa y hermosa que había visto en mi vida.

Y ahí, perdida entre sus grisáceos ojos, me dejé llevar por el vacío, bajo su mirada.

BAJO SU MIRADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora