Capítulo 3

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Lo que sea que es esa cosa, me hala y me saca de la tubería. Caigo al suelo de pecho, por lo que rápidamente, me volteo y lo miro.

Es muy alto, joven, tal vez, unos veinte años; su torso desnudo, lleva unos pantalones rasgados, sus pies descalzos.

Lo veo mirarme por un segundo, yo lo observo aterrada.

No es ningún monstruo, es solo, un hombre...

Éste se acerca, poniéndose de cuclillas frente a mí.

—No eres cómo los demás. —Me observa detalladamente. —Me estás mirando fijamente, puedes verme en la oscuridad. —Sus ojos me recorren.

—¿Quién eres? —Mi voz quebrantada, nerviosa.

—¿Quién eres tú? Ésa es una mejor pregunta.

—Nadie. —Suspiro temblando.

—¿Nadie? —Ríe. —A ver... —Éste, acerca su mano y toma mi brazo, yo, trato de zafarme de su agarre, pero no puedo.

Lo veo pasar su uña por mi brazo, abriendo mi piel por dónde ésta pasa. Yo me quejo de dolor mientras veo sangre salir de mi antebrazo.

Él se queda mirando mi herida fijamente, esperando a que algo sucediera, y sucedió. Mi piel, comenzó a sanar sola, cerrando la herida y parando la sangre que de ella salía.

Una sonrisa se dibuja en su rostro mientras me mira.

—¡Eres un lobo, como yo! Pero, las mujeres lobo no existen, así que eres... la loba clase X.

Rápidamente, con mi otra mano, le doy un puño en la cara que lo hace caer al suelo. Me levanto y comienzo a correr hacia la puerta del salón, pasándola y saliendo lo más rápido que puedo.

Lo escucho levantarse y gruñir furioso, yo, solo corro muy rápido por los pasillos de la escuela, dirigiéndome hacia la salida.

—¡No te escaparás de mí, lobita! —Lo escucho gritar en la lejanía.

Logro salir de la escuela, ya está  atardeciendo y todo está muy oscuro.

Pienso rápidamente, no puedo ir a casa, lo menos que quiero es mostrarle dónde vivo y mi familia, tengo que huir.

Decido adentrarme al bosque, tal vez, ahí lo podría perder. Corro entre los arboles, escucho sus pisadas tras de mí, rompiendo ramas y todo lo que esté a su paso.

Tras un rato, veo el acantilado al cuál mamá me tiene prohibido ir, por lo que corro hacia allá, tal vez pueda escaparme de él saltando, ya que, no lograría escapar solo corriendo, es más rápido que yo.

Corro hacia el acantilado, miro hacia abajo, veo solo un valle plano de roca solida en el fondo. Está muy alto, nunca he saltado desde tanta altura, podría morir.

Los escucho llegar, por lo que me volteo.

—No hay salida de aquí, linda. —Me mira, el acantilado a mis espaldas.

—¿Qué quieres de mí? —Lo veo acercarse un poco, doy dos pasos hacia atrás, siento el borde del precipicio.

—Bueno, no siempre se ve a la loca clase X por ahí.

—No sé de qué hablas. —Él ríe.

—¿No sabes? ¿No sabes que eres la única mujer lobo que existe? ¿No sabes que solo nace una cada... no sé cuantos miles de años? ¿Desconoces, que vales mucho?

Me quedo fría, no sé de qué me está hablando. ¿Soy, la única mujer lobo del mundo? No lo entiendo.

—No te creo nada. —Murmuro nerviosa.

Katrina Wolfrahan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora