ᴘʀᴏ́ʟᴏɢᴏ

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Año 1536.
Kanagawa, región Kantō

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Llevándose por delante pequeñas ramas, haciendo volar hojas secas y dejando huellas en el fango, la tierra húmeda y el pasto tierno, un ciervo sika de cornamenta recién renovada se escabullía entre los árboles y matojos del bosque. Siempre que tenía la oportunidad, se detenía en algún lugar seguro a darse un respiro, pero en cuanto giraba su cabeza sobre sus omóplatos y veía de nuevo al peligro aproximarse, realizaba un empujón con sus pezuñas traseras y retomaba su desesperada huida. Ese peligro, también yendo a toda prisa con sus *bokken en mano, haciéndose notar por las sonoras pisadas de sus sandalias e improvisando saltos contra los troncos más gruesos de los árboles, eran dos jóvenes de ocho años de edad. Uno se distinguía por su cabello alborotado color castaño claro, largo hasta los hombros y un fleco que le cubría gran parte del lado izquierdo de su rostro; el otro niño tenía su cabello azabache liso recogido en una cola de caballo.

―¡Ya casi lo atrapamos! ―Exclamó este con mucho entusiasmo y lo demostraba saltando cada tronco hueco o raíz levantada que hallaba en su camino.

―¡Lo veo, lo veo! ―afirmó el niño melenudo, siguiéndole de cerca. A diferencia de su compañero, él, con su bokken, iba quitando las ramas y malezas de su camino.

Ambos niños estaban pisándole las pezuñas al ciervo. Con cada paso que daban podían sentir la dulce victoria de tener a ese mamífero en sus manos, hasta que no notaron a tiempo la astuta jugada del animal, que los detuvo saltando sobre un charco de los que el sol no logró secar de la última temporada de lluvia. Ni sus mismos talones clavándose en la tierra fueron suficientes para detener su persecución y esquivar la salpicada, dejándolos a los dos con sus rostros empapados y hediondos por el agua cenagosa.

―¡Eso es jugar sucio! ¡Y lo digo literalmente! ―El azabache protestó con su puño al aire hacia el ciervo -. ¡Pero ya verás! ¡Algún día no te saldrás con la tuya! -espetó, antes de escupir con un exagerado mohín el poco lodo que llegó a entrarle en la boca.

―¿No crees que ya está demasiado lejos como para oírte? ―El melenudo rió por lo bajo mientras quitaba los restos de suciedad de su *hakama color negro y guardaba el bokken en su cinturón.

― ¡Somos una vergüenza! ¡Si Shiroyama-san viera lo que estábamos haciendo ya se habría enfadado con nosotros! ¡Ni hablar de nuestros padres! ―El pequeño azabache se cruzó de brazos, intentando canalizar la rabia de no haber capturado al ciervo. Indignado y viendo una última vez el camino por donde se fue su victoria, procedió a dar media vuelta en retorno a la aldea; sin embargo, se frenó de golpe al encontrarse cerca de chocarse con el antebrazo izquierdo de su amigo melenudo, quien además de no inmutarse a su roce accidental, se encontraba petrificado, con la mandíbula caída y observando fijo hacia el este.

青龍の精神『 Sᴇɪʀʏᴜ̄ ɴᴏ Sᴇɪsʜɪɴ 』「 ʳᵉᶦᵗᵃ / ᵗʰᵉ ᴳᵃᶻᵉᵗᵗᴱ」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora